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KATRINA 2005-2015: La tormenta que elevó corazones hacia Dios


NOTA DEL EDITOR: Esta historia fue publicada el 27 de agosto en la edición de aniversario del Baptist Message marcando una década desde el golpe de Katrina el 29 de agosto del 2005.

NUEVA ORLEANS (BP) —Emociones a flor de piel brotaron cuando la gente recordó las pérdidas que sufrieron con el Huracán Katrina. Mientras los bautistas del sur ofrecieron fielmente su cuidado a aquellos que fueron afectados por la tormenta, los corazones se suavizaron ante el Evangelio.

El poder de las relaciones

Cuando las noticias locales advirtieron que todos aquellos que se quedaron atrás debían escribir su número de seguro social en sus brazos para que sus cuerpos pudieran ser identificados después del huracán, Kelli y George Esler se dieron cuenta que había llegado la hora de huir.

Los Esler se fueron a Grenada, Miss., donde una pareja que habían conocido hacia un año, John y Candy Saxon, les consiguió un lugar para quedarse. John era entonces un estudiante del Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans. Candy y Kelli fueron maestras en Chalmette, un suburbio de la misma ciudad.

Cuando supo las noticias sobre la devastación de Chalmette, Kelly se dio cuenta que su vida perfecta había terminado.

“Vivir en el piso de la casa de alguien, en una ciudad de la que nunca había escuchado, en un estado que nunca había visitado, fue el punto de quiebra,” dijo Kelli. “Me di cuenta de que todo estaba fuera de control.”

Kelli vio qué tan mal estaba su situación cuando su esposo, un programador de computadoras, aceptó un empleo barriendo los pisos de un aserradero. Pero mientras George trabajaba junto con John en el aserradero, llegó a conocer a Cristo.

Al domingo siguiente, Kelli inclinó su cabeza y oró, “No sé qué significa esto, pero sé que no tengo otra opción más que seguirte.” Después de esto, Kelli dijo, el mundo parecía tener más enfoque. “Tenía un color mucho más claro,” dijo.

El peregrinaje de fe de la pareja había comenzado mucho antes de Katrina a través de su amistad con John y Candy. Kelli dijo que ellos le mostraron a Jesús fielmente, aunque no se habían dado cuenta en ese entonces.

“Yo reconocí que había algo en ellos que era atractivo, algo que nosotros queríamos,” dijo Kelli. “Algo que yo quería.”

Mientras ambas parejas pasaban tiempo juntos, John mencionó el tema de la fe, la salvación y la Biblia. A través de su relación, uno por uno se superaron los obstáculos que separaban de Jesús a Kelli y George, dijo ella.

Hoy en día, la pareja está activa en Westwego Baptist Church donde Kelli es la asistente del pastor Jay Adkins. En retrospectiva, Kelli dijo que ahora reconoce que Dios estaba trabajando durante cada paso de ese camino.

“Es el poder de las relaciones,” dijo Kelli. “Ellos invirtieron en nosotros y nos acogieron en nuestro nivel y nos llevaron a su nivel.”

El punto de quiebra

A los 13 años de edad, Jason Bezou decidió que no Dios no existía. Siendo una persona matemática, orientada hacia las soluciones, Jason pensaba que los cristianos “sonaban descabellados” al hablar del Espíritu Santo.

El día antes que Katrina pusiera su mira en Luisiana, Jason se sentó en un restaurante con Sara Blackwell, la mujer que tiempo después se convertiría en su esposa. Cuando la conversación giró hacia su pasado, Jason dijo que ahí pintó la raya y decidió que el pasado se había terminado, para nunca más ser recordado—esa raya se convertiría en una lección de perdón para Jason. “Eso es lo que hace Jesús,” dijo Sara.

Sara era enfermera en un hogar para ancianos en Denhem Springs, en el área de Baton Rouge, y al día siguiente ayudaba a los pacientes y evacuados al lado de Jason. Aunque él había venido a ayudar a otros, él mismo se dio cuenta que su propia familia estaba en peligro. Su abuela no había salido de Nueva Orleans, y su padre seguía en Waveland, Miss., la zona de impacto de la tormenta en la costa del golfo de Mississippi.

Cuando fracasaron todos los esfuerzos por encontrar a la familia de Jason, Sara sugirió que oraran. Aunque al principio le dio risa, Jason decidió darle una oportunidad a Dios.

“Sólo por este momento, voy a creer,” dijo Jason.

Mientras oró, tomó forma todo lo que Sara y él habían discutido acerca de Dios. El consuelo y seguridad que recibió del Espíritu Santo fueron el punto de quiebra que selló su compromiso con Cristo.

“En todos los momentos antes de la tormenta y después de ella, había una cosa que era segura. Jesús estaba conmigo,” dijo Jason. “Yo no sabía que Él estaba ahí todo el tiempo, pero me alegro que esperó a que llegara el momento perfecto para revelarse.”

