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EDITORIAL: Cuatro cosas con las que batalla cada líder


NASHVILLE (BP) — En un reciente seminario de líderes pregunté cuáles son las cosas con las que los líderes batallan más. Recibí muchísimas respuestas. Miramos las respuestas y básicamente las clasificamos en cuatro categorías grandes. Obviamente, fueron muchas las respuestas y no todas cayeron dentro de estas categorías. Se tomaría más que un artículo como este para hablar de cada una de ellas. Dios obra y continúa trabajando conmigo en cada una de estas áreas. La realidad es que si eres un líder, especialmente en una iglesia, luchas en algún momento con una de ellas. Algunas veces los líderes son culpables de creer en el poder de las promesas y la verdad de Dios para otras personas menos para sí mismos. Dios nos ayude. Aquí están, disfrútelas.

1. Sentirse plenamente capacitado. Casi cada líder eclesiástico con el que he hablado lucha con esto. De alguna manera u otra siente que no está debidamente preparado para algunas tareas que tienen que enfrentar en el ministerio. Entiendo perfectamente esto porque he estado allí. Al pensar más detalladamente en esto, las palabras de 2 Corintios 4.1 resuenan en mi mente. Por la gracia de Dios es que podemos ministrar. Estamos en capacidad de ministrar y liderar no por alguna cosa que hemos hecho o algún talento especial que hemos recibido. Dios ha tenido misericordia de mí y me ha llamado a El mismo. Las palabras de John Piper son pertinentes en este sentido: “No somos profesionales, somos ministros.” Dios capacita al que llama a hacer una tarea específica. Contamos con esta seguridad. En confianza podemos actuar sin pretensiones sabiendo que El nos guía.

2. El orgullo. En algún momento sino durante toda nuestra vida luchamos con esto. El ego quiere quitar del lugar a Aquel que merece toda gloria. Las palabras de Pablo en 1 Corintios 1. 26 al 31 nos recuerdan la importancia de considerar nuestro llamamiento. Nos recuerdan cómo Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios y lo débil a lo que es fuerte a fin de que no nos jactemos. Si hemos de gloriarnos en algo, asegurémonos de gloriarnos en el Señor. El recordatorio de Santiago 4:6 al describir la lengua como un fuego, un mundo de iniquidad y que inflama el curso de nuestra vida nos puede servir de ayuda.

3. Confrontar a la gente. Si a usted le gusta confrontar a las personas es probable que sea de una especie muy extraña. Por lo general, tratamos de evitar problemas. No nos gusta tener que confrontar a la gente porque no es divertido. Es más fácil callarse, soportar o esconder la cabeza como el avestruz. Sin embargo, usted y yo sabemos que el confrontar a la gente con la verdad es necesario y saludable. Si queremos ayudar a maximizar el potencial de un equipo ministerial o de una congregación tendremos que confrontar. Si queremos alcanzar a la mayor cantidad de gente con el evangelio, necesitamos enfrentar a la gente con la verdad. La realidad es que no todos estarán de acuerdo con lo que pensamos. Es común tener puntos de vista diferentes. La idea es poder diferir de opiniones pero no con un espíritu de contienda o pugna carnal.

4. Fallar. No hay líder que no se enfrente a esto. Quién de nosotros se levanta cada mañana diciendo hoy quiero fallar. Quién ora antes de desayunar “Señor, por favor, hazme fallar este día. Amén.” Ninguno de nosotros queremos cometer errores. Pero, los tendremos y muchos. Lo importante, como lo señala Mike Zigarelli, en su libro “Influya al estilo de Jesús”, cuando los cometa y caiga “mantenga un enfoque de largo alcance”. Es decir, errar es humano pero corregir o rectificar es sabio. Lo clave es no dejar que los errores que cometamos nos desvíen de seguir la visión que Dios nos ha dado. Proverbios 24.6 nos recuerda “porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia. ” Amigo, ánimo. ¡Adelante! que Jesús nos ve.

Porque El vive,
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol.

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