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ANÁLISIS: ¿De verdad es tan malo mentir?


NASHVILLE (BP) — Los reportes sobre las aparentes mentiras de Brian Williams, el conductor ancla del noticiero NBC News y del Presidente Obama han subrayado la prevalencia de la deshonestidad entre los estadounidenses así como la actitud indiferente que muchos toman hacia la mentira. Pero la Biblia presenta a la mentira como una violación del orden intencional de Dios para el universo — con consecuencias tan reales como las que provienen al intentar fallidamente violar las leyes de la física o la ciencia médica.

Williams es un ejemplo excelente. La NBC lo suspendió de su puesto por seis meses después de una investigación interna que descubrió múltiples “instancias de exageración” en los reportajes del periodista veterano, incluyendo la falsa declaración donde dijo que volaba en un helicóptero militar atacado por una granada lanzada por un cohete durante la guerra de Irak, según reportó el diario Washington Post.

Obama llegó hasta la primera plana cuando su antiguo consejero David Axelrod clamó en un libro publicado el 10 de febrero que el Presidente mintió sobre su supuesto apoyo para el matrimonio entre homosexuales durante el ciclo de elecciones del 2008. Siendo un candidato para el senado del estado de Illinois en 1996, Obama declaró en un cuestionario, “Yo estoy a favor de legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo, y pelearé en contra de los esfuerzos por prohibir tales matrimonios,” reportó TIME. Pero Obama dijo durante su primera campaña presidencial que solamente apoyaba las uniones civiles y creía que el matrimonio es la “unión entre un hombre y una mujer.”

Axelrod clama que la mentira fue un intento de no ofender a los electores en las iglesias afroamericanas. Obama respondió en una entrevista publicada el 10 de febrero que él no mintió si no que estaba “luchando” por encontrar el balance entre los “derechos del pueblo” y las “sensibilidades religiosas,” reportó Politico. Obama endosó oficialmente el matrimonio homosexual en el 2012.

Un sondeo de 60 Minutes/Vanity Fair dado a conocer el año pasado sugiere que Obama y Williams no están solos en su lucha por decir la verdad. Solamente el 56 por ciento de los estadounidenses entrevistados dijeron que una persona “siempre debe decir la verdad en toda circunstancia.” Las tres áreas principales donde los estadounidenses sienten la tentación de mentir son su pasado, su salario y su edad, según la encuesta.

Entonces, si la gran mayoría miente, ¿realmente mentir es la gran cosa? En pocas palabras, sí.

Obviamente que los cristianos expertos en ética no concuerdan en cuanto a que si es moralmente aceptable mentir en circunstancias extremas. Por ejemplo, ¿estaban justificadas las personas que vivían en la Alemania nazi cuando mentían a la Gestapo por esconder judíos en sus casas? Y nadie está sugiriendo una obligación moral de revelar todo lo que sabemos en toda circunstancia. Pero las Escrituras claramente dicen que es pecado dar información falsa estando en circunstancias normales y que hay consecuencias reales — incluso cuando se trate de una “mentira blanca” o se intente proteger a un mentiroso.

La honestidad es de gran importancia en las Escrituras, primero que nada, porque la verdad es uno de los atributos de Dios. El Antiguo Testamento enseña que Dios es incapaz de mentir (Números 23:19), y Jesús dijo que Él mismo es “la verdad” (Juan 14:6). Dios codificó la importancia de decir la verdad en el noveno mandamiento (Éxodo 20:16) como una manera de ordenar relaciones humanas que reflejen Su carácter santo.

Cuando el Señor disciplina a aquellos que mienten, no se trata de manotazo de una deidad caprichosa. Se trata de un Dios amoroso que intenta alinear a sus creaturas con lo que es mejor para ellas y purgar al mundo de lo que es objetivamente malvado. Las mentiras tienen consecuencias.

En Génesis 3, la serpiente mintió y causó la ruina de la buena creación de Dios. Abraham mintió al decir que Sarah era su hermana y eso conllevó a las plagas de Egipto (Génesis 12:17) y en otra ocasión casi causa la muerte de Abimélec y su pueblo (Génesis 20:7). Una mentira similar de Isaac sobre su esposa Rebecca amenazó con destruir el reino de Abimélec tan solo una generación después (Génesis 26:6-11).

El famoso engaño de Jacob robó la bendición del padre para Esaú y provocó años de peleas entre los dos hermanos así como entre sus descendientes (Génesis 27:1-29). La decepción de los hermanos de José en cuanto a su muerte conllevó al prolongado sufrimiento de la familia (Génesis 37:29-35).

Cuando Israel fue establecido como nación, Dios incluyó en sus leyes numerosas provisiones sobre la honestidad. Cuando pasó el tiempo y el pueblo fue exiliado de la Tierra Prometida se debió en parte a su deshonestidad (Isaías 59:4).

En el Nuevo Testamento, la deshonestidad de Pedro causó su vergüenza (Marcos 14:66-72) y la deshonestidad causó la muerte de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11). En el final de los tiempos, el “padre de mentiras” será echado al lago de fuego junto con el “falso profeta” y “todos los mentirosos” que se negaron a arrepentirse (Apocalipsis 20:10; 21:8; Juan 8:44).

Aunque todos nosotros hemos sido mentirosos en algún momento (Romanos 3:13), no tenemos que seguir comportándonos así. Hay gracia y perdón en Cristo — así como un creciente alivio de las consecuencias de la mentira a medida que practicamos más la honestidad. Pero ser persistente en la deshonestidad trae una cosecha dolorosa. Simplemente hable con Brian Williams.

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  • Por David Roach