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La mitad de los pastores ven el abuso de los opioides en sus propias congregaciones


NASHVILLE, Tenn. — Como la mayoría de los pastores estadounidenses, Robby Gallaty conoce a alguien que ha sido afectado por el abuso de los opioides. Pero a diferencia de la mayoría de los pastores, Gallaty ha sufrido personalmente por la adicción.

Hace 20 años este mes, Gallaty sufrió un accidente automovilístico casi fatal. Cuando dejó el hospital, el portero de discoteca convertido en líder de iglesia se llevó consigo varias recetas de analgésicos.

“El descenso en el uso indebido a gran escala de drogas fue increíblemente rápido,” escribe él en su nuevo libro: “Recuperado: Cómo un accidente, el alcohol y la adicción me guiaron a Dios.” “En noviembre de 1999, antes del accidente, yo vendía carros, entrenaba para el Campeonato de la Máxima Lucha, y pensaba en las oportunidades de negocios. Para inicios del siguiente año, buscaba las más rápidas y mejores conexiones para conseguir drogas.”

Después de robarles $15,000 a sus padres para alimentar su adicción, Gallaty se encontró en el punto más bajo — echado a patadas de la casa de sus padres y advertido de que no regresara.

“Fueron los tres meses más duros de sus vidas, y ellos se lo pueden decir,” dijo. “Pero fue lo mejor para mí. Supe que no podía solucionarlo por mí mismo.”

Esto llevó a Gallaty, ahora pastor de Long Hollow Baptist Church en Hendersonville, Tenn., a lo que él llama una “conversión radical, tipo Pablo” el 12 de nov. de 2002.

La mayoría de los pastores no tienen el conocimiento íntimo de la adicción que tiene Gallaty, pero la mayoría dicen que lo han visto cara a cara a través de gente conectada a su iglesia e inclusive en miembros de su congregación.

Investigación LifeWay con sede en Nashville les preguntó a 1,000 pastores protestantes sobre sus conexiones personales con la epidemia opiácea y cómo sus iglesias están buscando abordar el asunto.

Dos tercios de los pastores (66 por ciento) dicen que un miembro de la familia de alguien de su congregación ha sido personalmente afectado por el abuso de los opioides.

Más de la mitad (55 por ciento) dicen que ellos o alguien en su congregación conoce a un vecino local que sufre por el abuso de los opioides.

Para la mitad de los pastores (52 por ciento), alguien directamente en su iglesia está lidiando con una adicción a los opioides.

Menos de un cuarto (23 por ciento) de los pastores dicen que no conocen personalmente a alguien afectado por esto.

“La epidemia de la droga se ha infiltrado en nuestras iglesias y vecindarios. No está localizada en una región en particular o en una clase socio económica,” dijo Gallaty. “La adicción no respeta personas.”

Los pastores de iglesias más pequeñas (con menos de 50 de asistencia) tienen más probabilidades de decir que no conocen a nadie conectado con su congregación o comunidad que esté afectado por el abuso de opioides (31 por ciento).

Los pastores en el noreste (11 por ciento) son menos propensos a decir que no tienen ninguna conexión personal de esa naturaleza.

“Más de dos tercios de inclusive las iglesias más pequeñas tienen conexiones con personas afectadas por el abuso de opioides,” dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Investigación LifeWay. “La adicción opiácea puede impactar a personas que no están en riesgo significativo de otro tipo de drogas.”

Respuesta de la iglesia

A pesar de que la mayoría de los pastores tienen experiencia personal con alguien que sufre de abuso de opioides, Gallaty dijo que muchos líderes de iglesia no saben dónde comenzar a responder a la epidemia opiácea.

“Algunos pastores tienen dificultades para entender los asuntos que rodean las luchas personales y no tienen un plan de acción para ayudar a aquellos en necesidad,” dijo.

Desafortunadamente, Gallaty dijo que algunos pastores son desdeñosos de esos adictos de ciertas áreas de su ciudad, pero él dijo que esa actitud es errónea por dos razones.

Al ser estudiante universitario de post grado con un trabajo de tiempo completo y al tener un hogar con padres trabajadores significa que Gallaty no llenaba esos estereotipos. “Nunca pedí ser herido, ni tuve la intención de volverme adicto a los medicamentos para el dolor,” dijo. “Sin embargo, me sucedió, como les ha pasado a muchos otros.”

Aún más importante, dijo Gallaty, “‘esos adictos’ son hijos e hijas de gente de nuestras congregaciones y comunidades. Todos son hechos a la imagen de Dios y necesitan saber que la adicción, como cualquier pecado, puede ser rota mediante el poder sanador del Evangelio.”

De acuerdo con el estudio de Investigación LifeWay, la mayoría de las iglesias están tratando de hacer algo.

Alrededor de 4 de cada 5 pastores (82 por ciento) dicen que su iglesia actualmente sirve a personas con adicción a opioides refiriéndose al apoyo espiritual incluyendo la oración o el discipulado.

Cerca de la mitad (46 por ciento) dicen que ofrecen apoyo físico incluyendo comida, alojamiento o ropa, mientras que ligeramente pocos (40 por ciento) ofrecen un programa de 12 pasos u otros grupos de apoyo para el abuso de sustancias.

Alrededor de 1 de cada 8 pastores (13 por ciento) admite que su iglesia actualmente no está haciendo ninguna de esas cosas por las personas con adicción opiácea.

“Cuando las iglesias ofrecen ayuda espiritual y física a aquellos en su comunidad, se encuentran con personas con muchas necesidades que van más allá de esas ofrendas,” dijo McConnell. “Las iglesias tienen que escoger si van a abordar esas necesidades más complejas, o van a ignorar las necesidades.”

Las iglesias grandes — aquellas con más recursos y más conexiones personales a la crisis — son más propensas a decir que ofrecen tanto la ayuda espiritual como la práctica a aquellos con adicción opiácea.

Gallaty dijo que una manera simple en la que las iglesias pueden abordar el problema es “educando a nuestra gente sobre los peligros de la adicción hablando de ello públicamente y predicando sermones sobre el tema. Los pastores no deben abstenerse de eso.”

A medida que personas con adicciones llegan a la atención de la iglesia, Gallaty dijo que las congregaciones y los líderes deben estar listos. “Cuando las personas llegan a nuestras iglesias como a hospitales por sanidad, los pastores deben tener un plan de acción para ayudarlos,” dijo.

“Podemos meter la cabeza en la arena y esperar que el asunto se disuelva, o podemos reconocer la necesidad y dar los pasos y tomar medidas junto a aquellos que están luchando.”

Metodología:

La encuesta telefónica a 1,000 pastores protestantes fue realizada del 29 de agosto al 11 de sept. de 2018. La lista de llamadas fue una muestra aleatoria estratificada, extraída de una lista de todas las iglesias protestantes. Fueron usadas cuotas por tamaño de la iglesia.

Cada entrevista fue realizada al pastor sénior, ministro o sacerdote de la iglesia a la que se llamó. Las respuestas fueron pesadas por región para que reflejaran más acertadamente la población. El muestreo completo es de 1,000 encuestas. La muestra provee un 95 por ciento de confianza de que los errores de muestreo no exceden más o menos un 3.2 por ciento. Los márgenes de error son más altos en los subgrupos.

Para más información, visite LifeWayResearch.com o descargue el reporte completo.