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Platt: La grandeza de Dios nos impulsa a ir


LOUISVILLE, Ky. (BP) –- Mónica Morley* creció en un hogar musulmán. Tenía muchas preguntas espirituales cuando era niña y adolescente. Por un tiempo asistió a una mezquita, buscando las respuestas en los líderes religiosos.

“Yo quería conocer a Dios y tenía curiosidad acerca del perdón de los pecados,” dijo Morley. “No encontré las respuestas que buscaba.”

Ya que en ese tiempo la educación en su idioma estaba prohibida en su país, Morley asistió en secreto a una escuela de educación media superior y después comenzó a estudiar leyes en una universidad local. La guerra le puso fin a sus estudios, aunque ésta llevó a su familia a Europa, donde vivieron como refugiados.

Ahí, dijo Morley, “Una joven cristiana me ofreció su amistad y nos cuidaba a mi familia y a mí.”

Cuando ella regresó a su país después de la guerra, Morley conoció a un grupo de obreros cristianos internacionales, que incluía a D’Angelo,* quien con el tiempo se convertiría en su esposo.

“D’Angelo compartió el Evangelio conmigo y me ayudó a leer y a entender la Biblia,” dijo Morley.

El 13 de mayo en Highview Baptist Church en Louisville, Ky., la familia Morley fue una de los 34 candidatos nombrados como misioneros por los fideicomisarios de la Junta de Misiones Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés).

“Gracias a que D’Angelo vino a mi país, tuve la oportunidad de escuchar el Evangelio y creer en Jesús,” dijo Morley ante la congregación. Juntos, esta pareja compartirá el Evangelio en Asia Central.

“¿Por qué hacen esto?” preguntó a la congregación el presidente de la JMI, David Platt. Y preguntó a otra nueva pareja misionera, ¿Por qué se llevan a sus siete hijos a Zimbabue?” y a otros, “¿Por qué van a esta área o a esta otra?”

“Porque tenemos un Dios incomprensiblemente glorioso,” dijo Platt.

Predicando en Isaías 6, Platt ofreció cuatro razones por las cuales todo cristiano debe decir, “Oraré lo que Tú quieras que ore; daré lo que Tú quieras que dé; iré a donde Tú quieras que vaya:” porque tenemos un Dios incomprensiblemente glorioso, porque somos un pueblo perdido y pecador, porque tenemos a un Salvador escandalosamente misericordioso dispuesto a morir en nuestro lugar y porque tenemos una misión indescriptiblemente urgente.

Señalando que hay casi 2 billones de personas sin acceso al Evangelio, Platt enfatizó la urgencia de llevar el Evangelio a las personas que aún no han sido alcanzadas en los lugares más difíciles, sin importar lo que cueste.

Con base en esta urgencia y con el apoyo de los fideicomisarios de la JMI, Platt planifica abrir nuevos senderos para enviar a más misioneros a los lugares y personas no alcanzados en todo el mundo. El 13 de mayo los fideicomisarios de la JMI aprobaron unos lineamientos más simplificados para enviar nuevos misioneros a través de esta organización que celebra ya 170 años.

“Cuando tú escuches la palabra ‘sendero,’ piensa en ‘posibilidades’—todas las maneras posibles que la gente sentada en las bancas de las iglesias bautistas del sur pudieran servir en el extranjero: como doctores, maestros, contadores, abogados, instructores físicos, conductores de un bicitaxi, estudiantes, jubilados,” dijo Platt a los fideicomisarios durante la reunión.

El grupo de 34 nuevos misioneros nombrados el 13 de mayo incluyó a pastores y a líderes de alabanza así como a enfermeras, maestros, un actor, un granjero, un ingeniero y un consultor de software. Diez de ellos sirvieron anteriormente como ‘aprendices’ (journeymen) misioneros o a través de International Service Corps. Muchos de ellos sintieron el llamado de Dios a las misiones por primera vez cuando eran niños o adolescentes. A través de viajes misioneros cortos, muchos lograron entender el costo de entrar al servicio misionero, pero estaban convencidos que valía la pena.

Phil Metcalfe participó en un viaje misionero de verano al sureste de Asia a través del Ministerio Bautista Universitario en su escuela y así fue que por primera vez sintió el llamado de Dios al servicio misionero a tiempo completo.

“Vivimos en tiendas de campaña e hicimos mucho evangelismo y estudios bíblicos en las casas en aldeas remotas,” dijo Metclafe. “Un misionero de la JMI me enseñó sobre el corazón de Dios hacia las naciones y qué es estar comprometido con el propósito mundial de Dios.”

Laura, la esposa de Metcalfe, tenía 8 años cuando unos misioneros hablaron en su iglesia. “Creo que yo pensaba ‘Quisiera ayudar así un día,'” recuerda. Con los años, Dios continuó refinando su llamado.

“En vez de pensar, ‘Yo quiero ayudar a la gente,’ (Dios) me mostró que Su deseo es la salvación de las naciones…” dijo esta joven. “Mi deseo es ver a Dios glorificado y ver que otros lo alaben.”

Platt preguntó a la congregación, “¿Hay algo mejor a lo que puedas dar tu vida: Declarar la gloria de Dios entre las naciones?”

“Este Evangelio nos invita a abandonar planes y sueños y posesiones y prioridades y tesoros y placeres en este mundo,” declaró Platt, retando a los miembros de la congregación, sin importar su edad o etapa en la vida, a “levantarse ante este Dios y decir, ‘Aquí estoy, envíame a mí.'”

“Esto es el cristianismo básico, elemental,” dijo Platt. “Esto es lo que significa seguir a Cristo.”

*Seudónimos.

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  • Por Tess Rivers