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El 7 de junio es el designado Día de Oración de los Bautistas del Sur por la Iglesia Perseguida


RICHMOND, Va. (BP) — En promedio, ocho cristianos murieron por su fe cada día en 2019. Eso equivale a más de 2,920 personas asesinadas por la causa de Cristo el año pasado, de acuerdo con el reporte anual de la Lista Mundial de Persecución 2020 de Puertas Abiertas. Además, 9,488 iglesias o edificios cristianos fueron atacados, y 3,711 cristianos fueron detenidos sin juicio, arrestados, sentenciados y encarcelados.

Puertas Abiertas reportó que 260 millones de cristianos experimentaron altos niveles de persecución en los 50 principales países del mundo en la Lista de Persecución en 2019. Los cinco principales fueron Corea del Norte, Afganistán, Somalia, Libia y Paquistán.
En reconocimiento a la persecución que enfrentan los cristianos alrededor del mundo, el año pasado la Convención Bautista del Sur designó el primer domingo de junio como el Día de Oración por la Iglesia Perseguida. Este año, ese domingo es el 7 de junio.
El presidente de la Junta de Misiones Internacionales, Paul Chitwood, afirmó la necesidad de la oración intercesora por los cristianos que sufren por su fe.
“La oración es nuestro mayor recurso en la Gran Comisión, y es también el mayor acto de compasión que podemos realizar por nuestros hermanos y nuestras hermanas alrededor del globo que están padeciendo persecución,” dijo Chitwood. “Así como las almas de aquellos sacrificados por su fe claman en el cielo, ‘Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre …’ (Apocalipsis 6:10, RVR-1960), nosotros debemos clamar por aquellos en la tierra que continúan sufriendo.”
“Le pedimos a Dios que les dé valor y esperanza. Sabemos que su sufrimiento temporal será recompensado en la eternidad, y oramos para que ello resulte en muchos seres salvados entre las naciones.”
No sin sacrificio
A través de sus 175 años de historia, los bautistas del sur han mantenido un testimonio ininterrumpido entre las naciones, a pesar del hambre, la guerra y los disturbios civiles. Este compromiso no se ha dado sin sacrificio.
Desde la Fundación de la Junta de Misiones Foráneas, (FMB) ahora Junta de Misiones Internacionales (IMB) en 1845, aproximadamente 60 misioneros y niños han muerto en circunstancias violentas mientras servían con su organización. Las causas incluyen accidentes tales como ahogamiento, choque de automóvil y avión, y barcos perdidos en el mar. Otros murieron como resultado de guerras y actos criminales o terroristas. En algunos casos, los misioneros fueron el blanco, específicamente debido a su fe o su servicio misionero.
De esos 60, más de 20 FMB/IMB misioneros perdieron la vida “como resultado de la hostilidad humana en un asentamiento multicultural,” dijo Scott Peterson del equipo de investigación global de IMB.
El primero fue J. Landrum Holmes, quien sirvió en China. Holmes y su esposa Sallie fueron designados por la Junta de Misiones Foráneas en 1858 y llegaron a China en 1859. Menos de tres años más tarde, rebeldes taipaneses asesinaron a Holmes y al misionero episcopal Henry M. Parker. A pesar de que la familia animó a Sallie Holmes para que regresara a los Estados Unidos, la joven madre escogió quedarse en China con su hijo recién nacido.
Escribiendo a su hogar, Sallie dijo en aquel tiempo: “Creo que yo podría probablemente ser un instrumento en la conversión de más personas en casa que aquí, pero si me fuera a casa por eso y otros misioneros actuaran bajo el mismo principio, dudo si quedaría algún misionero en China.”
Sallie Holmes continuó siendo mentora de una de las misioneras más famosas de la IMB, Charlotte Digges “Lottie” Moon, por quien es nombrada la ofrenda anual para misiones de la IMB. Lottie Moon también murió mientras servía activamente a bordo de un barco atracado en Kobe Harbor, Japón, el 24 de diciembre de 1912.
Aunque ambos murieron, Landrum Holmes y Lottie Moon, mientras servían activamente, ninguno es considerado un mártir.
“La IMB no se refiere típicamente ni describe a nuestro personal que ha muerto en servicio activo como mártires,” dijo Peterson. “En muchos casos es difícil, si no imposible, determinar si nuestro personal (que murió debido a la violencia) fue blanco debido a que eran misioneros o cristianos.”
Sin importar la terminología, el sacrificio de aquellos que murieron mientras servían multiculturalmente — cualquiera que haya sido la forma o la causa de muerte — no es menos significativo que aquellos que fueron blanco específicamente por su fe, dijo Peterson.
“El hecho de que nosotros no usemos el término [mártir] no minimiza el significado de las vidas y el sacrificio de aquellos que murieron sirviendo multiculturalmente,” dijo él. “Nosotros conmemoramos a todo nuestro personal que muere en servicio activo sin importar la causa de muerte. Cada uno de ellos es un sacrificio debido a una vida vivida en obediencia a Cristo.”

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  • Por Ann Lovell