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Hacer vestidos genera ingresos y momentos para compartir su fe


SOUTHEAST ASIA (BP) — La incertidumbre sacudió a Vanna Keo* después de que su esposo Kith* aceptó a Cristo. Ella no había conocido a ningún cristiano antes, y ahora su esposo era uno de ellos.

Para apoyar a su esposo, Vanna estuvo de acuerdo en conocer a Don y Dayla Patrick*, obreros de IMB en el sudeste asiático durante más de 15 años. Los Patrick fueron unos de los que compartieron el evangelio con su esposo y lo guiaron a Cristo.

Vanna también quería ver por sí misma cómo eran realmente los cristianos. Riendo de su perspectiva en ese momento, Vanna dice que conoció a los Patrick “y vi quiénes eran. Ellos no nos hicieron nada raro o loco. Después de eso, no tuve ninguna mala sensación hacia ellos.”

Después de dos años de la conversión de su esposo, Vanna aceptó a Cristo. Luego la familia se topó con tiempos difíciles cuando su comunidad musulmana se volvió en contra de ellos. Incapacitados para cubrir sus gastos, Kith buscó trabajo ayudando a varias organizaciones cristianas con diversos proyectos. Pero esos trabajos no producían mucho ingreso.

La amistad entre Vanna y Dayla Patrick continuó creciendo. Vanna hablaba sobre maneras en las que ella podía aportar dinero. “Consideré lo que podía hacer ya que soy madre,” dice, “y opté por coser.”

La habilidad de Vanna, generó una idea en la mente de Dayla. “Después de que Vanna cosió para mí,” Dayla comenzó a ver a Dios obrando; “pensé: ‘Quizá esto es algo que los pueda ayudar a ellos.'”

Seis años después, Vanna y Dayla se sentaron en el embaldosado piso blanco y examinaron los nuevos diseños de los vestidos que sostienen a la familia de Vanna.

Intensos diseños rosados y café se extienden en el suelo mientras Vanna sostiene varias tiras de tela café en las manos. Las líneas le surcan la frente cuando ojea las telas antes de llamar a Dayla para que la ayude a decidir cuál tela complementa mejor el rosado. Dayla limita la selección a dos diseños y le deja la decisión final a Vanna.

Después de seleccionar una tela café chocolate, Vanna hace clic en la máquina de coser y comienza a trabajar cortando, ajustando, cosiendo y retocando un vestido para una de las hijas de Dayla para probar la talla. Sus dedos guían la tela a través de la máquina, corrigen cualquier mala dirección antes de que resulte un error.

Los vestidos de Vanna Keo y, ahora, de sus amigas son principalmente vendidos en iglesias en EE.UU. Susan McPherson*, quien vive en Texas ha sido clienta por largo tiempo de los proyectos de Vanna. Susan ha comprado vestidos cuando Dayla los vende en las iglesias en sus visitas a EE.UU. Dayla envía las ganancias directamente al proyecto de Vanna.

“La calidad es maravillosa,” dice Susan McPherson, “y me encanta poder ayudar a otras madres al otro lado del mundo comprándoles un vestido.”

“Una de las cosas que realmente me gustan del proyecto,” dice Dayla, “es que conecta a mujeres en Asia del sudeste que están tratando de alimentar a sus familias, con mujeres en EE.UU. que desean ayudar de una manera tangible.”

Vanna consigue más tela para un segundo vestido y Dayla la ayuda a escoger un diseño azul intenso. Después de terminarlo, Vanna y Dayla se sientan en la fría baldosa al atardecer mientras los niños juegan y hablan acerca de lo que han aprendido durante el curso del proyecto de costura.

Vanna pausa antes de mirar hacia arriba y decir: “Tuvimos dinero por primera vez; yo tuve un trabajo. En cierto momento mi hermano estuvo ayudándonos, y ahora él está en la universidad. Esto pagó para su universidad. El proyecto fue una forma para que mi familia se ayudara durante un tiempo de real necesidad.”

Dayla relata que mientras el esposo de Vanna estudiaba la Biblia y se disponía a trabajar en un importante proyecto ministerial, fueron los vestidos que Vanna vendió lo que sostuvo a la familia hasta que Kith encontró una fuente estable de ingreso.

Vanna añade que los vestidos han hecho más que ayudar a proveer un ingreso para la familia. El proyecto ha profundizado su fe.

“He experimentado la intervención del Señor en mi vida,” dice ella. Al mirar los vestidos recién cosidos, ella continúa: “Ver oraciones contestadas ha ayudado a que mi fe crezca y me ha ayudado a través de las difíciles luchas.”

Y los ojos de Vanna se iluminan cuando dice: “Cuando ellos [los clientes locales] vienen, puedo compartir sobre Jesús. Eso es lo que es importante… la oportunidad que normalmente no tendría de compartir mi fe en la comunidad.”
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*Nombres cambiados. Evelyn Adamson es una escritora que vive en Asia del sudoeste. Para comprar vestidos que ha hecho Vanna Keo, escriba a [email protected]. La iniciativa de WorldCrafts de la UFM también presenta productos de mujeres en más de dos docenas de países para ayudar a proveer ingresos sostenibles.

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  • Por Evelyn Adamson