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Iglesia en el centro de la ciudad experimenta revitalización


[SLIDESHOW=40772,40773]HOUSTON (BP) — La Iglesia Bautista Faith Memorial era una pequeña iglesia rural en una gran área urbana, y estaba muriendo.

Literalmente.

Dentro de sus primeros ocho meses como pastor, Andrew Johnson presidió 14 funerales. Dos años después, 14 más murieron al pecado y a la muerte y públicamente proclamaron su fe cristiana en un bautisterio provisional colocado en el estacionamiento de la iglesia en Houston, Texas.

En sus casi 75 años de existencia, Faith Memorial ha visto el flujo y el reflujo de la membresía. En su cima, entre los 1950s y los ’70s, la lista tuvo hasta 1.200 nombres. Pero cuando Johnson llegó en 2012 a la edad de 22 años con una recién e impecable licenciatura de la Universidad Bautista Houston (HBU por sus siglas en inglés), solamente quedaban de 60 a 80 personas en la congregación mitad hispana, mitad blanca.

Las bancas podían contener mucho más, pensó Johnson. Y la congregación debería verse mucho más como el vecindario del centro de la ciudad que servía.

De entonces para acá la membresía es de hasta 300, y las caras de la congregación y las de detrás del púlpito se ven como aquellas al otro lado de la calle o alrededor de la cuadra.

“Todas las cosas se han hecho nuevas,” dijo Sherman Nong, a continuación de un culto a finales de mayo, parafraseando 2 Corintios 5:17 y su relación con el cambio de semblante de la Iglesia Bautista Faith Memorial.

Reunidos para compartir su singular perspectiva sobre los problemas inherentes al crecimiento en Faith Memorial se encontraban Nong; Frankie Atkins, una trabajadora afroamericana de 72 años y pensionada del servicio postal; y su amigo de 93 años Derwood Radican, quien es blanco y también cartero pensionado.

“Hay algo especial en esta iglesia,” dijo Nong, el único miembro asiático en la rápidamente creciente y cambiante congregación. “Lo que es especial en esta iglesia es que todos son realmente cálidos. Tratan de conocerte; tengo mucha gente que me apoya en oración.”

Criado en una iglesia bautista vietnamita local, Nong — graduado en el 2015 de pre-medicina en la Universidad Bautista de Houston — quería ampliar su perspectiva del compañerismo y el culto cristiano más allá de lo que aprendió en una expresión de la misma fe al estilo vietnamita.

Atkins podía identificarse; hace más de 40 años transfirió su membresía de una iglesia completamente negra a la casi toda blanca Faith Memorial en 1972. Fuera de su esposo y sus hijos, solamente otra familia negra honraba con su presencia las bancas en ese entonces.

Algunos miembros no eran tan acogedores, relató Atkins, pero su familia estaba agradecida con aquellos que eran especialmente amorosos. Una aceptada “abrazadora,” dijo ella, “Había pocos que no recibían uno de sus abrazos.”

Pero un amor mutuo por el Señor y su gente trascendió las tensiones raciales — una realidad que sigue siendo realidad hoy, dijo Johnson.

Atkins y Nong estuvieron de acuerdo en que los cristianos individuales que están dispuestos a sumergirse en una congregación donde no son la mayoría — donde la única similitud es una fe en Cristo compartida — tienen mucho más que aprender.

“El verdadero aprendizaje sucede cuando tenemos poca o ninguna comodidad o control,” le dijo Johnson al TEXAN. “Esto no puede solamente ser una bonita y sucinta idea — hay que quitarse el sombrero ante las iglesias multiétnicas.”

Él mencionó el evangelio unido a una cultura ferozmente dividida en la Jerusalén del primer siglo cuando judíos y gentiles encontraron terreno común en su mutua fe en Jesucristo.

“Probó que el evangelio era para todo el mundo. Si no vemos eso, nos vamos a perder de lo grande que es nuestro Dios,” dijo Johnson.

Habiendo servido como pastor de jóvenes en una iglesia completamente negra Johnson entendía, como Atkins y Nong, lo que se siente ser la excepción.

“Al principio era intimidante,” dijo de su período de dos años en la Iglesia Bautista Alief en Katy mientras estaba en la universidad. “Yo era la única cara blanca en la multitud. Aprendes algo cuando eres la minoría.”

