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Los ministerios en las cárceles fomentan el crecimiento personal, espiritual


WETUMPKA, Ala. (BP) — Cuando una mujer presa entra en la Prisión Julia Tutwiler en Wetumpka, Ala., pierde su vida pasada. Pero ante los ojos de Alicia Smallwood, también gana una oportunidad de tener una nueva vida en Cristo sin importar las circunstancias presentes o las pasadas.

“Ella (la presa) no puede ver a sus hijos, no puede ayudar a la personas que los está cuidando. Piensa que lo ha perdido todo,” dijo Smallwood, una capellana. “Yo le digo que Dios ha limpiado su mente de las drogas, de los hombres, de robar. Aquí dentro sólo están ella y Dios, y depende de ella si lo aprovecha.”

En las cárceles de Alabama, los capellanes y ministros voluntarios comparten el mismo mensaje de esperanza y libertad en Jesucristo que los pastores predican desde el púlpito cada domingo. En el ambiente de una prisión, el mensaje del perdón de los pecados es poderoso, dijo Smallwood. No todos los presos quieren escucharlo, pero esto no detiene los esfuerzos de Smallwood y de otros capellanes cristianos.

Un Dios que perdona

“Cada una de las mujeres aquí (en Tutwiler) ha cometido errores. Algunas de ellas han cometido graves errores. Pero Dios es un Dios que perdona y lo que les digo es que Dios las ha puesto en un aislamiento temporal. Las ha alejado de todo y de todos, y es la hora de mirar dentro y concentrarse en ellas mismas. Y eso es lo que muchas hacen,” dijo Smallwood.

Casi 46,000 presos vivían en las prisiones de Alabama y las cárceles locales en el 2014, según las estadísticas más recientes provistas por el Departamento de Justicia de los EEUU. Otros 61,400 individuos estaban en libertad condicional o en libertad bajo palabra a finales del 2014. Con 1,200 prisioneros por cada 100,000 residentes legales mayores de 18 años, Alabama ocupa el tercer lugar detrás de Luisiana y Oklahoma, en la lista de los estados con el mayor número de encarcelados con base en su población. El promedio nacional es de 800 prisioneros por cada 100,000 residentes. La población total de las prisiones de los EEUU es de 2.2 millones, con otros 4.7 millones en libertad condicional o en libertad bajo palabra.

Estas son cantidades muy grandes pero cada persona representada es un ser humano hecho en la imagen de Dios, y quien debe ser respetado como tal, dijo Harold Dean Trulear, director nacional de Healing Communities, una organización que desea proveer herramientas para el ministerio en las prisiones, y para los programas de reingreso a la prisión. La Biblia es clara en cuanto a la manera en que los seguidores de Cristo han de tratar al prisionero, por lo cual la Iglesia debe estar involucrada en el ministerio en las prisiones, dijo.

“estamos intentando decirle a la iglesia, ‘El prisionero es tan valioso como el enfermo.’ Si queremos distanciarnos de la población encarcelada, tenemos que distanciarnos de la Biblia,” dijo Trulear, señalando a José, el hijo de Jacob, los profetas Jeremías y Daniel, Juan el Bautista, los apóstoles Pedro y Pablo, así como aquellos que escaparon del enjuiciamiento por actos criminales, incluyendo al Rey David, y otros prisioneros en la Biblia. Jesús estuvo encarcelado cuando murió por los pecados de la humanidad, dijo Trulear.

Tom Woodfin, supervisor de los programas pastorales en el Departamento de Correccionales de Alabama, dijo que hay muchas maneras en que se ejecuta el ministerio en las cárceles a través del sistema estatal de prisiones. Los ministerios tradicionales que incluyen servicios de alabanza y musicales, los estudios bíblicos de grupos pequeños y los reavivamientos son comunes, dijo Woodfin.

Cada vez más se está incluyendo en los ministerios para la cárcel los programas para ayudar a los prisioneros a desarrollar habilidades que les ayudarán a manejar su vida dentro, y con el tiempo, fuera de la prisión. Los programas que proveen entrenamiento para ser padres y habilidades para trabajar benefician a los prisioneros de una manera significativa a largo y corto plazo, dijo Woodfin, contribuyendo así al “desarrollo espiritual, emocional, educativo y personal de los reclusos.”

Además de satisfacer algunas de sus necesidades humanas básicas, los programas de ministerio también pueden darle a los reclusos una sensación de autoconfianza y esperanza en el futuro que quizás no habían tenido nunca antes. Ese tipo de crecimiento personal beneficia no sólo al preso si no también a su familia y a la sociedad como un todo, ya que el resultado es “un recluso que potencialmente está más rehabilitado, ahorros financieros, y un ofensor que ahora es menos probable que vuelva a cometer una ofensa,” dijo Woodfin.

Los programas de ministerio también afectan el ambiente general de la prisión, dijo.

“La fe es una influencia calmante en un ambiente potencialmente violento,” dijo. “Los programas de ministerio ocupan el tiempo del prisionero con metas dignas.”

Para los capellanes como Smallwood, esas metas cambian a diario. Un día quizás tenga un juego de preguntas sobre la Biblia, y una clase de higiene al día siguiente. A menudo presenta películas cristianas y prepara eventos basados en las festividades mayores como la Navidad, el Día de las Madres y la Pascua.

“Hago lo que sea por lograr que vengan a la capilla,” dijo Smallwood. “Frecuentemente no es un servicio tradicional, pero antes y después del programa voy a orar y voy a dirigir la conversación hacia Dios y la religión.”

De las 970 prisioneras en la cárcel, Smallwood calcula que por lo menos 60 por ciento asiste con frecuencia a algún tipo de servicio religiosos en la capilla. Mientras planifica los programas su meta es abordar la raíz de los problemas que llevaron a la cárcel a muchas de esas mujeres, y si salen de la cárcel, aumenten sus probabilidades de tener éxito afuera.

Sin embargo, el impacto del ministerio en la cárcel también se siente dentro de las paredes de la prisión.

Historias de éxito

“Hablando solamente de lo ocurrido el Tutwiler, pasan cosas no muy lindas por aquí, pero también pasan cosas buenas,” dijo Smallwood. “todos los programas que ofrezco aquí en la capellanía son de autoayuda o conciencia de sí mismos, y soy una creyente sólida en que si dejamos de predicar a Jesús, si fracasamos en exponer a estas mujeres ante el Evangelio, todo va a estar mucho peor que ahora.”

Smallwood se topa con muchos que critican el ministerio en la prisión diciendo que es un esfuerzo tirado a la basura, pero ella dice que puede refutar a esos críticos con muchas historias de éxito.

“Yo conozco a varios hombres y mujeres que se metieron en problemas, sirvieron su sentencia en prisión y que ahora son muy exitosos y muy productivos. He escuchado a muchos de ellos decir que fue gracias a que invitaron a Dios en sus vidas,” dijo Smallwood.

Smallwood no evita los casos más difíciles.

“Me gusta ver que Dios transforma a una mujer que antes le odiaba. Me gusta ver cómo la cambia en el curso de las semanas, los meses, y los años y después ver que ella les habla a otras mujeres que van llegando. Esto es ver a Dios en acción.”