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EDITORIAL: Transiciones


SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — Algunos pueden decir que el cambio y la transición son lo mismo. Sin embargo, no lo son. El cambio es algo nuevo que se presenta y hay una situación diferente. Por ejemplo, se termina el contrato, perdemos algo o a alguien, te llega una promoción en tu trabajo, te mudas o divorcias. La empresa se fusiona, se alcanza la pubertad o hay un nuevo horario. Todos esos son cambios — pero ninguno es una transición.

Obviamente, hay cambios buenos y malos. Alguien ha dicho: “Donde hay cambio, hay transición.” La transición es el proceso de ajustarse al cambio. Es la manera que actuamos frente al cambio.

El cambio es inevitable en la vida. Por lo general, no nos gusta. Tenemos una tendencia natural a rechazarlo porque, a menudo, puede ser muy doloroso. Podemos ignorarlo y/o rechazar su aceptación. Pero está allí. Nuestra reacción al cambio es crucial. En medio de los cambios podemos descubrir la fidelidad de Dios. El mundo cambia, pero Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.

El alcance de una transición puede ser muy amplio, desde la muerte de un ser querido hasta la pérdida de un ideal o de una convicción. El cambio acarrea cierto tipo de sufrimiento. Ese dolor puede a veces parecernos insoportable. Por eso, necesitamos aprender a separarnos de lo que ya quedó atrás. Algunas veces, realizar el proceso de desapego y seguir adelante es el trabajo más importante que podemos hacer en esta vida. Lo bueno es que no estamos solos en los cambios. Dios nos ayuda y podemos acercarnos a el y crecer en la transición.

En medio de cambios bruscos, horarios frenéticos, dolor, sentimientos de indignidad, distracciones, tensión relacional y ambigüedad, podemos descubrir que las transiciones son una oportunidad preciosa para escuchar la voz de Dios. El nos invita a observar, responder e incluso a celebrar una relación auténtica con el, a pesar de las circunstancias. ¿Cuál puede ser el resultado? Una fe viva y creciente que nos permite experimentar la fidelidad de Dios en un mundo cambiante.

Las transiciones son cruciales en la vida. Alguien una vez me dijo: “La vida es una transición.” Nos preparamos de este lado del mundo para vivir con Dios por la eternidad. La mayoría de las veces, los cambios ocurren discretamente, y las personas difícilmente lo notan. Otras veces los cambios son rápidos y catastróficos. Viene una lluvia torrencial, el nivel del agua sube rápidamente y sentimos que nos ahogamos. Daniel 2:21-22 nos recuerda “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.”

En medio de los cambios, Dios levanta e inquieta a las personas a buscarle. Es un gozo saber que contamos con un Dios que lo sabe todo y lo ve todo. “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.” Jeremías 23:24-25 Dios es demasiado sabio para que podamos engañarle. Cuando aceptamos el cambio y trabajamos durante el mismo podemos avanzar y ver la mano de Dios.

Al examinar las Escrituras, un ejemplo notable de una transición fue la permanencia de los israelitas durante 40 años en el desierto y en la que Moisés los guió. Fue en el desierto donde una población de esclavos se convirtió en una nación suficientemente fuerte para invadir y conquistar a Canaán, la tierra prometida. Abrazar la fidelidad de Dios en medio de los cambios es clave para hacer de la transición una época de rupturas a una época de avances. Los nuevos inicios implican riesgos y la vida con Dios es una aventura. Está llena de altibajos. Pero, El tiene buenos planes para nosotros. “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes — dice el Señor –. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” Jer. 29:11

No desperdicies tus transiciones. Dios está activo en la vida de los individuos y en tu propia vida. Descansa en su fidelidad y crece en los cambios que enfrentas hoy. Como dice una canción: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes.” Jeremías lo dijo mejor: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Lamentaciones 3:23 (RVR 1960)

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  • Luis R. López

    Luis R. López es Director Asociado de Misiones y Trabajo Étnico de la Asociación Bautista del Condado de Robertson en Tennessee.

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