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EDITORIAL: Solidaridad Ministerial


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.

FORT WORTH, Texas (BP) — Muchos de nosotros que hemos vivido en Latinoamérica conocimos, hemos oído o leído sobre Francisco Lacueva. Teólogo evangélico, maestro y escritor prolijo español famoso por sus obras de traducción, su interlineal griego-español, y varios otros muy valiosos libros teológicos. Por algún tiempo, Dios le permitió a Guatemala y al SETECA gozar de la enseñanza de este maestro privilegiado, y muchos de nosotros fuimos nutridos por su contribución. Para mi no queda duda de que don Francisco Lacueva fue un gigante del estudio y enseñanza de la Escritura.

Entre uno de los varios libros teológicos que escribió se encuentra uno que, aunque muy poco se ha hablado de él, a mí me parece uno de los mejores. “Hablo de Espiritualidad Trinitaria” (CLIE 1983). Don Francisco se adelantó a muchos otros teólogos quienes ahora escriben sobre la importancia de la doctrina de la Trinidad para la vida individual y social. Dios es un Dios que vive en solidaridad trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu en su obra de creación, de redención y de consumación funcionan en solidaridad con ellos mismos, con los seres humanos y con sus hijos. El trino Dios es modelo de nuestra vida espiritual en profundas y concretas formas.

Hasta hace algún tiempo, creía que Lacueva había sido un muy buen maestro y teólogo por sus escritos. Pero algo me convenció de que en él hubo más que simple docencia académica. También era un hombre profundamente pastoral. Quizá más pastor que muchos que se llaman y ocupan puestos de pastores. ¿A qué me refiero?

X. Pikaza, famoso teólogo español, nos cuenta sobre la solidaridad de Lacueva, que según él, prefirió no graduarse de doctor en teología de la universidad de Salamanca, a permitir que la injusticia que la universidad le había hecho a Pikaza se quedara sin protesta. Así dice:

“El Sr. Lacueva quiso ser Doctor en Teología Católica en le Universidad Pontificia de Salamanca, siendo como era “evangélico”, el año 1984. Pero “protestó” (fue protestante, en el mejor sentido de la palabra), cuando a mí me expulsaron de esa Universidad (no me dieron el Nihil Obstat). Prefirió mi amistad a su doctorado, prefirió su fidelidad evangélica a su honor académico. Yo le insistí en que se presentara, a pesar de todo, con otro director de tesis, el actual obispo de Almería, pero no quiso. Y así murió sin ser Doctor por Salamanca. A él mi mejor recuerdo.” (http://institutointesand.blogspot.com/2013/06/dr-francisco-lacueva.html)

La tesis que presentaría sería basada en el libro de Espiritualidad Trinitaria, pero no la presentó por causa de su “fidelidad evangélica,” “su solidaridad ministerial.” Obviamente la solidaridad del Dios trino le había transformado genuinamente. Prefirió ser solidario con alguien que estaba en el mismo ministerio que él y “perder” algo sumamente concreto y valioso para él.

Al meditar en este ejemplo de solidaridad ministerial y teológica, no puedo más que pensar en la forma en que muchos pastores y maestros en busca de ministerio se comportan con sus colegas. Cuando una institución o iglesia despide a un profesor o un pastor, a muchos parece sólo interesarle cómo mandar lo más pronto su curriculum para tomar el puesto del despedido. Muy pocas veces se cuestiona si se ha hecho justicia o no. Se da la impresión, otra vez, que lo que importa es mantener nosotros nuestra buena reputación, y no ensuciarse con cualquiera que haya sido el problema. ¡Lo que interesa es que yo esté bien, y quizá con trabajo, dinero y reputación! Mientras se hizo injusticia con uno de mis colegas, los “currículum caen sobre la mesa” como buitres sólo interesados en la carroña! ¡Lo que se hizo con el otro no importa. ¡Mientras conmigo no haya problema! Lo he visto otra vez recientemente en círculos bautistas.

Esto, obviamente no es dar carta blanca para que se cuestionen todas las decisiones hechas con otros colegas. Algunas veces, la decisión tiene un trasfondo difícil de evaluar y valorar. Otras veces, fueron decisiones correctas y necesarias. Lo que no se debe olvidar es que tanto el maestro como el pastor comparten — o deben hacerlo — la función profética que les es inherente. El Dios trino es un Dios con voz profética que vive y anuncia justicia, y por lo mismo se pronuncia en contra de toda injusticia. Tristes teólogos y pastores aquellos que queriendo serlo, son todo menos justos, son todo menos solidarios con aquellos que han sufrido la injusticia de otros. Más tristes aun aquellos que se consuelan con el olvido a propósito, cuando a ellos se les haga injusticia, quizá se encuentren también solos, quizá no encuentren a un Lacueva que proteste.

Por todo esto y más, don Francisco Lacueva seguirá siendo una inspiración teológica, ministerial y espiritual. Lo es en la medida en que refleja en medio de tantos injustos individualistas, a un Dios solidario, a un Dios con una espiritualidad trinitaria.

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  • Gerardo A. Alfaro