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EDITORIAL: La Reforma y las indulgencias, pasadas y actuales


LA MIRADA, Calif. (BP) — En este año se celebra alrededor del mundo los 500 años del inicio de lo que se conoce como La Reforma protestante. El 31 de octubre de 1517 el monje agustino Martín Lutero clavó en la puerta de la Iglesia del Castillo en Wittenberg en Alemania 95 tesis en las que criticaba abiertamente las ventas de indulgencias de la iglesia católica romana.

Lutero escogió ese día deliberadamente ya que era la víspera del Día de Todos los Santos y tanto la facultad de la universidad como muchos fieles asistían a la iglesia. Lutero inicialmente no tenía la intención de romper con la iglesia romana sino enfatizar la supremacía del evangelio de Cristo basada en su simplicidad y a la vez en su gran profundidad.

El evangelio o las buenas noticias de la salvación en Cristo es el fundamento esencial de la fe cristiana y desgraciadamente se había pervertido convirtiéndose en una práctica totalmente ajena a su esencia. De manera que, las indulgencias eran una distorsión absoluta del evangelio y, por lo tanto, dignas de ser repudiadas con severidad. Como resultado de esta acción, Lutero inició el movimiento que cambió el rumbo de la historia conocido como la Reforma Protestante y este 31 de octubre se conmemora su quinto centenario.

Como mencioné anteriormente, el Papa y la iglesia católico romana habían hecho de las indulgencias una práctica común. La base de esta tradición estaba basada en la creencia que el favor divino se podía obtener por méritos humanos, especialmente económicos. En otras palabras, al dar dinero a la iglesia, Dios perdonaba pecados y hacía que el donante pasara menos tiempo en el purgatorio después de su muerte. De esta forma, la ofrenda religiosa era el pago necesario para tener una buena relación con Dios. Como era de esperarse, esta práctica se volvió muy popular debido al deseo innato de los seres humanos por agradar a Dios.

Desgraciadamente, en la actualidad y a 500 años del inicio de La Reforma, muchas iglesias protestantes continúan con la misma práctica a la que los reformadores se opusieron con tanta vehemencia. Muchos líderes “cristianos” continúan promoviendo la idea de que el favor divino se obtiene a través de ofrendas económicas. Estas iglesias o movimientos hacen de la religión, en este caso de un cristianismo sin bases bíblicas serias y con un Cristo distorsionado, una fuente de ganancia abusando de muchas personas que desean obtener el agrado de Dios.

Es evidente que la venta de indulgencias para salir del purgatorio ya no es una práctica común. Ahora estas iglesias y sus líderes proclaman que Dios ofrece prosperidad a aquellos que demuestran su fe por medio de sus ofrendas. Enseñan que Dios derrama bendiciones solamente en aquellos que “le creen” por medio de sus “pactos” o “siembras” económicas. De esta manera, las personas tienen en sus manos la posibilidad de “parar de sufrir” al dar su dinero a estos líderes e iglesias que sirven como administradores de un Dios que supuestamente derrama bendiciones a aquellos que con su dinero ponen de forma tangible su fe.

Tanto la venta de indulgencias hace 500 años como la venta de bendiciones que de diferentes maneras promueve el evangelio de la prosperidad son prácticas que totalmente distorsionan a Cristo. Antes, la iglesia abusaba del temor de las personas por el purgatorio; ahora, estas “iglesias” toman ventaja de un mundo en el que la riqueza es meta que indica que se ha alcanzado el éxito en la vida. Ambas prácticas están disfrazadas de religiosidad y usan a Dios y a Cristo como excusa para el enriquecimiento ilícito de los líderes religiosos.

La Reforma no fue un acontecimiento que sucedió en un momento histórico sin ninguna relevancia en la actualidad. De hecho, los cristiano después de La Reforma han usado la frase “Ecclesia Semper reformanda” (la iglesia se sigue reformando siempre) para indicar que el cristianismo debe seguir en su búsqueda de reflejar completamente los valores de Cristo. La iglesia de Cristo necesita enfatizar siempre que la gracia de Dios se derrama libremente, sin condiciones o méritos humanos y muchísimo menos por medio de indulgencias u ofrendas económicas. La celebración del quinto centenario de La Reforma protestante es una excelente oportunidad para “protestar” contra cualquier práctica que distorsione el verdadero evangelio de la gracia de Dios.

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  • Octavio J. Esqueda