Aunque la doctrina era la misma, el culto era muy diferente para un chico criado en una iglesia bautista blanca en Luling. La empatía por aquellos en la minoría y un aprecio por las diferencias en el culto fueron cosas que Johnson se llevó consigo.

Las lecciones de Alief guiaron a Johnson en Faith Memorial. Aunque sentía el llamado a pastorear una iglesia multiétnica y creía que el rejuvenecimiento de Faith Memorial requeriría ese curso, Johnson reconocía su lugar como el nuevo pastor — solamente el tercero en la historia de la iglesia. Algunos miembros habían estado allí aun más tiempo que Atkins y tenían nietos mayores que el nuevo pastor. Así que él le dio un año, predicando y estableciendo relaciones para poder crear una visión unificada para toda la iglesia.

Y como era de esperarse, cuando ese cambio llegó, no todos estuvieron felices. Sin embargo, Johnson estaba avivado por la realidad de que crear una iglesia multiétnica no era simplemente cambiar por cambiar. La supervivencia de la iglesia dependía de que la congregación alcanzara el vecindario predominantemente negro e hispano, el cual está empapado de pobreza y establecido en modos auto-destructivos; aun así, Johnson creía, que la iglesia mejoraría.

Algunos de sus oponentes — sus “mayores dolores de cabeza” — se volvieron sus mejores aliados durante el curso de la transición que comenzó en 2014 con la edificación de renovaciones que incluyeron quitar una cerca de alambre de púas alrededor de la propiedad, reparar ventanas quebradas y pintar una pared exterior con un arte exclusivo del vecindario.

“Invertimos en un mural artístico en grafiti, algo que parece una tarjeta de presentación de la comunidad,” dijo el pastor.

Y cumplió su propósito; el una vez indefinible y pardusco edificio llamó la atención de la gente, y la curiosidad los atrajo adentro.

Sin embargo, la mayoría de los nuevos miembros llegaron debido a la familia.

“Al ser una iglesia vieja estábamos llenos de abuelos. Sus hijos comenzaron a regresar,” dijo Johnson.

Después del culto del 31 de mayo, Atkins y Radican bromearon acerca de los cambios; personas diferentes; música diferente; y las diferencias entre ellos dos.

“Esa fue una de las cosas más saludables — reírse de sus diferencias,” dijo Johnson. “Fue una de esas cosas que hace a la gente sentirse bien.”

El vecindario de la juventud de Atkins era mitad negro y mitad hispano (ella habla español fluido) así que la transición fue más fácil para ella cuando la congregación comenzó a reflejar el vecindario — raza, etnicidad, tatuajes, perforaciones y todo.

Radican, asimismo, parece perplejo por la reestructura. Durante casi tres décadas él manejó una de las microbuses de la iglesia por el vecindario de la histórica calle negra Quinta Ward y predominantemente hispana Denver Harbor recogiendo a todo aquel que quería aprender acerca del “Salvador resucitado.” El vivaracho maestro de Escuela Dominical de varones tomó todos los cambios sin problema, inclusive se ofreció a ayudar a pagar por el nuevo mural de grafiti.

Los miembros del personal traídos desde la llegada de Johnson también reflejan las caras de aquellos en la congregación y en la comunidad. El director de música Moses González es hispano y trabaja para mezclar los coros contemporáneos con los himnos y la música evangélica negra. Andre Turner, quien sustituye en la predicación y toca el teclado en la banda de alabanza, es negro reconocido como buen predicador, de acuerdo a algunos miembros. Luke Dorr es blanco y trabaja con los jóvenes. Los tres hombres trabajan tiempo completo afuera de la iglesia y son compensados con un pequeño estipendio de parte de la iglesia cada mes. Johnson es empleado de medio tiempo y trabaja en su maestría en estudios teológicos en HBU.

Aunque la congregación era pequeña a la llegada de Johnson, había un buen arraigado lazo de aprecio y afecto de los unos por los otros, quizá debido y no, a pesar de sus diferencias. Los miembros demostraron que el amor por los creyentes de diferentes trasfondos no puede carecer de aprecio por las diferencias culturales. “Si puedes hablar su lenguaje [cultural],” dijo Johnson, “ese es el poder del Espíritu Santo. No permitas que su cultura sea la línea que no puedes cruzar.”

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  • Por Bonnie Pritchett/The TEXAN

    Bonnie Pritchett es corresponsal de Southern Baptist TEXAN (www.texanonline.net), la publicación de noticias de la Convención Bautista de Texas.

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