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‘Ministros de campo’ de prisión ven amplio impacto


HUNTSVILLE, Texas (BP) — “He estado en prisión antes,” reflexiona humildemente Michael Ríos. “Entré cuando era muy joven. Tenía las ideas correctas, tenía las intenciones correctas: salir, casarme, tener una vida.”

Con uniforme de prisión blanco, Ríos habla lenta pero directamente mientras sus manos tatuadas gesticulan lentamente para acentuar sus palabras. Él ha estado en prisión más tiempo del que sus compañeros reclusos siquiera han vivido. Aunque Ríos tenía las “intenciones correctas,” las malas decisiones lo mantuvieron encarcelado.

Una sensación de fatiga puede ser detectada en su voz, pero curiosamente, está empequeñecida por otro sentimiento: esperanza. Sus años detrás de las rejas le ofrecen perspectiva sobre la vida en prisión que abre puertas para proveer a los otros reclusos exhortaciones de valor eterno.

“Veo mucho de mí en estos tipos,” dice Ríos. “Ellos quieren irse a casa, pero si no tienen su fundamento en Dios, van a fallar … Dios me dio un chance y fallé, así que trato de llegar a otros para que no fallen.”

Ríos es uno de los cuatro “ministros de campo” de la unidad Estelle en Huntsville, Texas, desplegado después de graduarse del programa en prisión de bachillerato del Seminario Teológico Bautista Southwestern en la unidad Darrington en Rosharon, el cual equipa a reclusos que cumplen cadena perpetua con una educación teológica y luego los envía a otras prisiones a lo largo y ancho del estado para que inviertan su vida en compañeros reclusos.

“No nacimos para vivir en esta caja,” declara Ríos como profeta de esperanza para aquellos más o menos anulados por la sociedad. “Nacimos para ser padres, esposos, líderes y siervos en nuestra comunidad.

“Ustedes han hecho quizá 3,000 decisiones para llegar acá. Todo lo que tienen que hacer es hacer la decisión que los ayudará a salir, la cual es [seguir a] Cristo.”

Southwestern inició su programa de extensión Darrington en 2011, con Ríos y los compañeros ministros de campo de Estelle, Raymond Ramírez y Michael Ryan en la clase inaugural de 33 reclusos que se graduaron en mayo de 2015 con el título de licenciados en estudios bíblicos. Treinta y tres reclusos adicionales — entre ellos Billy Jones, el cuarto ministro de Estelle — se graduaron el siguiente año. Estos 66 hombres han sido enviados a otras unidades — o, como lo ven ellos, campos de misión — con Ríos, Ramírez, Ryan y Jones todos asignados a Estelle.

Los cuatro ministros de Estelle, quienes le rindieron su vida al Señor mientras estaban en prisión, atestiguan que el Southwestern los impactó grandemente. “Verdaderamente me ha sacado de mi caparazón,” dice Ríos. “Me moldeó y me formó para ser lo que Dios quiere que sea.”

Ramírez añade: “Muchas de mis preguntas fueron contestadas. Y eso me ha impactado tanto que me ha dado el deseo de enseñar, para pasar lo que he aprendido. Así que ahora, eso es lo que realmente estoy haciendo, doy muchas asesorías, muchos discipulados, mucha enseñanza.”

Desde que llegó a Estelle, Ramírez aprendió el lenguaje de señas en cuatro meses para poder ministrar a la comunidad sorda de la prisión. A menudo le preguntan cómo se las ingenia para lograr tal hazaña, y su respuesta es simplemente: “Hombre, no sé. Yo mismo me quedo pasmado de eso.”

Ramírez también trabaja con la comunidad en español de la unidad y dirige un “mini seminario” dentro de la comunidad de habla inglesa llevando a sus estudiantes a través de un currículo teológico que él mismo escribió con base en su educación de seminario, completo con exámenes, exámenes cortos, revisiones de libros y presentaciones.

