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EDITORIAL: Son un regalo


FORT MYERS, Fla. (BP) — Son un regalo … Estuve catorce años en la última iglesia de la cual fui miembro en Tennessee. En este tiempo aprendí muchas cosas y establecí fuertes relaciones de amistad y hermandad.

Al principio no me sentí muy cómodo, debido en parte, al sistema que tenían establecido para que las personas pudieran adquirir la membresía de la iglesia. Además de lo básico: haber recibido a Jesús como Señor y Salvador, y haber sido bautizado por inmersión como testimonio público en una iglesia de la misma fe, era un requisito inviolable, asistir a dos entrenamientos: Descúbrenos y Descúbrete.

En el entrenamiento llamado: Descúbrenos, se explicaba la estructura y organización de la iglesia y los diferentes ministerios que la misma tenía y se ofrecía la oportunidad a los futuros miembros de hacer preguntas relacionadas con cualquier aspecto de la organización y el funcionamiento de la iglesia.

En el entrenamiento llamado: Descúbrete, que se impartía en cuatro sesiones, se ayudaba a los participantes a descubrir su personalidad, sus dones espirituales, sus habilidades y se les ayudaba a recordar las experiencias vividas que afectaron, de alguna manera, sus vidas. Por último, un coach especializado ayudaba, personalmente a cada aspirante por separado, a analizar los rasgos de su personalidad y cómo estos actuaban con sus dones y las habilidades dadas por Dios de una manera única, para que él fuera lo que era: un ser único creado por Dios con un propósito.

Finalmente, un coach ayudaba a cada uno de los aspirantes a la membresía de la iglesia, a descubrir cómo sus características únicas, podían encajar en las múltiples áreas en las que podía servir en la iglesia. De esta manera se trataba de ayudar a ver cómo Dios le había preparado para servir de una manera especial para ayudar a la edificación de la iglesia.
Al vincular estas características con el entrenamiento Descúbrenos, el aspirante tenía diferentes opciones de servicio las cuales estaban acordes con su personalidad, dones y habilidades para servir específicamente en esa congregación. También el coach se encargaba de ponerse en contacto con el ministro o ministros del área o las áreas en las cuales el aspirante estaba interesado en servir para facilitar un encuentro.

De aquello que, al principio por no conocer en detalles de qué se trataba, yo rechazaba un poco, me convertí en un apasionado defensor y facilitador. De todos los ministerios en los cuales serví en aquella amada iglesia, este es uno de los que recuerdo con más pasión y en los que considero que cumplí un papel único, a pesar de que éramos mucho los coachees.
Por medio de las experiencias vividas como facilitador de Descúbrete, en realidad, descubrí muchas cosas. Una de ellas es que los dones espirituales son regalos espirituales hechos por Dios a cada creyente. Y como cualquier otro regalo, no se piden, ni se puede hacer algo para obtenerlos. Los dones espirituales, son dados por Dios con un propósito específico. Y como regalos en sí, son inmerecidos. No hay unos que sean más importante que otros. No son para enorgullecernos ni para menospreciar a los demás. No son para convertirnos en las “estrellas del espectáculo”. ¡Son para edificar a la iglesia!

Y una de las enseñanzas más importantes de este valioso proceso es que: Dios nos ha puesto, con nuestros dones, en una iglesia, en un momento, y es nuestro deber determinar el por qué lo ha hecho, y actuar en consecuencia.

Podemos estudiar mucho acerca de la personalidad y de los dones espirituales, y al final llegaremos a la misma conclusión: Son regalos dados por Dios para la edificación de Su iglesia.
Yo considero que si pudiéramos ayudar a los miembros y a los futuros miembros de nuestras iglesias a descubrir sus dones espirituales y sus personalidades y los ayudáramos para que pudieran dar un paso y obedecer, sirviendo en las áreas para las que Dios los ha dotado, veríamos un resurgir saludable en nuestras congregaciones. No solo con un sustancial aumento numérico, sino con el crecimiento y la madurez espiritual de los miembros.

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  • Óscar J. Fernández