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EDITORIAL: ¿Qué quiere decir eso?


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
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NASHVILLE (BP) — El apóstol Pablo exhorta a los cristianos romanos, usando para ello el amor y sus diversas manifestaciones. Aquí encontramos algunos atributos de la ética cristiana. El amor es el atributo primario que no solo canaliza los dones espirituales en la dirección correcta sino que también permite a los creyentes trabajar armoniosamente en el cuerpo de Cristo. Por eso cuando el Señor Jesús resumió el contenido de la Ley, lo hizo con una manifestación de amor. Lea Romanos 12.9-15, observe que la palabra AMOR es una de las más usadas, abusadas e ignoradas del idioma. La escuchamos constantemente: Te amo, cuando se termina de hablar por teléfono, te amo cuando se despiden para salir de casa. Te amo, te amo, te amo… Hasta el agotamiento. ¿Pero cómo se muestra ese amor que se dice que se tiene? Lea 2 Corintios 13 para que pueda tener una mejor idea de la manera en la que Pablo entiende y se refiere al amor. Por eso es correcto considerar al amor como una característica fundamental de la ética cristiana, porque es del amor que surgen toda una serie de requisitos éticos.

Pablo dice que el amor debe ser sin fingimiento, desprovisto de cualquier engaño o hipocresía. Aunque algunos en el cuerpo de Cristo pueden llegar a dar la impresión que lo que hacen parezca que lo hacen por amor, Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, advierte que nunca debemos “aparentar” amor para cubrir los motivos secretos o las ambiciones. Esa actitud, tarde o temprano acabará dando mucho dolor y sufrimientos.

¿Cómo se puede vivir el amor cristiano en la práctica? Pablo indica que los cristianos verdaderos aborrecen lo malo y siguen lo bueno.

¡Perdóneme por lo que voy a decir, pero esto ni lo inventé ni lo digo yo! Si alguien, en cualquier lugar, incluyendo la iglesia, ama lo malo y no sigue lo bueno, el tal es un HIPÓCRITA y no hay amor en él o ella. Una persona transformada (y por definición TODO cristiano ha sido transformado, o simplemente NO ES cristiano) detesta las actitudes y los comportamientos equivocados.

Tristemente, nuestra sociedad está bajo la influencia del dios de este mundo que es Satanás, lo cual ha confundido a muchas personas que han llegado a aceptar a la maldad como un mal generalizado, como una especie de enfermedad o plaga de la cual no hay forma de librarse, y que en definitiva se debe aceptar. ¡PERO ESO ES UN ERROR! La idea de que el cristiano siga lo bueno es como una premisa. Es como la de adherirse o “pegarse” al camino recto; es vivir una vida que gire alrededor de Dios. Cualquier otra postura, simplemente es inaceptable. Hay algunos, entre nosotros, que lamentablemente no han entendido esto y practican y enseñan otras cosas.

Déjeme terminar con una alegoría o ejemplo. Digamos que nace un niño, cuyo padre es un ladrón y un drogadicto que va a la cárcel y lleva por apellido Fernández. El niño es dado en adopción a un médico de apellido Pérez. ¿Cuál es el apellido del niño? ¡Pérez! ¿A qué se dedica el papá del niño? A la medicina, es médico. Legalmente ya no está ligado a su padre natural, nada tiene que ver con él, legalmente el padre natural no tiene algún derecho sobre ese niño. El pasado domingo en mi grupo de estudio bíblico una persona se mostró un poco molesta cuando yo explicaba el principio de la adopción de la cual hemos sido objeto por la Gracia de Dios y no por las obras que hayamos hecho o que podamos hacer. Esta persona tiene y sustenta el extendido criterio de que todos los seres humanos son “hijos de Dios” y le resulta molesto aceptar que desafortunadamente está equivocada. Con amor y gentileza estamos obligados a decir la verdad, en este caso dice la Biblia que nosotros SOMOS hijos de desobediencia, somos por naturaleza hijos del maligno, del diablo. Pero por el amor y la Gracia de Dios, mediante la sangre de Cristo hemos sido ADOPTADOS como hijos de Dios. De modo que ya no podemos andar en nuestra vieja manera de vivir. Hemos sido hechos hijos de luz y debemos de andar en luz. Eso es lo que Pablo les está diciendo a los cristianos de Roma y a nosotros también. Todos los seres humanos son hijos de las tinieblas, por eso Dios envió la luz al mundo, y lo hizo enviando un bebé que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido que éramos nosotros que en otro tiempo andábamos muertos en nuestros pecados. Esa es la expresión del amor perfecto y se describe en Juan 3:16. Doy gracias a Dios por ser uno de esos incluidos en el “todo aquel” de este pasaje y porque la Gracia de Dios me perdona mis pecados y me otorga la vida eterna. ¡Gloria a Dios!
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Óscar J. Fernández es miembro de Brentwood Baptist Church en Brentwood, Tenn., y es escritor, editor y consultor de publicaciones independiente.

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  • Óscar J. Fernández