Ríos, mientras tanto, se ha convertido en la primera opción para consejería que los guardas buscan cuando los reclusos están en necesidad, inclusive tiene acceso a la sección de máxima seguridad de la prisión. Ryan dirige estudios bíblicos y visita las habitaciones en la instalación médica. Y Jones recorre la parte norte de la prisión, celda por celda e involucra a los reclusos en la conversación. También da consejería y enseña clases de discipulado que cubren temas como historia bíblica e interpretación y cómo evangelizar.

A través del curso de su ministerio, Ríos, Ramírez, Ryan y Jones han encontrado que simplemente estar ahí para los reclusos y asegurarles que son amados puede quebrantar inclusive al criminal más endurecido hasta las lágrimas. La experiencia de tener a tales personas accesibles y compartir sus profundos e íntimos pensamientos ha llevado a Ríos a concluir que “tiene que ser Dios el que hace estas cosas.”

“Las personas que están acá realmente necesitan a alguien,” añade Ryan. “Así que Dios solamente me puso aquí y me dio esta educación sin ninguna razón; me la dio no solamente por el conocimiento, sino para que yo pudiera estar disponible para alguien … Si hay alguien que pueda usar algo del amor de Jesús, serían [estos reclusos].”

Chris Carter, guarda sénior en Estelle, dice que los esfuerzos de los cuatro ministros han transformado la cultura de la prisión. Un torneo de baloncesto el otoño pasado, por ejemplo, vio a personas de cada raza participando, sin peleas o problemas de ninguna clase. Previamente, dicen los guardas, los reclusos no hubieran estado dispuestos a estar juntos en el mismo salón. Debido a la influencia de los ministros de campo, los reclusos no solamente se divirtieron ese día durante el torneo, sino que, en medio de los partidos, oraron juntos.

“Cuando presentas a Dios a una cultura, dejan de pelear; la agresión se va,” dice Carter. “Comienzan a buscar maneras de edificarse mutuamente como hermanos. Ya no se miran más el uno al otro como enemigos.”

En línea con este cambio de cultura, los ministros han comenzado a observar en sus discípulos ansias de hacer discípulos propios. Jones fue testigo de uno de sus estudiantes que se acercó al miembro de una pandilla conocida como “el Círculo Ario” después de aprender un método de evangelismo llamado los “3 Círculos: Guía Para Conversar,” desarrollado por la Junta de Misiones Norteamericanas.

El estudiante preguntó si el miembro de la pandilla había oído de “los tres círculos.” Intrigado simplemente por la palabra “círculo,” la cual asumió que se relacionaba con su pandilla de alguna manera, el pandillero dijo “no” y entonces preguntó de qué se trataba.

“Y así [el estudiante] pudo presentarle el evangelio usando los tres círculos con él, y ahora [el pandillero] va a la iglesia cada domingo,” dijo Jones. Gozosamente reflexiona: “Eso [el método de evangelismo] fue algo que le enseñé al hombre.”

Similarmente, a Ríos le dicen frecuentemente: “Quiero hacer lo que tú haces. Necesitas preguntarle al guarda si puedo conseguir un [pase de seguridad] solamente para ir contigo.”

Aunque honrar tal petición no podía ser posible, Ríos sin embargo afirma el sentimiento. “Esa es una de las cosas que trato de hacer — animarlos a buscar los dones que Dios les dio,” dijo. “Y trato de ayudarlos a crecer y a que se vuelvan buenos siervos y buenos líderes y a que permanezcan humildes.”

Un versículo clave para todos los ministros — que es evidentemente logrado en Estelle — es 2 Timoteo 2:2, el cual dice: “Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros.”

“Creo que ayudándolos a inculcar [los valores y principios de la Biblia] en ellos mismos, pueden lograr lo que yo he logrado, pero aun más que yo,” dice Ramírez. “Pueden lograr más de lo que inclusive yo tengo, porque es lo que la Biblia es capaz de hacer.”

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  • Por Alex Sibley