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Judy puso a un lado su Kindle para hablarle vida a Héctor


HUNTLEY, Mont. (BP) — Judy Seiwert había estado visitando a sus nietos y estaba volando de regreso a casa, deseosa de pasar tiempo con un libro en su nuevo Kindle. Sentada junto a Héctor Esquivel, sin embargo, se sintió provocada a iniciar una conversación.

Esquivel estaba de regreso del funeral de su madre esa semana de 2011, y él se había sentido fastidiado por un grupo de cristianos que oraron por él en el velorio de su madre, le dijo él a Baptist Press. En una corta conversación obligatoria con Seiwert en el avión, él mencionó la muerte de su madre y dijo que ella estaba en un mejor lugar.

“Sí. ‘Ah, ¿entonces ella es cristiana?'” recuerda Esquivel que le preguntó Seiwert. “Yo dije: ‘Sí.’ Ella me preguntó si yo era cristiano, y le dije que no lo era.”

La verdad era que Esquivel tenía pensamientos suicidas en ese momento de su vida.

“Tenía muchos problemas. Estaba muy metido en las drogas. Tomaba mucho,” dijo Esquivel. “Estaba en un muy, muy mal camino.”

Es particularmente interesante, dijo Esquivel, que Seiwert hablara conmigo en el avión ese día. “La gente tiende a retirarse de mí,” dijo. “Me miran y se van, ‘Ay caray, ese hombre se ve problemático.’ Pero no Judy. Ella no estaba asustada para nada.”

Seiwert sabía que una conversación sobre asuntos espirituales con Esquivel era más importante que su Kindle, así que ella le preguntó a él si quería saber cómo podría ver a su madre de nuevo.

“Solamente compartí lo más básico de ser salvo. Compartí con él que si admitía que era pecador y creía en Cristo — que Cristo murió y fue a la tumba y resucitó luego — y comprometía su vida al Señor, entonces él podía ser salvo,” le dijo Seiwert a BP.

“Dije: ‘Pero le tienes que pedir a Jesús que entre a tu corazón. Yo no puedo hacerlo por ti. Lo compartiré contigo. Voy a comenzar la oración, pero tú tienes que terminarla y tienes que pedir.’ Y él lo hizo. Comencé a orar, y luego paré y él la siguió. Estaba muy emocionado, y supe que él había cambiado.”

Después de que Esquivel oró para aceptar a Cristo como su Salvador, él y Seiwert hablaron todo el camino hasta Billings. Ella supo que su camioneta necesitaba una reparación y le dijo que no se preocupara por eso porque su esposo Art era mecánico y se la arreglaría. En efecto, cuando aterrizaron cerca de la 1 a.m., los Seiwert hicieron que Esquivel los siguiera a la casa.

Art arregló la faja del abanico de la camioneta, y la pareja invitó a Esquivel a pasar la noche. Él declinó y se fue alrededor de las 6 a.m., recuerda él, para regresar a trabajar en un campo petrolero en Dakota del Norte.

Durante los pasados ocho años, Esquivel y los Seiwert han estado en contacto. Cuando él dejó Dakota del Norte para regresar a California, manejó a través de Montana y paró para visitarlos, y fue a un culto con ellos en la Valley Baptist Church en Huntley.

“Él ha llamado a mi esposo cuando se siente deprimido o en aprietos,” dijo Seiwert.

“Un día yo estaba afuera en el estacionamiento de mi esposo esperando para ir a almorzar con él, y Héctor llamó. Él dijo: ‘Hermana Judy, solo tengo una pregunta para usted.’ Él dijo: ‘Conocí a esta mujer,’ y comenzó a compartir algunas cosas. Y yo solo dije: ‘Corre, Héctor, corre.’ Él dijo: ‘¿Qué?’ Dije: ‘Ella no te está llevando al camino correcto. Eso no es bíblico.’ Él dijo: ‘Está bien, hermana.’

“Otra vez, él llamó y dijo: ‘Hermana Judy, solo tenía que decirle que estoy aquí de pie en el patio mirando el cielo, y oré para que alguien sea guiado al Señor como usted lo hizo conmigo.’ Eso me conmovió mucho,” dijo Seiwert.

Esquivel le dijo a BP que él cree que Dios puso a Seiwert junto a él en ese avión por una razón.

“Ya no soy más un drogadicto. Ya no tomo. Pienso en el asunto de vez en cuando, pero no lo hago,” dijo. “Todavía no estoy casado, pero no ando saliendo con chicas como lo hacía antes. Así que ha sido un gran cambio. Encontré una iglesia.”

En un intento de no parecer descuidado, Esquivel dijo que se corta el pelo diferente y se afeita diferente ahora.

“Estoy yendo a la iglesia desde que conocí a Judy. Judy me motiva. No sé lo que ella hizo. Fue el Espíritu Santo, por supuesto, pero ella plantó esa semilla en mí, y la plantó profunda,” dijo.

“Todos mis viejos amigos ya no son más mis amigos. Todo el mundo me dio la espalda debido a este cambio. A ellos no les gusta el nuevo Héctor. A ellos les gusta el viejo Héctor,” dijo Esquivel.

Los Seiwert le envían tarjetas a Esquivel ocasionalmente, y los tres se envían textos o se llaman por teléfono algunas veces. “El hermano Art todavía ora por mí,” dijo Esquivel.

Seiwert le dijo a BP: “Solamente estoy muy agradecida de tener a Héctor en nuestra vida. Fue un momento culminante en mi vida porque aquí estoy pensando que solamente voy a disfrutar este último momento de mi viaje, y sin embargo Dios lo usó de manera diferente, y eso fue maravilloso.”

Barrett Duke, director ejecutivo de la Convención Bautista del Sur de Montana, conoció a los Seiwert cuando predicó en Valley Baptist Church esta primavera. La pareja llevó a Duke y a su esposa a almorzar después de la iglesia, y cuando estaban hablando de evangelismo, la historia de Esquivel salió a relucir.

“La profundidad de la madurez espiritual y compromiso con el Señor fluyó de ella y de su esposo una vez que empezamos a hablar de las cosas de Dios,” le dijo Duke a BP. “Solo mirándolos, no se podría decir que haya algo inusual en ellos. Ellos se presentan al estilo típico de Montana — callados, reservados y estoicos. Pero esa es solo la respuesta aprendida a la vida rural de Montana.

“Esta pareja resultó estar lejos de alguna de esas características. Ellos están profundamente apasionados por la vida y el mundo. Completamente involucrados en la vida espiritual, y son amorosos,” dijo Duke. “Ellos me recuerdan que ese Estados Unidos rural todavía está muy vivo con fe y pasión por Cristo. Los cristianos en el Estados Unidos rural tienen mucho que ofrecer a la iglesia y al mundo. Las denominaciones los ignoran para su propia pérdida.”

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  • Por Erin Roach