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EDITORIAL: Un cheque en blanco


SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — En Mateo 15:28 leemos ‘Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres.’ Con estas palabras nuestro Salvador dio a esta mujer un ‘cheque en blanco’. Le dijo que lo llenara poniendo la cantidad que necesitaba. Tanto le impresionó la fe de aquella madre quien tenía una hija endemoniada que el Maestro no pudo ignorar su atrevida insistencia y artera sabiduría.

Hablamos de un ‘cheque en blanco’ para referirnos a ‘dar carta blanca’ para actuar y movernos en base a una premisa segura. Una vez que colocamos el monto en el cheque podemos llevarlo al banco y canjearlo sin problemas. ¿Necesita usted de un cheque en blanco en estos días?

La fe de la mujer cananea registrada en Mateo 15:21-28 nos recuerda el milagro del exorcismo del demonio que atormentaba a su hija. Aún desde lejos, Jesús sanó la hija de esta mujer. En los últimos días he estado meditando en este pasaje. Dios ha estado inquietando mi corazón en relación a la iglesia en nuestra nación. La gran angustia y fe que esta madre mostró me llevan una y otra vez a los pies del Maestro. Siento que nuestras iglesias serán renovadas cuando renovemos nuestro concepto de la misión que Jesús nos ha dado.

Debemos reconocer que este relato fue escrito en un momento muy particular de la historia judía. La gente cananea, sabemos, eran viejos enemigos de los judíos. El hecho presenta a Jesús ministrando en un territorio extranjero en las regiones de Tiro y de Sidón, al norte de Galilea. Para los religiosos de aquel día, este territorio era impuro. Los prejuicios no son de estos tiempos solamente. Sin embargo, la angustia y la fe trascienden cualquier barrera geográfica, social o étnica.

La gran angustia de esta madre por su hija era evidente. ¿Podemos imaginar su vida cotidiana? Los que somos padres sabemos lo que significa tener a un hijo muy enfermo. En el original griego se recalca la conexión entre los demonios y las fuerzas del mal. La madre dice que su hija está ‘endemoniada malamente’ ¡Cuán difícil debe haber sido esto! Me pregunto cómo era la relación de esta madre con su hija. ¿Qué tal con su esposo y otros hijos? Si viviera en nuestra calle, ¿cómo actuaríamos si fuéramos sus vecinos? Pienso si a veces se culpaba a si misma por la situación en que se encontraba su hija. La angustia y la desesperación tienen muchas vertientes. La iglesia necesita preguntarse continuamente quiénes son las personas en nuestras ciudades que tienen en su corazón angustia como la de esta mujer. Reconocer esa angustia es parte de lo que Dios quiere hacer alrededor nuestro.

La comodidad del cristianismo moderno ha llevado a muchos a pensar que evangelizaremos al mundo sentados en nuestras bancas en un cuarto con aire acondicionado o calefacción. Es necesario identificarnos con los que sufren y comunicar las buenas nuevas a los afligidos.

El interés de Jesús por los marginados se manifiesta al ir a visitar intencionalmente las regiones de Tiro y de Sidón ubicadas en la periferia. Necesitamos como iglesia salir a la periferia y encontrarnos con la mujer cananea. Nuestras ciudades y pueblos hoy tienen unos cuantos Tiros y Sidones en su derredor. Es imperativo visitar estos lugares alejados en donde hay necesidades profundas. Escuchemos su clamor, atendamos su necesidad y reprendamos con la autoridad de Dios, Hijo de David, las fuerzas que oprimen a su descendencia. La fe de esta madre en Jesús y la compasión por su hija desencadenó finalmente su sanación.

Quiero tener ese tipo de fe y ser parte de una iglesia que va a la periferia. Necesitamos una fe que nos impulse a ir mas allá del contorno cómodo y seguro en donde nos encontramos. La misión de la iglesia es para los marginados, para los ‘de afuera’, para los oprimidos y para todo aquel que es rechazado por la sociedad. Jesús ya está esperándonos allí. Salgamos y al encontrar su paso gritemos, ‘Señor, ¡socórrenos!’ El cheque en blanco ya está firmado. A nosotros nos toca ponerle la suma y cumplir nuestra misión.

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  • Por Luis López