Jason, miembro activo de First Baptist Church en Nueva Orleans, comparte su testimonio y la historia del rescate de sus familiares en su libro, “Saved, One man’s salvation through Hurricane Katrina,” y a través de conferencias y de su compañía sin fines de lucro dedicada a las producciones multimedia, www.savedproducer.org.

Parte de la familia

La depresión había sido parte de la vida de Kathi King ya por mucho tiempo, pero después de perder su casa en el huracán Katrina, la vida se volvió aún más difícil.

“Todo comenzó a derrumbarse,” dijo Kathi. “Pasé por la peor depresión de mi vida. No quería estar viva.”

Kathi dijo que ella y su esposo “se refugiaron en California” después de la tormenta, regresando a Nueva Orleans ocho meses después. Durante cuatro años, esta pareja vivió en una casa rodante mientras reconstruían su casa junto al canal London Avenue, no muy lejos de donde se desbordó el dique.

Cuando el esfuerzo de reconstruir su casa los abrumó, Kathi sintió un domingo la necesidad de entrar al servicio de alabanza de Edgewater Baptist Church, un lugar que nunca había visitado.

Un miembro de la iglesia que distinguió en su faz a alguien que luchaba con depresión, sugirió a otro miembro que Kathi necesitaba un abrazo. Ese día, se formó un lazo, dijo Kathi.

“La iglesia me adoptó. Fueron el pueblo de Dios que me estaba cuidando,” dijo Kathi.

Cole Gilbert, esposa del pastor Chad Gilbert, hizo largas caminatas con Kathi por todo su vecindario, hablando sobre Dios y la fe. “Ella me discipuló,” dijo Kathi.

Muy pronto, Kathi comenzó a darse cuenta que Dios le había guiado a esa iglesia ese día por una razón.

“Antes, yo era como una agnóstica,” dijo Kathi. “Pero ya no.”

Kathi ora por la salvación de su esposo y ora que Dios la use para alcanzar a otros. Cuando ve la diferencia en su vida desde que pasó la tormenta, Kathi añadió, “Ser parte de la familia de Dios es lo mejor que me ha pasado.”

‘Era felicidad, más que nada’

Richard Scesny creció en la iglesia pero lo dejó todo atrás cuando se unió a la Fuerza Naval de los EE UU cuando era muy joven. Por décadas vivió “tan lejos de Dios como te puedas imaginar,” dijo Richard.

Cuando el Huracán Katrina salía disparado hacia Nueva Orleans, Richard, de 67 años entonces, reunió a su esposa y sus dos hijos, a su madre, su hermana y un sobrino. Con los ahorros en efectivo con los que contaba en su casa, Richard manejó valientemente entre el tráfico por la evacuación, y se registró junto con su familia en un hotel en Beaumont, Texas, 18 horas después.

Mientras las noticias de los siguientes días mostraban la situación de deterioro en Nueva Orleans, Richard se ponía más ansioso. Temiendo por sus hijos, oró una tarde, “Señor, necesitamos ayuda.”

A la mañana siguiente, la familia fue a un restaurante para desayunar pero no se pararon al ver la larga fila en la calle. Mientras se estacionaban en un segundo restaurante, una mujer se acercó detrás de ellos y les preguntó si eran de Nueva Orleans.

Beth Smith, la esposa de Robert Smith, pastor de Pinewood Baptist Church a unas 15 millas de ahí, le dijo a Richard y a su familia que su iglesia quería “adoptar” a una familia de Nueva Orleans.

Los miembros de la iglesia le ayudaron a la familia Scesny a establecerse en una casa temporal mientras esperaban poder regresar a su hogar en Marrero, en el banco oeste del Río Mississippi.

Unos días después, en la reunión de oración de Pinewood, Richard se arrodilló y le entregó su vida al Señor.

“Estaba llorando como un bebé,” dijo Richard. “Era felicidad, más que nada.”

Mientras estaban en Pinewood, el Huracán Rita forzó de nuevo a Richard y a su familia a evacuar el área. Esta vez, Robert y Beth Smith se llevaron a la familia Scesny hacia el norte. Subsecuentemente regresaron a Pinewood, y Richard y su familia encontraron que la casa donde se habían quedado no había sido dañada como las otras.

Semanas después, ya de regreso en Marrero, Richard buscó una iglesia bautista del sur. Pasó por Ames Boulevard Baptist Church y se detuvo, diciendo luego a su madre, “He encontrado nuestra iglesia.”

Tres meses después de la tormenta, Ames Boulevard bautizó a Richard, quien sigue siendo un miembro fiel.

    About the Author

  • Marilyn Stewart/Louisiana Baptist Message

    Marilyn Stewart is a writer in New Orleans. This article first appeared in the Baptist Message (www.baptistmessage.com), newsjournal of the Louisiana Baptist Convention, as one of 15 stories in an Aug. 27 anniversary edition marking the 10-year point since Hurricane Katrina’s landfall on Aug. 29, 2005.

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