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Enviar mensajes de texto y manejar ‘epidemia’ evidente entre los adolescentes (y adultos)


NASHVILLE (BP) — Esta primavera en algunas escuelas secundarias, los estudiantes usaron simuladores para aprender cuán peligroso es enviar mensajes de texto y manejar ahora que enviar mensajes de texto ha sobrepasado al alcohol como el mayor riesgo para los adolescentes en las carreteras de la nación.

Russell Moore, presidente electo de la Comisión de Libertad Religiosa y Ética de los bautistas del sur, dijo que hay un ángulo bíblico en el problema de enviar textos mientras se maneja.

“La Biblia nos llama a discernir, a ver cómo nuestras acciones podrían dañar a nuestros prójimos. Enviar mensajes de texto y manejar parece suficientemente inocente, mandarse bromas acerca de algo ligero, hasta que vemos las horribles posibilidades de daño y muerte,” le dijo Moore a Baptist Press.

El uso de bebidas alcohólicas entre los adolescentes ha disminuido en un 54 por ciento desde 1991, de acuerdo al Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, debido en parte al incremento del estigma después de años de educar a los adolescentes sobre los peligros.

Enviar mensajes de texto mientras se maneja, sin embargo, ha aumentado vertiginosamente en los últimos cinco a siete años, con la mitad de los estudiantes de secundaria en edad de manejar que admiten practicarlo, de acuerdo a un estudio reciente.

Un equipo de investigadores dirigidos por Andrew Adesman del Centro Médico para Niños en New York, en una encuesta de casi 9.000 adolescentes entre 15 y 18 años a nivel nacional, encontró que un estimado de 49 por ciento de los chicos admitieron enviar textos mientras manejaban comparado a 45 por ciento de las chicas.

“Una persona que esté escribiendo un texto puede estar tan discapacitado como alguien que esté legalmente borracho,” dijo Adesman, de acuerdo a Newsday el 8 de mayo.

Ya en 2009, Vicki Courtney, autora y oradora que trata asuntos de adolescentes — particularmente entre las chicas — advertía la necesidad de que los padres tuvieran cierto control sobre los hábitos de enviar mensajes de texto de sus adolescentes.

“Aunque la mayoría de nosotros no tenemos adolescentes que estén escribiendo 35.000 mensajes de texto al mes (el promedio es 1.742 al mes en adolescentes entre 13 y 17años), aun así deberíamos ser sabios para establecer límites en lugar de asegurar que nuestros preadolescentes y adolescentes no se estén enfocando tanto en mandar textos que dejen pasar la vida,” escribió Courtney en su blog.

Enviar mensajes de texto mientras se maneja, dijo Adesman, está en la misma categoría de riesgo de otras actividades peligrosas como la falta de usar el cinturón de seguridad, beber y manejar, uso excesivo de bebidas, drogas y tabaco, sexo inseguro y aparatos de bronceado, reportó Newsday.

Sin embargo parece que todo el mundo lo hace.

“Tenemos fuertes tabúes en contra de tomar y manejar. Los chicos no toman y manejan cada día. Pero algunos chicos están ahí afuera enviando mensajes de texto y manejando siete días a la semana — y lo admiten,” le dijo Adesman a Newsday.

Y por supuesto la práctica no está limitada a los adolescentes. Con la amplia disponibilidad de teléfonos inteligentes, los adultos de todas las edades han hecho un hábito de leer y enviar mensajes de texto mientras están detrás del volante. Como dice el refrán, nadie espera un accidente.

“La tecnología, incluyendo los mensajes de texto, puede ser una gran bendición al mantener a los padres y a los hijos en contacto los unos con los otros,” señaló Moore, “pero esto es verdad solamente cuando les enseñamos a nuestros hijos los límites de esta tecnología. La conversación inmediata y la sollamada multitarea pueden darnos la ilusión de omnipresencia, pero la triste carnicería dejada atrás nos recuerda que somos mortales, que podemos lastimar y ser lastimados.”

Courtney, autora del nuevo libro “Ever After: Life Lessons Learned in My Castle of Chaos” (Desde entonces: Lecciones de la vida aprendidas en mi castillo de caos), escribió en su blog que cuando se trata de ayudar a los adolescentes a establecer un balance saludable del envío de textos, una buena pregunta para hacer es: “¿Quién tiene el control?”

“En otras palabras, ¿controla su adolescente el teléfono o el teléfono controla a su adolescente? Muchos de nuestros adolescentes que envían textos han estado condicionados a enviar un texto e inmediatamente recibir una respuesta, pero necesitamos animarlos a poner el teléfono en silencio algunas veces y disfrutar el momento,” escribió Courtney.

Entre sus sugerencias para lograr un balance en el asunto de los textos estaba considerar tener zonas sin teléfono. “Establezca algunas reglas firmes en el interfaz donde enviar o recibir textos no es permitido,” escribió. Un ejemplo de esto podría ser detrás del volante del carro.

“Quiero que mis hijos sepan que está bien no estar disponible algunas veces,” escribió Courtney. “… Al resistir la urgencia de responder inmediatamente un mensaje de texto, comenzarán lentamente a condicionar a sus amigos a que no siempre hay garantía de que van a recibir una respuesta inmediata.”

Courtney les recordó a los padres que enviar textos es un privilegio y no un derecho, y si el envío de textos es excesivo, el padre tiene el derecho de limitar el uso del teléfono.

“Conozco a una madre que canceló del todo el servicio de textos cuando este se salió de las manos y comenzó a impactar las calificaciones de su hija,” escribió Courtney. “…Los adolescentes que saben que sus padres están conscientes de sus hábitos de enviar textos son menos propensos a abusar de este privilegio.”
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Erin Roach es editora asistente de Baptist Press.

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  • Por Erin Roach