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Se exploran facetas ignoradas en la historia de la Pascua


NASHVILLE (BP) — En el año 33 d.C. Jerusalén era un barril de pólvora política listo para explotar. Más que nunca, los judíos esperaban a un Mesías que derrotara a los odiados opresores romanos. A cambio, el Imperio Romano estaba listo para aplastar a cualquier rival del César a la menor señal de disturbio.

A ese ambiente llegó el rabí itinerante de Nazaret, montado en un burro al entrar a la ciudad para celebrar la Pascua y ser proclamado por las multitudes como el Mesías prometido. En cuestión de días una de dos cosas habría de pasar: derrotaría a los romanos o sufriría una muerte brutal.

Este es uno de los muchos momentos dramáticos y teológicamente ricos en la Semana de la Pasión, enfatizados en “Los últimos días de Jesús,” una armonización publicada por Crossway que contiene los cuatro relatos bíblicos de la semana anterior a la Pascua. Tomando materiales de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, Andreas Kostenberger, profesor del Southeastern Baptist Theological Seminary y escritor popular de un blog, junto con Justin Taylor, presentan la última semana de vida terrenal de Cristo como una sola historia unificada. La apodan “la semana más importante de la persona más importante que haya vivido.”

Explican el significado teológico de los eventos claves y enfatizan los hechos que los estudiantes de la Biblia frecuentemente ignoran en la Semana de la Pasión.

“Como un erudito en la Biblia, y como cristiano, quiero saber lo que puedo saber de la Biblia y de la vida de Jesús tan precisamente como sea posible,” dijo Kostenberger en una entrevista con el pastor y autor Chris Brauns. “Por un lado, quiero ser honesto con las limitaciones que tenemos en cuanto a la evidencia disponible, pero por otro lado, quiero usar al máximo la evidencia que tenemos para determinar una pieza de información específica, tal como las fechas de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús.”

Kostenberger y Taylor señalaron que un momento de significado muy particular fue la crucifixión, donde Jesús prometió al ladrón arrepentido que estaría con Él en el Paraíso, ilustrando la salvación por gracia a través de la fe.

“Que Jesús haya aceptado a este hombre ilustra poderosamente la oportunidad de perdón y vida eternal que pronto sería proclamada para todos con base en su sacrificio de muerte por el pecado,” afirman los autores en el libro. “El ladrón no tenía tiempo ni la habilidad de hacer buenas obras—no era posible que compensara el daño que había hecho si incluso eso fuera posible—pero sí tiene la fuerza para creer en Jesús y pedirle la salvación. Eso es todo lo que se necesita, y el destino eterno del hombre cambia decisivamente de estar separado de Dios a pasar la eternidad con Jesús en el Paraíso.

En cuanto a la resurrección, Kostenberger y Taylor proponen tres escenarios que ilustran cómo embonan los relatos en cada uno de los Evangelios –los cuales son un poco diferentes. Mateo, Marcos y Lucas registran a un grupo de mujeres que van a la tumba la mañana de la Pascua mientras que Juan dice que sólo fue María Magdalena. Las narrativas dejan claro que Juan está describiendo un evento diferente que los otros tres.

Quizás, señalan Kosterberger y Taylor, un grupo de mujeres fueron a la tumba, y al encontrar la piedra del sepulcro hecha a un lado, María Magdalena corrió a decirles a los discípulos mientras que las demás entraron a la tumba y descubrieron a los ángeles. Después de decirles a Pedro y a Juan que el cuerpo de Jesús había sido movido, María Magdalena regresó a la tumba y vio a Jesús.

Una alternativa es que María pudo haber ido a la tumba sola, antes de que llegaran las otras mujeres, la encontró vacía y corrió a decirles a los discípulos, y las otras mujeres llegaron después. O María pudo haber ido a la tumba sola, inicialmente y pudo haber hecho una segunda visita con el resto de las mujeres.

Cualquiera que haya sido el caso, Kostenberger y Taylor les pagan con la misma moneda a los críticos que argumentan que los relatos de la resurrección en la Biblia se contradicen unos a otros y que no pueden ser ciertos.

“Aunque las narraciones en los Evangelios sean diferentes, no son contradictorias. Reflejan exactamente lo que esperaríamos de testigos oculares de un evento tan inesperado y sobrenatural. Sus diferencias confirman la veracidad de la resurrección,” contienden Kostenberger y Taylor.

El comentario del libro sobre las narraciones de la Pascua subraya otros detalles que a menudo se pasan por alto. Por ejemplo:

— Probablemente Judas estaba sentado junto a Jesús en la Ultima Cena, lo que explica que Jesús pudo darle un pedazo de pan.

— Entre la enseñanza de Jesús en Juan 14 y su continuación en Juan 15, Él y sus discípulos probablemente se mudaron del Aposento Alto al Huerto de Getsemaní. Eso explica el final de la frase en Juan 14, “¡Levántense, vámonos de aquí!”

— Pilatos no vivía en Jerusalén normalmente. Él gobernaba desde Cesarea, en la costa del Mediterráneo, pero iba a Jerusalén durante las festividades mayores como la Pascua, para mantener el orden.

— La referencia en Marcos a que la crucifixión de Jesús ocurrió en la “hora tercera” probablemente no es una referencia precisa a las nueve en punto. Las designaciones del tiempo en la antigüedad eran muy generales y se basaban en la observación de la posición del sol en el cielo. Probablemente Marcos estaba haciendo una referencia general al cuarto del día alrededor de las 9 a.m. –cualquier hora entre cerca de las 8 a.m. y las 10:30 a.m. Las referencias a la oscuridad en la “hora sexta” y a la muerte de Jesús en la “hora novena” también son generales en lugar de indicaciones precisas del mediodía y de las 3 p.m.

–Probablemente Jesús repitió la Gran Comisión muchas veces durante los 40 días entre Su resurrección y Su ascensión. Eso explica las diferentes versiones que se dijeron en diferentes ocasiones en diferentes libros de la Biblia.

A final de cuentas, Kostenberg y Taylor señalaron que las narraciones de la Pasión tienen la intención de no solamente llenar la cabeza de los lectores con conocimientos históricos, si no de llamarlos hacia la fe en Jesús.

“¿Lo creeremos tú y yo?” escriben. “¿Pondremos nuestra fe una vez por todas en el que vino y murió y resucitó para que seamos perdonados y tengamos vida eterna? Si es así, nuestra Pascua ha atardecido y la Estrella de la Mañana de Dios ha amanecido en nuestros corazones.”

“Para los verdaderos creyentes, diariamente es Pascua, y podemos celebrar la Pascua gozosamente, agradeciendo a Dios su maravillosa salvación y anhelando con expectación el día que nuestro Señor regresará y nos reunirá para pasar la eternidad con Él, para Su gloria y para nuestra felicidad eterna.”
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David Roach es el corresponsal nacional en jefe de Baptist Press.

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  • Por David Roach