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EDITORIAL: La revitalizacion de la iglesia en el contexto del discipulado


NASHVILLE (BP) — La Revitalización de la Iglesia, en el contexto del discipulado, tiene implicaciones teológicas y misiono lógicas. Debido a que una gran parte de las iglesias han caído en un sistema de entretenimiento y han perdido de vista su verdadera misión y visión, de “Hacer Discípulos” en el contexto de la Gran Comisión de Jesús, de Mateo 28:18-20.

Las implicaciones misionológicas de no hacer discípulos, cancela el corazón de la misión de Jesús en el primer siglo de la era cristiana. Si bien es cierto Jesús empieza su misión y ministerio público, de una manera extraordinaria al hacer milagros que provocaron que multitudes lo siguieran, sin embargo, tomo una decisión misionológica y teológica en su ministerio terrenal, “No mas milagros y se concentro en seleccionar a 12 personas que le siguieran y se convirtieran en discípulos, y no solo en creyentes espectadores de sus milagros. La propuesta que hago es que necesitamos mover a la iglesia del entretenimiento al discipulado, a los creyentes convertirlos en discípulos, a la comunidad en una comunidad de discípulos que abrazan una misionologia Cristocéntrica.

En la vida de Jesús es obvio que el “hacer discípulos” fue el centro del centro. Me atrevería a decir que no hubo aspecto de su ministerio tan importante como el discipulado. Claro, El vino a morir por nuestros pecados y resucitar de los muertos para nuestra justificación; pero todo eso lo hizo en un fin de semana, en cuanto al tiempo se refiere. También Él enseñaba, se entrevistaba con personas como Nicodemo y la samaritana, se metió en tamaños pleitos y polémicas. Pero en cuanto al tiempo que les dedicó, y en cuanto a su importancia crucial como estrategia misionera, el hacer discípulos recibió el lugar privilegiado en el ministerio de Cristo. Él siempre tuvo tiempo para ellos, y a veces se retiraba “aparte” con ellos para darles su atención completa. Los formó a su imagen y semejanza y los preparó para dejar la obra en sus manos. Hacer eso fue el meollo de su ministerio. Y creo firmemente que también hoy en la labor nuestra, en la proyección de la misión de la iglesia, el hacer discípulos demanda esa prioridad.

Este pasaje, de Mateo 10:1, introduce por primera vez en el relato bíblico a “sus doce discípulos”. En su sentido más amplio “discípulo” (mathetés en griego) significa “adherente, seguidor” en general (1), pero de “los doce” como discípulos de Jesús, el término implica incalculablemente más. Son sus seguidores en el sentido más estricto, sus aprendices, su “socios” comprometidos con Él en vida y muerte. Más adelante, en el libro de Hechos, “discípulo” es prácticamente sinónimo de «cristiano» (o somos discípulos o no somos cristianos), y en algunos autores, como Ignacio de Antioquía, el término se usa particularmente para los mártires.

Ser discípulo de Jesús significa ante todo seguirle (Lucas. 9:60; Mc 1:18; 10:28), ir detrás de él (Marcos 1:17,20). Estas expresiones tienen un triple sentido, más bien podemos llamar las tres dimensiones en las tradiciones sobre el discipulado. Se refieren, en primer lugar, al seguimiento físico, e implican ir físicamente de tras de Jesús con el objeto de aprender de él; no solo de sus palabras, sino también de su forma de actuar. En segundo lugar, se refieren a una actitud vital que consiste en compartir su estilo de vida. Y en tercer lugar, seguir a Jesús significa estar dispuestos a compartir su destino.

El seguimiento supone, pues acompañar a Jesús para escuchar sus enseñanzas y para ver sus signos, pero supone también vivir como él vivía y compartir su destino.

Hasta una próxima reflexión.