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EDITORIAL: La fe de los “ningunos”


SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — Uno de las tendencias más intrigantes en el escenario de la fe de nuestra nación, en los últimos años, ha sido el crecimiento tan vertiginoso de adultos quienes no se identifican con ningún grupo religioso. A la hora de preguntarles si tienen una fe en particular, estos se consideran no estar afiliados a ningún grupo o iglesia.

En inglés, son conocidos como el grupo de los “nones.” Hoy se estima que 1 de cada 5 personas en nuestro país, un tercio de los adultos con menos de 30 años de edad, no tienen ninguna afiliación religiosa, según investigaciones del Pew Research Center. Este es el porcentaje más alto en la historia de la nación e incluye a más de 13 millones quienes se describen a sí mismos como ateos o agnósticos y 33 millones quienes dicen no tener ninguna afiliación religiosa. Sin duda, un segmento tan importante de la población revela el inmenso campo misionero que tiene nuestra iglesia estadounidense.

Investigaciones recientes del Pew Research Center sobre este grupo revelan que una gran mayoría de estos “ningunos”(78%) dice haber crecido como miembro de una religión en particular. En otras palabras, fueron a nuestros templos antes de deshacerse de su identidad religiosa como adultos. Algunos de ellos crecieron en la iglesia desde niños pero al llegar a ser adultos, dejaron a un lado la fe sus padres. Todos sabemos de la importancia de alcanzar a nuestra juventud con el evangelio y del peligro de tener una iglesia carente de adolescentes y jóvenes adultos.

Por varios años, me dediqué a enseñar a jóvenes en la Escuela Dominical. Lo considero uno de mis más grandes privilegios. Recientemente, me encontré a uno de mis alumnos de una de estas clases. Fue una alegría reencontrarnos de nuevo después de tanto tiempo. Sentía gran gozo al verle ser un hombre, desarrollarse, haber completado sus estudios en la universidad y estar ahora formando una hermosa familia. ¡Cómo pasa el tiempo! Al platicar de muchas cosas y preguntarle cómo estaba su fe y caminar con Cristo. Mencionó que ya no asistía a la iglesia, pero aún se consideraba espiritual. En ese momento sentía que una puñalada atravesaba mi corazón. Este valioso joven se identificó a sí mismo como uno de los ‘ningunos’. Hoy al pensar en este encuentro y hacer memoria de los días que dedicamos juntos a estudiar la Palabra, mis ojos se llenan de lágrimas. Me pregunto: “¿qué pasó?. Señor, ¿en que fallé?”

El Pew Research Center en su artículo del 24 de agosto de este año titulado “Why America’s ‘nones’ left religion behind” (Por qué los ‘ningunos’ de América dejaron la religión atrás) menciona múltiples razones por las que este gran número de personas ha dejado su fe antigua. Las respuestas más mencionadas (49%) se relacionan con la carencia de creer o falta de fe. Estas incluyen desilusión, falta de interés, evolución de sus creencias o simplemente una crisis de fe. Esto llama mucho la atención. ¿No creen? Pero si antes lo hacían, ¿cierto?. Algún día lo sabremos. En verdad, esto resulta complejo y difícil de entender.

La pregunta es obvia, ¿dónde dejaron los “ningunos” la fe que le entregaron sus padres o que escucharon de sus maestros de escuela dominical? La biblia afirma que la fe es la convicción de lo que no se ve. Es la certeza de lo que se espera. Esa fe no se traspasa por ósmosis. Esta debe ser poseída y abrazada. Debe ser experimentada de una forma personal. Comienza con el oír pero debe ser encarnada de forma individual. Dios no tiene nietos.

Otro grupo de razones que estos dan es su disgusto con la religión organizada. Mantienen un sentimiento en contra de la religión institucionalizada, piensan que la religión se enfoca en el poder y la política y causa conflicto. Todo este material para digerir y ponderar con mucha sabiduría si queremos alcanzar y “re evangelizar” a este creciente segmento de la población. La iglesia, cuya misión es alcanzar a los que están fuera de ella con el evangelio, necesita también evaluar los métodos y mecanismos que está usando para llegar a donde estos están. Una iglesia que haga esto en nuestro país será exitosa.

Un tercer rubro de opiniones se concentra en el estar indeciso o inseguro de su fe o religión. Pareciera que estos son los más fáciles de asimilar si enseñáramos más apologética en nuestras congregaciones, no sólo desde el púlpito pero en nuestros grupos pequeños. Obviamente, hay muchas razones por las que las personas dejan la fe. Lo cierto es que tenemos ante nosotros un gran reto que con la ayuda de Dios podemos asumir.

“Re-envangelizar” a este gran grupo de personas, en su mayoría milenarios mayores (34%) nacidos entre 1981 y 1989 y milenarios más jóvenes (36%) nacidos entre 1990 y 1996, es parte de la preponderante misión de la iglesia nacional para estos tiempos. Al hacerlo, no debemos olvidar de dónde vienen y en dónde están espiritualmente. Su fe es la fe que oyeron y leyeron en su niñez o temprana juventud. Esta fe fue tomada de las páginas de la Biblia. Estos llegaron a la universidad o a la joven adultez y aunque pueden recordar algunas de ellas, estas no les hacen sentido. Hoy están sentados en diferentes bancos del río de la vida buscando y saboreando otras cosas, ejercitando su propia lógica, explorando nuevos rumbos, insatisfechos de sus experiencias anteriores.

Las palabras del apóstol Pablo en Romanos 10.1 irrumpen nuestro pensamiento “Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación.” ¡Sigamos adelante!

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  • Por Luis R. López