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EDITORIAL: Somos Llamados


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.

GRAPEVINE, Texas (BP) — La vida de un cristiano tiene que ver con un llamado que viene exclusivamente de Dios. Cuando aceptamos a Cristo en nuestras vidas como Señor y Salvador, Cristo nace en nosotros. 2 Corintios 5:17 dice claramente: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Vemos en Lucas 19:10 a Cristo proclamando el propósito que Dios le dio para venir al mundo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Al ser salvos en Cristo somos llamados a ser audaces para Él. 2 Timoteo 1:12 dice: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” Somos llamados a testificar abiertamente en este mundo sobre Cristo. No debemos de tener miedo al hablar y proclamar el evangelio. El mundo está mirando las vidas de los que dicen seguir a Cristo. Pero lamentablemente la iglesia y los creyentes no están llevando el mensaje de salvación. Nunca debemos dejar de predicar y vivir abiertamente la vida en Cristo. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de hablar y vivir para Cristo públicamente? Somos llamados a ser audaces y valientes para Él en todos los lugares y en todas las circunstancias de nuestras vidas. En Hechos 5:42 vemos que los primeros cristianos siempre mostraban valor cuando se trataba de seguir a Cristo públicamente, “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.”

Al ser salvos somos llamados a sobre llevar y soportar sufrimientos. Hoy en día todo lo queremos fácil. Pero en la vida cristiana muchas veces tenemos que pasar sufrimiento. Es parte de la vida y no podemos evitarlo. Para seguir a Cristo públicamente muchos tendrán que soportar gran sufrimientos y en muchos casos la muerte. Lo vemos en 2 de Timoteo 1:8: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.”

Hace como unos 150 años hubo un gran avivamiento en Gales. A raíz de ese gran despertamiento espiritual muchos matrimonios sintieron el llamado de ir al campo misionero. Algunas familias fueron a la parte norte de la India. En esas regiones de la India había tribus salvajes que decapitaban a sus enemigos y las exhibían en postes por todas partes, eran conocidos como cazadores de cabezas. Esos misioneros no fueron aceptados por nadie; sin embargo, ellos allí se quedaron aprendiendo el idioma y adaptándose a esa cultura. Después de unos años finalmente una familia empezó a venir a los cultos que ellos tenían. Con el tiempo el padre aceptó a Cristo y después la esposa y los dos hijos. Esa familia fue clave para el ministerio en ese lugar. Pronto muchas familias empezaron a venir a los cultos y un gran número de personas se convirtieron a Cristo. Esa primera familia estaba haciendo un gran impacto para Cristo en toda esa región de la India.

El jefe de la tribu estaba muy descontento con esa familia porque estaban ganando mucha gente para la religión de los hombres blancos. Al final el concilio de la tribu capturó a la familia y el jefe le dijo al padre, “Queremos que renuncies públicamente a este Cristo o te va ir muy mal.” Él mirando a su familia, dijo: “lo siento, pero no puedo renunciar el nombre de Cristo.” Otra vez el jefe le dijo: “Sí no renuncias públicamente a Cristo vamos a matar a tus dos hijos.” Pues él viendo a sus dos hijos que amaba mucho; no podía renunciar el nombre de Cristo. Él entonces empezó a decir estas palabras que ahora es un cántico muy conocido en todo el mundo cristiano.

“He decido seguir a Cristo, He decido seguir a Cristo, He decido seguir a Cristo: No vuelvo atrás, No vuelvo atrás.”

Cuando terminó de decir esas palabras, dos arqueros tomaron sus arcos y con dos flechazos mataron a sus dos hijos. Otra vez el jefe le dijo: “renuncia el nombre de Cristo o vamos a matar a tu esposa.” El viendo a su esposa que amaba tanto y viendo a sus dos hijos muertos, dijo: “no puedo renunciar a Cristo” y empezó a decir estas palabras.

“Aunque nadie va conmigo, Yo aún te sigo, Aunque nadie va conmigo, Yo aún te sigo, Aunque nadie va conmigo, Yo aún te sigo: No vuelvo atrás, No vuelo atrás.”

En eso el arquero mató a su esposa. Otra vez el jefe le dijo, “renuncia a Cristo públicamente o te vamos a matar.” El viendo a sus dos hijos muertos, y ahora su esposa muerta, dijo: “no puedo renunciar a Cristo”. Levantó sus ojos y manos al cielo y dijo estas palabras.

“El mundo atrás, La cruz delante, El mundo atrás, La cruz delante, El mundo atrás, La cruz delante: No vuelvo atrás, no vuelvo atrás.”

El arquero con un flechazo mató al hombre. El jefe de la tribu no podía creerlo. Tenía a los dos hijos, la esposa y el marido muertos allí delante de él. Pero un milagro ocurrió en la vida de ese jefe ese día que ordenó la muerte de esa familia. Esa escena tocó el corazón del jefe. El empezó a preguntarse: “¿Por qué murió este hombre, su esposa y sus dos hijos por un hombre que vivió en un país lejano en otro continente hace unos 2,000 años? Ellos murieron porque tenían en sus vidas un poder sobrenatural y yo también quiero tener ese poder sobrenatural en mi vida.” La historia cuenta que El jefe confesó su pecado y aceptó a Cristo públicamente delante de todos. Cuando la tribu oyó esa confesión de fe, todos aceptaron a Cristo.

Nosotros vivimos en un país donde podemos hablar públicamente el nombre de Cristo y no nos van a matar. Pidámosle a Dios que nos dé ese valor para compartir el mensaje de Cristo a todo el mundo. ¡Comparta hoy la salvación de Cristo con alguien!

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  • Por Michael A. Gonzales