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EDITORIAL: Luminares en el Mundo (Filipenses 2:12-18)


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.

COTTONWOOD HEIGHTS, Utah (BP) — Debido a los vientos de cambio social que vive esta gran nación es imperativo que entendamos la función que nos corresponde vivir y actuar como representantes del Reino de Dios. A riesgo de que tal vez parezca que estoy ofreciendo una respuesta simplista en la opinión de algunas personas, me enfocaré en este artículo en el pasaje bíblico de Filipenses 2:12-18 donde encuentro tres instrucciones dadas por el Apóstol Pablo a los cristianos de todas las épocas, por consiguiente la nuestra, para poder vivir como “luminares en el mundo”.

En Filipenses 2:12-18 el gran Apóstol Pablo comienza su pensamiento con la frase “por tanto”. Obviamente esa frase está haciendo referencia al importantísimo pensamiento expresado con anterioridad a lo que está a punto de decirnos. Y es que en los versículos anteriores el Apóstol declara que ante el sacrificio de Siervo realizado humilde y obedientemente por Cristo “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filip. 2:10-11). En otras palabras, debido a que la humanidad entera (es decir, todos los seres humanos que viven, han vivido y vivirán), un día todos declararán con sus propias palabras a Jesús como el Señor y doblarán sus rodillas ante Él, aunque para los que no lo hicieron en vida ya será demasiado tarde. “Por tanto” — dice Pablo –, y es aquí donde tomamos el tema de hoy haciéndonos la pregunta: ¿cuál es nuestra función como representantes de Dios en estos tiempos y cómo vamos a hacerlo?

Por tanto, seamos obedientes a la voluntad de Dios para nosotros (v.12). Esta es la primera instrucción de Pablo para los discípulos de Cristo, haciendo énfasis en: “como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia”. Podemos ver que lo que aquí nos dice el Apóstol es que la motivación para hacer la voluntad de Dios debe “nacer de adentro” para que en verdad suceda y esto manifestado en respeto a Dios y reverencia a todo lo que Él implica para nosotros. Y es que definitivamente es Dios Quien en nosotros hace posible el deseo y la iniciativa para obedecerle (v.13) por medio de Su Espíritu Santo restando únicamente nuestra responsabilidad personal en “ocuparnos” de ello. Pablo añade que al hacer la voluntad de Dios en nuestra vida no hay lugar para las murmuraciones ni las contiendas (v.14). El murmurar habla de inconformidad de aceptar algo que tiene que ver con nosotros, y las contiendas nos describen pleitos que causan divisiones. Ésta claramente no es la voluntad de Dios para nosotros cuando debemos ser representantes de Él para el mundo que nos observa. Ya lo dijo Cristo claramente: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuvieres amor los unos con los otros” (Juan 13:35). De aquí se deriva la siguiente clara instrucción para nosotros como representantes de Dios en estos tiempos.

Por tanto, seamos obedientes a la voluntad de Dios para nosotros y haremos como cristianos la diferencia en la sociedad en que vivimos (v.15). Pablo explica que los seguidores de Cristo deben esmerarse en ser “irreprensibles” y “sencillos” representando dignamente a Dios como Sus hijos delante de una sociedad reprobada moralmente delante de Él. He aquí de la aplicación directa y la importancia de este texto para nosotros hoy día. El discípulo refleja la luz de Cristo en la oscuridad reinante; el verdadero creyente es la sal de la tierra para darle verdadero sabor a esta vida, ¡nuestras vidas brillan como “luminares en el mundo” cuando estamos viviendo para Dios y la humildad y la sencillez deben caracterizarnos! Ya alguien ha dicho que entre más negra es la oscuridad de la noche, con mayor facilidad se pueden mirar las estrellas que brillan en el firmamento. He aquí algunas maneras que la Biblia menciona en que podemos brillar en la oscuridad:

— No devolviendo mal por mal ni maldición por maldición, sino bendiciendo (1 Pedro 3:9)

— Haciendo bien nuestro trabajo, aun con patrones difíciles de soportar (1 Pedro 2:18)

— Respetando a la autoridad y a las instituciones (1 Pedro 2:13)

Y la lista desde luego podría continuar. La Biblia y la naturaleza nos enseñan que “la luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecen contra ella” (Juan 1:5). A continuación solo resta la tercera instrucción para nosotros como representantes de Dios en nuestros días

Por tanto, seamos obedientes a la voluntad de Dios para nosotros y haremos como cristianos la diferencia en la sociedad en que vivimos si permanecemos fundamentados en la Palabra de Dios. El Apóstol Pablo lo dice con las palabras “asidos de la palabra de vida” (v.16). La palabra asidos conlleva la idea de estar aferrados, sujetados completamente del inconmovible cimiento de la Palabra de Dios. Con la fuerza y fortaleza que la Palabra viva que Dios da a todo aquel que la anhela debemos permanecer tomados de ella sin soltarlos, sin menguar en el agarre lo absoluto. Solo tomados fuertemente de la Biblia, la palabra de Dios es la única manera de permanecer en Cristo hasta el final; cualquier otra manera menor que ésta puede conducir a la incertidumbre espiritual (“para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”). Es innegable que Pablo estaba dispuesto a cualquier sacrificio por Cristo y por Su iglesia (v.17). Y estaba dispuesto porque pensaba en lo que esto produciría en la fe de los demás creyentes y lo hacía con “gozo” y “regocijo”.

Finalizo esta meditación con el siguiente pensamiento: no nos olvidemos ni por un instante que Dios está en Su trono en este mismo momento; no olvidemos que está en control de los tiempos y que en Su soberanía decidió que naciéramos y viviéramos en estos días; en otras palabras: “para esto hemos nacido” (Ester 4:14). Oremos pidiéndole a Dios valor para vivir en medio de estos tiempos como dignos representantes del Reino. Tomemos en serio estas tres instrucciones para vivir y pongámoslas en práctica y enfrentemos el presente y el futuro haciendo la diferencia viviendo como verdaderos “luminares en el mundo”.

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  • Por Rafael Gutierrez