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EDITORIAL: No debemos guardar silencio sobre el racismo


NOTA DEL EDITOR: Ronnie Floyd es el presidente y director ejecutivo del Comité Ejecutivo de la Convención Bautista del Sur y expastor de Cross Church en el noroeste de Arkansas.

NASHVILLE (BP) — Estos días recientes en la vida estadounidense han sido verdaderamente difíciles. Hemos sido testigos con nuestros propios ojos, en las calles de una de nuestras principales ciudades, de un hombre negro siendo asesinado lenta y cruelmente. Durante el transcurso de largos ocho minutos, George Floyd suplicó ayuda y misericordia al tiempo que un policía blanco presionaba su rodilla sobre el cuello del hombre negro mientras su cara era mantenida a la fuerza en el pavimento. El resultado final: George Floyd murió en una forma cruel, degradante e innecesaria. 
Esto le ha puesto combustible a una nación que ya estaba enojada por muchas cosas. Además de la pandemia global COVID-19 — la cual ha cobrado más de 106,000 vidas estadounidenses desde enero — ahora hemos presenciado otro horrendo acto de injusticia racial. El racismo que plaga nuestra cultura hoy está inseparablemente ligado al pasado, y continúa desproporcionadamente impactando a la comunidad afroamericana. 
A lo largo y ancho de nuestras ciudades este pasado fin de semana, hubo protestas pacíficas de ciudadanos que expresaban su libertad de expresión. Desafortunadamente, esas protestas pacíficas han sido ahogadas por las acciones de unos cuantos que quieren incitar a la destrucción. Por lo consiguiente, la violencia ha brotado resultando principalmente en la pérdida de más vidas humanas, pero en segundo término en el daño a las propiedades en un momento económico ya muy difícil en Estados Unidos. Yo hago un llamado a los bautistas del sur para que se me unan en oración por el fin de esta violencia. 
Estamos extremadamente agradecidos por nuestros agentes del orden público que arriesgan sus vidas diariamente para protegernos de todas las maneras; pero también estamos entristecidos cuando cualquier uso indebido de la autoridad causa daño a la gente a la que tienen que proteger. 
Quiero que recordemos hoy que la Convención Bautista del Sur cree y apoya la infalibilidad, inerrancia y suficiencia de las Sagradas Escrituras, y creemos que esas Escrituras son muy claras en relación con cómo tenemos que tratar a otros. Fe y Mensaje Bautistas afirma en el artículo XV, “En el espíritu de Cristo, los cristianos deben oponerse al racismo,” y “Debemos hablar en nombre del nonato y contender por la santidad de toda vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.” 
Los bautistas del sur no solo debemos ser conocidos por defender la santidad de la vida humana, sino que también debemos ser conocidos por defender la dignidad de toda vida humana sin importar el color de la piel. 
A nuestras iglesias y pastores afroamericanos en todo Estados Unidos: Estamos con ustedes, y guardamos luto con ustedes. Nos comprometeremos con la verdad encontrada en Miqueas 6:8: Somos llamados a actuar justamente y a amar misericordia y a caminar humildemente con Dios. Nos comprometemos a ser hacedores de la Palabra buscando la reconciliación racial en todas nuestras relaciones. 
El racismo es pecado. Es blasfemia en contra de Dios que nos creó a cada uno de nosotros en su divina imagen. No podemos justificar o racionalizar el racismo, la intolerancia, o el prejuicio en ninguna manera. Cada uno es impío, inhumano y se opone arrogantemente a la vida y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.
No hay manera de que el gobierno pueda arreglar este problema. Ni que un político pueda proveer sanidad. Nunca se ha hecho y nunca se hará. Este es un problema del corazón humano. Es un problema espiritual. 
Actos of crítica y cinismo que resultan en llamarse nombres insultantes y derogatorios los unos a los otros, solamente dividirán más e inclusive intensificarán el momento más negativamente. Podemos hacer declaraciones, pero el cambio solo llega a través de las elecciones que hacemos cada día. Podemos decir cosas a través de tuits o publicaciones, pero el cambio verdadero solo será visto a través de nuestra conducta el uno hacia el otro. Nada de esto se irá con violencia, sino solamente desarrollando relaciones los unos con los otros, trabajando juntos, y resolviendo seguir adelante juntos en el espíritu de Cristo, quien es el Príncipe de Paz. 
Este es un momento cuando iglesia tras iglesia y pastor tras pastor deben defender la justicia y la santidad. Una iglesia a la vez, un pueblo a la vez, una ciudad a la vez, debemos ver en el espejo y ver en total realidad dónde estamos individual y colectivamente. Nosotros, las iglesias en Estados Unidos, somos los que debemos ser fieles en recurrir a Dios para que venga y nos dé su guía y nos provea su senda a la sanidad en nuestra nación. Somos los llamados a responder en este momento. 
Jesucristo es la única respuesta a este problema, y debemos comenzar con nosotros mismos. Necesitamos regresar a Jesucristo en profundo arrepentimiento de pecado. Hasta que nos arrepintamos y cambiemos la manera de mirarnos unos a otros, de hablarnos unos a otros, y de tratarnos unos a otros, el reavivamiento espiritual y el despertar no llegarán. Sin relaciones y conversaciones, nunca nos entenderemos unos a otros. El silencio no es la respuesta y la pasividad nos es nuestra prescripción para la sanidad. Pastor tras pastor, predicador tras predicador, evangelista tras evangelista, maestro tras maestro, arrojada y directamente deben llamar a cada cristiano a amar a Dios con todo nuestro corazón y a amar a nuestro prójimo inclusive como nos amamos a nosotros mismos. 
Como el doctor Martin Luther King Jr. dijo: “Nuestras vidas empiezan a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan.” 
Nuestra Convención Bautista del Sur no debe guardar silencio. 
Debemos ser solidarios el uno con el otro. 
Debemos continuar trabajando con compasión hasta que se haga justicia. 
Y debemos comprometernos a erradicar el racismo en todas sus formas.
¿Podrían orar conmigo? Padre, te pedimos en el poderoso nombre de Jesús que las paredes que se levantan entre los hombres y mujeres de este país, se vengan abajo. Y oramos que, Señor, la justicia se levante en cada forma. Ponle fin a los desafíos que enfrentamos en Estados Unidos. Y, Dios, oro para que vivamos lo que Jesús dice, que nos amemos los unos a los otros. Y oramos esto en el nombre de Jesús. Amén.
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