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Los esfuerzos de ayuda después del desastre en Puerto Rico avanzan con los voluntarios de Texas


GUAYNABO, Puerto Rico (BP) — Calles inundadas, escasez de agua potable, interrupciones en los sistemas de comunicación, apagones eléctricos y las iguanas de seis pies de largo están entre los obstáculos que enfrentan ocho voluntarios de la Convención de los Bautistas del Sur de Texas (SBTC, por sus siglas en inglés) al completar los proyectos iniciales que facilitan los esfuerzos de alivio en desastres en Puerto Rico, después de los huracanes Irma y María.

El equipo dicha convención en Texas viajó del 15 al 23 de octubre, como respuesta ante la petición de Sam Porter, director nacional de Southern Baptist Disater Relief (SBDR), quien pidió que establecieran un centro de comunicaciones en el Seminario Teológico Bautista en Guaynabo, al sureste de San Juan.
La propiedad del seminario bautista también alhoja las oficinas y el centro de conferencias de la Convención de Iglesias Bautistas del Sur en Puerto Rico y las Islas Vírgenes.
Porter también solicitó un grupo pequeño de construcción para volver a techar los edificios localizados en el terreno de cinco acres donde está en seminario. Con su cocina, capilla, cuarto para tomar duchas, y su capacidad para alojar a 60 personas se espera que se convierta en una matriz de los esfuerzos de recuperación de la SBDR, dijo Porter en un correo electrónico del 9 de octubre enviado a Scottie Stice, director de ayuda en desastres en SBTC.
Stice había afirmado la decisión de ayudar a Puerto Rico, señalando que mientras la ayuda en desastres de la SBTC continuaba respondiendo ante la destrucción causada por el huracán Harvey en el sur de Texas, los equipos de comunicación ya no estaban trabajando en el área afectada y que sí podían enviar un equipo para reparar techos.
“Fuimos con manos y cuerpos disponibles para hacer lo que fuera necesario,” dijo Paul Cothren, voluntario con ayuda en desastres, y proveniente de Atlanta, Texas.
Usando metal corrugado encima de las vigas de madera, los voluntarios de SBTC volvieron a techar tres dormitorios y una casa para huéspedes, dijo George Yarger de Mabank, director de comunicaciones de la unidad del grupo de apoyo en desastres de la SBTC.
Los voluntarios primero tuvieron que asegurar su propio espacio para dormir y resguardarse de los fuertes vientos y lluvias. Cubrieron un porche abierto en el dormitorio en el piso arriba de la cocina y de la sala de reuniones, usando tablones de plástico.
“Estás en una isla. Las probabilidades de lluvia son diarias,” dijo Yarger.
“Tomamos la decisión de quedarnos [en el seminario] para lograr hacer la mayor cantidad de trabajo. Ahí nos instalamos,” dijo Cothren.
La recepción en los teléfonos celulares al inicio no era confiable. Yarger instaló en el seminario una estación de radio comunicaciones vía señales VHF, UHF y HF, logrando así sostener el contacto con la red VHF de la Cruz Roja.
Las repetidoras de señales para teléfonos celulares provistas por la Junta de Misiones Norteamericanas también fueron un gran instrumento para mejorar las comunicaciones al inicio de la misión, dijo Yarger.
“La red VHF era para los servicios de emergencia. Nosotros la checamos [a menudo],” dijo, añadiendo que el servicio de telefonía celular fue restaurado poco tiempo después, posiblemente ayudando a que no fuera necesario tener una estación de radio a largo plazo.
“Dejamos el equipo para que el próximo grupo pueda usarlo,” dijo Yarger. “No estoy seguro si lo necesitarán, ya que durante las últimas 72 horas hemos tenido una muy buena señal de telefonía celular. Eso esperamos.”
Los voluntarios también usaron una unidad portátil de radio para contactar a los miembros del equipo que hacían mandados en la camioneta rentada por el grupo. Yarger calculó que manejó “2,000 millas de viajes de ida y vuelta a los Home Depots.” Usualmente el sistema de navegación GPS que tienen los teléfonos celulares ha sido confiable para hacer esos viajes, pero no está garantizado.
Conseguir agua potable fue todo un reto. Los voluntarios consiguieron agua en las gasolineras además de unirse a los locales para llenar botellas con agua de los arroyos cercanos. Los arroyos, que normalmente fluyen en zanjas al lado de los caminos, fueron entubados con tuberías de PVC que “aparecieron misteriosamente” después de la tormenta, dijo Yarger. Añadió que ninguno de los residentes a quien preguntó sabía quién había provisto los tubos de PVC.
El equipo de la SBTC utilizó un pequeño sistema de filtración propiedad de Yarger para purificar agua para beber y cocinar. Anteriormente había sido una unidad mayor que funcionaba con rayos ultravioleta y que había sido provista por la Junta de Misiones Norteamericanas.
La falta de electricidad sigue deteniendo la recuperación de Puerto Rico. El equipo de la SBTC reportó que había filas de 200-300 personas esperando entrar a Walmart o a Sam’s Club, muchos con la esperanza de poder comprar un generador eléctrico.
“Todo depende de la electricidad. Mientras no haya electricidad, [Puerto Rico] no podrá ser una sociedad moderna,” dijo Yarger, añadiendo que fuentes locales indicaron que la fuerza eléctrica no sería restaurada si no hasta mediados de noviembre.
Aunque la electricidad es escasa, siguen habiendo conexiones eternas no sólo al nivel del suelo en Puerto Rico si no también en los cielos durante el viaje de 25 horas que el equipo hizo para regresar a casa después de estar en el Caribe.
En el vuelo de Santo Tomás a Miami, Yarger se sentó junto a Jackie, de 65 años, proveniente de las Islas Vírgenes y cuyo hijo había muerto en el huracán cuando el techo de su casa salió volando y las paredes colapsaron.
“Mi hijo era cristiano. Siempre quiso que yo fuera a la iglesia con él. Nunca lo tomé en serio. Ahora me arrepiento,” dijo Jackie a Yarger.
Yarger y otra pasajera, también una creyente, guiaron a Jackie a los pies de Cristo.
Mientras aterrizaban en Miami, Yarger dijo a ambas creyentes, “Las volveré a ver,” haciendo referencia al cielo.

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  • Por Jane Rodgers/Southern Baptist TEXAN