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EDITORIAL: ¿Como librarse del resentimiento?


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en Español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.

FORT WORTH, Texas (BP) — 1. Reconoce que todo sufrimiento tiene un propósito, aunque muchas veces tú no lo veas. Job y la perdida de sus hijos.

2. Ora específicamente por los que no te quieren y te han dañado con palabras o acciones. Jesús y los fariseos. Hacer una lista de esas persona ayudaría algunas veces sólo para recordarlas concretamente.

3. Perdonar no significa que desees estar cerca de los que te han hecho daño. Aprende a perdonar. Perdonar es comprometerte a no desear ni hacer daño a los que te maltrataron. Aun más, es hacerles bien, siempre que puedas. Perdonar a tu enemigo no significa que éste se convierta automáticamente en tu amigo. En verdad, lo opuesto es lo común. El perdonar a alguien no significa que esta persona no quiera seguir dañándote. Sé astuto no busques que te hieran sin necesidad.

4. En lo que dependa de ti, protege tu corazón para que no te dañen de la misma forma en que lo hicieron antes. Esto muchas veces requerirá alejarte del que ofende. No cometas el mismo error de antes. Como Proverbios dice, querer corregir a un tonto a veces te hace tonto a ti también.

5. Ora para que tus sentimientos de dolor desaparezcan. Pero no te idealices ni te paces de romántico, sé realista. Que estos sentimientos no se hayan ido no significa que no hayas perdonado, podrían significar que no quieres ser herido de la misma forma otra vez. No pretendas que no te duele cuando todavía lo hace. De otra forma te haces un hipócrita, queriendo esconder esto por años. A muchos podrás engañar, pero no a todos. Es mejor confesar tu dolor al Señor, orar para que te los quite y ser honesto cuando seas requerido de explicación por otros.

6. A veces, cuando las ofensas vienen de tus amigos o familiares cercanos ignorarlos y apartarse es una acción cristiana. Jesús cuando fue ofendido por su madre y sus hermanos, prefirió concentrarse en su familia espiritual, y apartarse de sus familiares, hasta después de su muerte (Marcos 3).

7. No te veas forzado por nadie a arreglar algo que tu ya has hecho suficiente por arreglar. Si has hecho “lo que depende de ti” en las palabras del apóstol Pablo, recuerda que aun haciéndolo habrá otros que busquen la guerra y no la paz. Hay gente especialista en hacerte sentir culpable, porque según ellos “como hijo de Dios, no debes tener enemistades.” Si eso fuera así, el mismo Señor Jesús no calificaría como cristiano. En sus palabras, su propia familia lo despreciaba porque ellos creían que él los había ofendido (Mateo 13:57).

8. Cuídate del religioso en extremo. Hay dos tipos de religiosos peligrosos, el liberal y el legalista (Col. 2). Nunca los tendrás satisfechos. Nunca aceptaran que lo son. Ambos piden más de ti de lo que Dios pide en su palabra. Ambos piden de ti afiliación a su conducta y frecuentemente te ofenden para elevarse ellos en su desviación. Aprende a vivir en la tensión que Jesús vivió con los fariseos. A los liberales Dios les hizo ayuno, endechó y lloró, en la persona de Juan el Bautista, pero lo rechazaron y terminaron matándolo. A los legalistas, Dios les bailó, comió y bebió vino, en la persona de Jesús, pero lo rechazaron también, llegaron a llamarlo “borracho,” y terminaron matándolo. Como seguidor de Jesús, debes soportar la ofensa de estos religiosos resentidos con manto gnóstico de espiritualidad. ¿Si eso hicieron con el árbol verde, cuanto no te pueden hacer a ti?

9. Vive para el Señor sin resentimientos. Sirve, ayuda, predica, regala, goza la vida en plenitud, espera en Dios. Siempre habrá aquellos que por más que hagas esto, no estarán contentos contigo. Que esto no te sofoque. Pide al Señor, perdón para ti y para los ofensores. Imita a Jesús lo más que puedas. Espera la resurrección de entre los muertos, aunque para llegar a ella tengas que pasar la cruz y aguantar la afrenta de los que quieren verte maldecir. Sigue a Jesús, bendice aun en la cruz, pide perdón de Dios para tus ofensores.
La resurrección traerá la luz del divino perdón y la vindicación necesarias.

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  • Gerardo A. Alfaro