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EDITORIAL: Para mí resulta muy difícil el Día de las Madres


BRENTWOOD, Tenn. (BP) — Tuve la bendición inmerecida de nacer de una madre cristiana que me amó hasta el sacrificio, y amó a mis hijos y a mi esposa más allá de lo que se puede concebir. Pienso que tal vez Dios pone en el corazón de las madres una triple porción de amor.

Pablo describe en I Corintios 13 el amor que en griego se conoce como agap? y que en su descripción se ajusta mucho al amor de las madres, que en algunos sentidos va mucho más lejos. Yo nací en un hogar muy pobre, en el que mi madre tenía que trabajar muy duro para ayudar a la economía familiar, sin que alguna vez yo escuchara una queja en su boca o viera que dejaba de dar su diezmo, ni dejara de sacrificarse por mí.

Cuando mi esposa quedó en cinta de nuestro segundo hijo, en el segundo mes del embarazo el medico dijo que ella había adquirido una rara enfermedad en el corazón, y que era necesario interrumpir el embarazo. Estábamos viviendo en Cuba y la carencia de medicinas y equipos médicos hacían que hasta un catarro pudiera resultar mortal. Mi esposa, ni siquiera me manifestó su determinación. Simplemente le dijo al médico: Lo siento, pero yo no voy a hacer eso. Ella tuvo que permanecer ingresada en el hospital, en reposo absoluto, por casi seis meses, al final de los cuales nuestro hijo nació sin problemas, y ella nunca más ha tenido problemas cardiacos.

El amor de Dios no tiene igual. La mejor prueba es el amor de Jesús. Humanamente, lo que más se parece a ese amor es el amor de las madres, de manera muy especial las madres cristianas. Mi madre está con el Señor. Él la llevó a su presencia en una mañana, mientras daba gracias por el desayuno junto a otras hermanas en Cristo en el Hogar Bautista en el Cotorro, en la Habana. Yo siento su ausencia, aunque en los últimos años de su vida estuvimos separados e imposibilitados de reunirnos, cada día puedo ver el resultado de las semillas de amor que ella sembró en mí y en mis dos hijos. Sus sacrificios se han recordado mucho tiempo después de su muerte.

Tristemente, algunos hijos, no aprecian el amor y el sacrificio de sus madres, hasta que ya ellas no están más presentes. En este día de las madres, regálale una oración de gratitud a tu madre o si ella ya no vive, eleva una oración de gratitud a Dios por el tiempo que te permitió disfrutar de ella.

Si no conociste a tu madre, eleva una oración por esa persona que ocupó su irremplazable lugar para ayudarte en tu vida asumiendo tan difícil papel.

Apreciemos hoy, de manera especial, a la mujer que Dios nos dio por madre de nuestros hijos, y no olvidemos mostrarles a ellos la necesidad de amar y respetar a sus madres.

Para mí, en muchos sentidos este es un día muy difícil, pero le agradezco a Dios la madre que me dio y los años que me permitió disfrutar y aprender de ella.

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  • Por Oscar J. Fernandez