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EDITORIAL: ¿A quién iremos?


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
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NASHVILLE (BP) — Esta es la pregunta que Pedro le hizo a Jesús. Y esta es la misma pregunta que muchas personas se están haciendo en estos días, aunque pensando en algo diferente. Los millones de dólares que se están empleando en la campaña de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos de América, están produciendo un extraño sentimiento de inseguridad, frustración e impotencia en muchas personas. La visión postmodernista de la sociedad está jugando su papel creando el caos esperado: no hay barreras para lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira.

Los hechos contradicen las palabras. La falta de empleo, los despidos, los salarios congelados, la vulnerabilidad ante los ataques terroristas, la inminencia de un posible conflicto nuclear, la inestabilidad internacional, los cambios de posición de los aliados que se convierten en enemigos y viceversa, la incertidumbre de los jubilados, el constante aumento del costo de la vida y la depravación moral y social, son solo algunos leves matices de la gravedad de la situación que enfrentamos.

Ante esta problemática y con tantas palabrerías en los debates y los mensajes de la televisión y la radio, muchas personas se han visto en una especie de laberinto sin salida y se han deprimido, preguntándose constantemente, ¿a quién iremos? ¿Dónde está la verdad? ¿Qué nos depara el futuro? ¿Qué podemos hacer?

La situación en los países dominados por el Imperio Romano en el siglo I d.C. no era mejor que la situación que nos ha tocado vivir. Por el contrario, en muchos sentidos era peor. El apóstol Juan estaba desterrado en la isla de Patmos, que era un lugar inhóspito, terrible, perdido en medio del Mar Egeo, apenas visible como un pequeño punto en los mapas. Y allí, adorando en el Día del Señor, tuvo una visión celestial para animar a los cristianos de las siete iglesias del Asia Menor, en representación de todas las congregaciones cristianas del mundo, este era un mensaje atemporal y profético. De aplicación en aquellos días y de alcance contemporáneo. El mensaje era y es claro y contundente. ¡Dios está sentado en Su Trono! (Referencia bíblica: Apocalipsis 1:9-11; 4-6)

Lo maravilloso de nuestra historia es que, sin importar lo que pase a nuestro alrededor, ya sabemos quién es el ganador: ¡Jesucristo! No importa que el precio de la gasolina suba y el desempleo crezca, ni las vueltas que le den los políticos a los problemas migratorios. “En el mundo tendremos aflicción”. Jesús nos lo advirtió, pero añadió: !Yo he vencido al mundo! El precio de los alimentos los hace casi inalcanzables, mientras que los sueldos se mantienen estáticos o se dejan de recibir por el despido; pero la situación del Pueblo de Israel era peor en el desierto, después de salir de Egipto y nunca les falto el “maná” para cada día.

Jesús nos enseñó que pidiéramos por el pan de cada día y la Biblia nos asegura que nunca nos faltará lo necesario. Yo he experimentado personalmente en mi vida esta bendición. No fue un tiempo fácil para mí, pero nunca me faltó el pan, ni un lugar donde dormir. No hay un solo lugar en la Biblia en el que se diga que el camino del cristiano va a ser fácil, ni un camino de derroches, pero sí se nos asegura que es un camino seguro que conduce a la victoria.

El domingo pasado un hermano en la iglesia me dijo: “No logro ver la luz al final del túnel, y cuando logro percibir alguna claridad, se trata de otro tren que viene en sentido contrario y a toda velocidad”. El problema es que mi amigo ha estado mirando para el lugar equivocado. No podemos mirar adelante, TENEMOS que alzar la vista y mirar para arriba, para poder ver al Cordero que fue inmolado que viene galopando en su caballo blanco de Conquistador, Triunfante, aplastando a los enemigos. Él tiene el rollo con el manuscrito del futuro en sus manos y Él es el Único que fue hallado digno de romper los siete sellos. ¡Aleluya, Dios conoce y controla el futuro!

En unos días, y en la actualidad en algunos Estados, estamos en la obligación de concurrir a votar por el próximo Presidente que dirigirá a nuestra nación. Al hacerlo, debemos mirar quién de ellos sostiene los mismos principios de ética cristiana que nosotros sustentamos y no mirar al aspecto exterior ni dejarnos confundir por la palabrería bonita de los políticos.

Al final, uno de los dos resultará el ganador. En verdad, no importa mucho quien gane, ya que en definitiva, ¡Jesucristo es el Rey y Dios está sentado en Su Santo Trono! “… Al que está sentado en el trono, y al cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos […] Amén”. Apocalipsis 5:13b-14a. Es a Él y solo a Él a quien debemos acudir, porque solo Él tiene palabras de vida eterna.
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Dr. Óscar Fernández es Senior Team Leader, publishing en Adult Ministry, en LifeWay Church Resources Division, LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y un estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores en 45 países.

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  • Oscar Fernández