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Esperanza por un milagro de dimensiones divinas impulsa las misiones de Buenos Aires


[SLIDESHOW=40617,40618,40619,40620] BUENOS AIRES, Argentina (BP) –“¿Dónde está Marco Polo?”

La pregunta era legítima: Marco Polo es un pastor argentino actual que ha pasado 20 años de su vida trabajando en el barrio porteño de Cildáñez, que es un crisol de inmigrantes. En un día soleado de primavera, el pastor estaba ausente de las oficinas de la Iglesia Bautista Parque Indoamericano, y la pregunta quedó sin respuesta.

Sin embargo, el personal de la iglesia no estaba preocupado porque lo más probable era que el pastor se encontraba atendiendo una necesidad en una “villa”, o sea, un barrio marginal. La Iglesia Bautista El Parque Indoamericano ofrece cerca de 20 ministerios a las comunidades de inmigrantes, desde la adoración y el discipulado tradicional a las reuniones de grupos pequeños en casas, a los eventos juveniles. Al lado de la iglesia, se encuentra en pleno proceso de construcción un hogar para madres adolescentes y solteras. Cada día, 300 bebés y niños en edad preescolar reciben dos comidas, una merienda y cuidado personal en dos centros de atención infantil.

En las villas ubicadas cerca de la iglesia de Marco, donde las personas construyen viviendas hacinadas de bloques de hormigón, viven los inmigrantes bolivianos y paraguayos al lado de sus vecinos argentinos. Las personas practican el catolicismo mezclado con la idolatría y el animismo.

Durante las visitas que Marco realiza acompañado de sus copastores, Omar Díaz y Edwin Laime, a los miembros de la iglesia que viven en las villas, estos los reciben y saludan con mucho agrado. Tal es el caso de Sara Cisneros, quien al llegar les ofrece bocadillos y galletas azucaradas, además de Coca-Cola.

Para Sara, la iglesia forma parte de su familia, ya que le provee las necesidades que pueden surgir para ella y sus tres hijos. La iglesia también proporciona claridad y apoyo en su caminar con Cristo.

“Vengo de una familia que practicó la brujería negra, la brujería blanca y los sacrificios. Dios me concedió la libertad, una vida nueva, una vida limpia. Creo en sus promesas y que Él me ha santificado”, dijo Sara.

La iglesia ministra a cientos de familias como la de Sara.

Desde las villas Marco dijo: “Hay una gran apertura hacia el evangelio. Hay una gran necesidad. A pesar del clima de inseguridad y del tráfico de drogas, las casas permanecen con las puertas abiertas. Los vecinos son de fácil acceso. Es fácil entrar en una casa y compartir”.

Durante gran parte de los 112 años de trabajo que lleva realizando la Misión Bautista del Sur en la Argentina, los misioneros de IMB se han asociado con pastores bautistas locales, tales como Marco Polo, para compartir el evangelio de Jesucristo en la ciudad capital.

Pero la necesidad es muy grande. Hoy en día, la mayor parte del área metropolitana de Buenos Aires es el hogar de casi 14 millones de personas. De cada 100 porteños de la ciudad capital, sólo cinco tienen una relación personal con Jesucristo.

Influir a las Personas Influyentes
En otra área en la ciudad, de nombre Microcentro, las personas forman fila en una tienda de Starbucks para comprar el café con leche matutino y las medialunas (croissants dulces). En medio de los 3.5 millones de personas que trajinan en el centro de la ciudad para llegar a sus centros de trabajo, se encuentran los paseadores de perros dirigiendo grupos de ocho a 10 caninos. Miles de conductores se sientan detrás del timón paralizados por el tráfico en la Avenida 9 de Julio, conocida por ser el boulevard más ancho del mundo por contar con 18 carriles de alimentación de vehículos hacia y desde el centro de la mega ciudad.

Un aire de precaución impregna la zona cosmopolita. Avisos colocados en Starbucks advierten a los clientes a “no perder de vista sus pertenencias personales”, y los residentes aconsejan a los turistas que oculten sus cámaras y otros objetos de valor. Más allá de la apariencia de trajes a medida y sedanes de lujo, la gente de los barrios ricos como Recoleta y Puerto Madero están llenos de sentimientos de vacío.

En un moderno rascacielos, Enrique Vetere, abogado especializado en casos de quiebra, lidia con muchas citas. Con la economía argentina vacilante, su negocio está en auge. Su trabajo como abogado se complementa con el de profesor de derecho que ejerce en las universidades locales.

Hace unos 15 años, Enrique estaba comprometido con un ministerio como el de Marco Polo, sirviendo a la gente de clase baja. Pero un colega profesional lo desafió a que lo reconsiderara. ¿Se equivoca Dios? Por supuesto que no, contestó Enrique.

