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Inesperada reunión en Cuba lleva al evangelio


CUBA (BP) — Una estudiante de primer año del Baptist College de Florida, no creía mucho en designaciones divinas cuando pidió ser parte de un viaje misionero a Cuba. Pero una inesperada reunión con un tío en la isla la dejó alabando a Dios.

Jennifer fue una de los 10 estudiantes que viajaron a Cuba este verano como parte de un proyecto misionero de la Convención Bautista de Florida.

Además de la oportunidad de misiones, Cuba tenía un particular interés para Jennifer. Ella es cubana estadounidense, hija de padres cubanos que inmigraron a EE.UU. cuando eran niños.

Aunque esa no era su principal motivación para unirse al equipo, Jennifer admitió que había cierta mística en visitar la tierra de su herencia cultural. Quería ver por sí misma cómo era la nación que sus padres una vez llamaron hogar.

Mientras se preparaba para el viaje, Jennifer también recordaba que tenía parientes en Cuba que nunca había conocido.

Unas pocas semanas antes de dejar el campus de Graceville, Florida, Jennifer le confió a su profesor de misiones Rich Elligson que ella tenía un tío que vivía en algún lugar en la Habana.

“Jennifer casualmente mencionó a un tío en la Habana, y se preguntó en voz alta acerca de la posibilidad de encontrarlo allá,” dijo Elligson. Conociendo el rigor del horario, el remoto lugar en el que el equipo estaría trabajando y la complejidad de arreglar una reunión de ese tipo, él estaba escéptico de la posibilidad de una reunión.

“Básicamente le dije que íbamos al interior a trabajar, y que pasaríamos muy poquito tiempo en la capital,” dijo. “Pero le dije que veríamos cómo se desarrollaban las cosas. No quería que ella se hiciera ilusiones.”

Después de que la intensa semana de ministerio concluyó, el exhausto equipo abordó el autobús y se dirigió a la Habana para su partida de vuelta a EE.UU. Contenta con su semana de ministerio, Jennifer todavía se preguntaba si vería a su tío.

“Jennifer tenía un par de potenciales números telefónicos de su tío,” dijo Elligson. “La animé a que llamara. ¿Quién sabe? Tal vez salga algo después de todo.”

El tío de Jennifer contestó el teléfono casi inmediatamente, y amablemente ofreció encontrarse con ella en la Habana antes de que el grupo saliera. La siguiente mañana ella abrazó al hermano de su mamá por primera vez.

Pero hay más en la historia.

Cuando el equipo se dirigía a un mercado local, el tío de Jennifer decidió unirse a ella y al grupo. Durante las siguientes horas conversaron y se actualizaron sobre las noticias de la familia. Finalmente la conversación giró en torno a la razón del propósito de estar en Cuba — y el evangelio. Un líder voluntario del equipo alcanzó su Biblia, y una estudiante traductora se unió a ellos alrededor de la mesa de madera mientras los voluntarios del equipo misionero oraban calladamente.

El tío de Jennifer dijo que él creía en Dios, pero que no estaba seguro de que Jesús calzara en su vida. Dijo que no estaba seguro cómo Dios podía realmente amar a un hombre como él. Durante los siguientes 30 minutos, el tío de Jennifer supo del gran amor de Dios demostrado en Jesucristo y su muerte sacrificial en la cruz.

“Él estaba muy atento,” dijo Kelsi, estudiante de misiones que ayudó con la traducción. “Antes de que la conversación terminara, él estaba contestando sus propias preguntas; era emocionante observar.”

El tío de Jennifer dijo que sí cuando se le preguntó si deseaba confiar en Jesús. Y cuando la conversación concluyó, Jennifer guió a su tío a la fe en Cristo.

“Nuestro Dios es un Dios maravilloso,” dijo ella. “Sé que no deberíamos estar tan sorprendidos cuando él hace más abundantemente de lo que le hemos pedido o pensado, pero estoy feliz de que él lo hizo en este viaje. Qué viaje tan maravilloso…y que maravilloso Dios.”
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Sandra Richards es directora del departamento de servicios escolares y mercadeo del Baptist College de Florida (www.baptistcollege.edu).

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  • Por Sandra Richards