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EDITORIAL: El Propósito de las Pruebas


SALT LAKE CITY (BP) — Las pruebas tienen la cualidad de ser sumamente difíciles para la persona que pasa por ellas, y aun el creyente más sincero en Dios no está exento de ellas. Sea a quien sea y donde sea que las pruebas se presenten, el propósito de ellas es invariablemente el descubrir de qué estamos hechos interiormente y en Quién estamos confiando; tal es el caso de Job, del cual meditaremos a continuación.

De qué Estamos Hechos

Dicen las Escrituras que Job era un “hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Entendemos por perfecto no una ausencia de pecado (pues la Biblia dice que todos hemos pecado; ver Ro. 3:23), sino un anhelar y esforzarse por ser completo como persona reconociendo su pecar ante Dios. De tal manera que nos dice la Palabra que Job ofrecía holocaustos por sus hijos y oraba e intercedía por ellos ante Dios todos los días (Job 1:5). Un inesperado día, sin embargo, la prueba llegó y tocó a la puerta del hogar de Job con terribles noticias para él y para su esposa. En un solo día Job perdió sus valiosos animales de trabajo, sus servidores, sus ovejas, sus pastores y sus camellos. Las horribles noticias incluían la insoportable pérdida de todos sus amados hijos e hijas a manos de un gran viento que derribó la casa donde estaban reunidos cayendo sobre ellos (Job 1:13-19). La pesada, la increíblemente pesada prueba mostraría instintiva e inmediatamente de qué Job estaba hecho. Las Santas Escrituras afirman que, ante las noticias de total adversidad Job se dolió, sí, ¡pero Job adoró a Dios y dijo: “Jehová dio, y Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito!” (Job 1:21). La aplicación espiritual en esta situación particular es clara: solo podremos pasar las pruebas que vienen a nuestra vida teniendo una vida cristiana sólida; ¡solo pueden pasarse si tenemos nuestra fe y confianza puestas firmemente en Dios!

Desafortunadamente, en el proceso de las pruebas no todos pasan las pruebas de la fe; tal es el caso de la esposa de Job (Job 2:9-10). Y es que en el proceso de las pruebas experimentamos toda clase de dudas y temores; nos lamentamos de nuestra condición, nos quejamos contra Dios, se debate nuestra alma entre confiar en Él o no. Por eso, nuestra oración ahora debe ser: ¡Oh Señor, ayúdanos a que nuestra vida espiritual esté tan firmemente anclada en Tí, que cuando lleguen nubes negras de tribulación podamos declarar las palabras de tu siervo Job con la misma convicción interior que él mostró!

En Quién Estamos Confiando

La ejemplar historia bíblica de Job describe que al recibir las noticias de su triste adversidad Job ciertamente se cubrió de dolor, pero también la Biblia declara específicamente: “En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno” (Job 1:22). Más aun, y esto es verdaderamente importante, Job entendió que Dios ciertamente en Su inmensa sabiduría, tenía un propósito, un buen propósito por haber permitido que sucediera todo eso. Al igual que el Apóstol Pablo, Job declara su confianza en Dios y entiende que la comunión con Él y el amor que se derrama de ese compañerismo con Dios es en verdad lo más valioso e importante en esta vida. Y es que en verdad los cristianos hemos llegado a una sencilla conclusión: si nada hay imposible para Dios (y no lo hay); y si Él está en control de todas las cosas (y lo está), entonces Dios no va a permitir que nada pase en nuestras vidas si Él no lo quiere así, y si algo sucede en nuestras vidas, entonces Él lo permitió y lo quiere así. Job no lo sabía, pero Dios había permitido estas terribles pruebas en la vida de Job para glorificarse en la fe de Job ante el adversario de nuestras almas (ver Job 1:8; 2:3). ¡Eso le traía honor y gloria a Dios! La intención del enemigo será siempre que dudemos de Dios, que dudemos de Su sabiduría, de Su bondad y de Su amor para con nosotros. Su propósito es que desconfiemos de Su conocimiento, de Su naturaleza y de Su santidad. En realidad (y esto puede ir más allá de nuestra capacidad y comprensión), Dios SIEMPRE tiene un propósito mejor en TODO lo que Él permite y hace en nuestras vidas (Ro. 8:28-39) y ésta es un ancla en la fe que nos ayudará para declarar con los ancianos y los cuatro seres vivientes: “¡La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén!” (Ap. 7:12).

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  • Por Rafael Gutierrez