Hablando en términos económicos, el evangelio no fluye hacia “arriba”, le recordó el colega a Enrique. En lugar de trabajar en una zona de clase baja, deberías usar tu condición de abogado y profesor universitario para establecer contactos con empresarios, y de esta forma, encontrar maneras de compartir el evangelio con ellos. Esas personas influyentes luego podrían compartir a Cristo con sus subordinados.

Estos comentarios afectaron profundamente a Enrique y su esposa. En respuesta, se creó un ministerio llamado “Prometa”, que significa “Profesionales en metamorfosis”. A través de Prometa se organizan tés para mujeres profesionales, conferencias por y para profesionales y una cena de Navidad donde se comparte del verdadero significado de la Navidad. El objetivo es siempre buscar oportunidades para compartir el evangelio. Además, Enrique pastorea una iglesia para el grupo de profesionales llamado “El Aposento”.

Dijo Enrique, “Hemos visto que (el reto) para conseguir que los profesionales se interesen en conocer a Jesús es … que están profundamente convencidos que no necesitan de nada. Tienen una buena carrera profesional, es probable que cuenten con una buena calidad de vida, tienen un ingreso económico, una casa, un coche, un club de campo; por lo que no necesitan nada”.

Un Milagro de Dimensiones Divinas
Un común denominador que comparten los ministerios de Marco Polo y Enrique Vetere se encuentra en un pequeño grupo de misioneros del IMB que viven y trabajan en Buenos Aires, dirigido por el estratega de megaciudades Kevin Baggett y su esposa, Laura. El equipo conecta con decenas de pastores y líderes argentinos, a los cuales motivan para que se enfoquen en las personas espiritualmente perdidas de la ciudad.

Kevin comentó: “Tanto en Argentina como en los Estados Unidos los creyentes tienen dificultad para comprender que las grandes ciudades, aunque tengan iglesias, continúan siendo un campo misionero. Es posible que en una mega ciudad como Buenos Aires, haya más personas viviendo en un edificio de apartamentos que en una tribu que vive en aislamiento en la selva o en el campo. Las personas en estos edificios de apartamentos pudieran encontrar una iglesia si buscaran, pero la realidad es que no lo hacen; ni tampoco hay quien los encamine hacia el conocimiento del evangelio”.

Tener acceso al evangelio y que el evangelio sea presentado de una manera que la gente lo pueda entender son dos cosas diferentes, dijo Kevin. Además, las iglesias de Buenos Aires no están llegando a la población de la clase alta, a la gente educada, ni a la generación de jóvenes (edades 20 a 40). Alrededor del 60 por ciento de los porteños dicen ser católicos. Después del catolicismo, la mayoría se identifica en su afiliación religiosa como: “ninguna”, ateo, “otros” o agnóstico. Sólo el 5 por ciento dicen ser cristianos evangélicos.

A fin de explicar esto a sus socios nacionales, el equipo de Kevin completó más de 6.200 encuestas callejeras. Empezaron un enfoque fuerte en la oración para apoyar el trabajo de sus asociados. Kevin pasa horas cada semana reuniéndose con los bautistas argentinos y preguntándoles: “¿Cómo podemos servirles?”

A pesar de la inmensidad de la ciudad que ha adoptado y la gran necesidad espiritual, Kevin tiene esperanza.

“Creo que la iglesia (y sobre todo la iglesia bautista) de Buenos Aires, tiene el potencial de ser usada por Dios para cambiar esta ciudad, el país, y hacer discípulos en todas partes del mundo”, dijo Kevin.

Con ese potencial en mente, el Equipo Megalópolis promueve un plan llamado “grupo 1-3-1”, que es una adaptación de un plan similar desarrollado por la Convención Bautista de Tennessee. Así, el equipo entrena a las iglesias locales, a los pastores argentinos e iglesias para iniciar un grupo de alcance — quizás una clase de escuela dominical, un estudio bíblico o una iglesia. El objetivo es bautizar por lo menos a tres personas del grupo, y que el grupo se multiplique una vez, como mínimo, para finales del primer año. Hasta el momento, un total de 24 iglesias han hecho el compromiso; se han formado 65 grupos de extensión y misiones, de los cuales tres se han convertido en iglesias constituidas. Una iglesia tradicional con cerca de 50 asistentes recientemente ha iniciado nueve grupos 1-3-1, y la mitad de las personas que conforman los grupos no tienen una relación personal con Jesús. Las posibilidades de obtener resultados de cambiar vidas son enormes.

“Mi oración por Buenos Aires es esta: que Dios haga algo tan grande, tan impresionante y tan increíble, que sólo Él reciba todo el mérito de lo que suceda. Y ruego que haya gente desde los lugares más empobrecidos de Buenos Aires, hasta las zonas más exclusivas de la ciudad que se conviertan en sus discípulos, y se formen grupos, los cuales empiecen a multiplicarse”, Kevin dijo.

“Oro para que Él lo haga de tal manera que todo el mundo tenga su mirada fija en Buenos Aires y tenga la certeza que sólo Dios pudo haber causado este cambio”.