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FIRST-PERSON: Dios estaba allí


NASHVILLE, Tenn. (BP) — Una de las cosas que me llaman la atención es que la mayoría de las personas, cuando las cosas empiezan a salir mal por haber tomado malas decisiones o asumir una actitud inapropiada, culpan a otras personas por sus fracasos y tratan de justificarse; algunos incluso, asumiendo papeles de “mártires” que sufren por causa de sus principios y valores cristianos.

He encontrado a muy pocas personas que enfrenten sus fracasos y vean en ellos a la mano de Dios tratando de doblegar su personalidad y quebrantar su orgullo y arrogancia. Dios suele llevarnos en ocasiones más allá del punto de la desesperación, para que finalmente encontremos el camino que Dios quiere que llevemos. Yo he estado en ese punto y créame que se lo que le digo.

Pero llegar hasta ese punto no es algo que suele ocurrir en un instante, es en verdad una especie de proceso. Estamos acostumbrados a que en nuestro país, las cosas sean rápidas, pero para sacar toda la basura que tenemos acumulada en nuestras vidas, hace falta tiempo. Dios trabaja en nosotros en cualquier lugar en el que nos encontremos. Dios nos reprende, nos revela nuestras faltas y corta y lima las asperezas en un proceso “purificador” para llevarnos a vivir rectamente y para despertar un avivamiento personal en nosotros. Claro está que este proceso, la mayor parte de las veces, puede ser doloroso y en ocasiones, hasta muy doloroso.

La clave del asunto no es que acumulemos conocimientos bíblicos y/o nos llenemos de méritos por realizar actividades piadosas o eclesiásticas, sino que dobleguemos nuestro “ego” ante Jesucristo y que lo reconozcamos como el Señor de nuestras vidas. Esto parece obvio, pero no es algo común ni frecuente. Reconocer Su Señorío implica hacernos esclavos de Él, y actuar como tales.

En Génesis 28, comenzando en el versículo 10 se nos narra un sueño que tuvo Jacob, mientras que trataba de escapar de su hermano que lo buscaba para matarlo. Génesis 28:15 es uno de esos pasajes que no me canso de leer y la declaración de Jacob en el versículo 16 siempre me llena de asombro. Él dijo, ¡ciertamente Dios estaba en este lugar y yo no lo sabia!

Dios es muy paciente. Él nos persigue y en ocasiones nos doblega hasta que lleguemos a morder el polvo para que experimentemos sus bendiciones. Las bendiciones, la mayor parte de las veces, no se pueden experimentar sin una lucha previa. Si no tenemos disposición para ceder, nunca habrá disposición para dejar que Dios rija por entero nuestras vidas.

Dios vio algo en Jacob que otros no podían ver. Jacob era un hombre que se había dado por vencido hacía tiempo, pero Dios no se dio por vencido con Jacob. ¿Por qué? Porque Dios quería que Jacob se rindiera a sí mismo para que pudiera llegar a ser algo por medio del poder de Dios, no como resultado de sus esfuerzos o engaños. Quería que fuera algo que solo Dios podía hacer con él.

La lucha de Jacob (Génesis 32) marcó un momento único en su vida. Jacob, el “engañador,” ahora tenía el poder de Dios. El fracasado, ahora encontraba fortaleza en Dios para triunfar. Donde una vez él trató de sobresalir por sus méritos y esfuerzos fracasó, pero ahora encontraba el poder de Dios para triunfar de una manera diferente. Jacob tuvo que morder el polvo para que un día se pudiera erguir victorioso solo gracias al poder de Dios. No sería su carisma, inteligencia, nombramiento, educación o méritos, sería Dios y solo Dios el que haría que él brillara.

En Bethel (Génesis 35) Dios le ratificó su promesa y le cambió el nombre de Jacob por el de Israel. Nunca más serás llamado Jacob. Los seres humanos tenemos la tendencia de regresar al lugar de nuestros fracasos, eso se ve muchas veces en la Biblia, pero Dios nos lleva a nuevos lugares, y como en Sodoma y Gomorra, nos pide que no miremos atrás. No es bueno recordar el basurero del que nos sacó Dios. Satanás siempre hará lo indecible por hacer que volvamos a ese lugar de fracasos.

¿Por qué sucede esto? Observe y verá que la respuesta es fácil. Vivimos en un mundo tan agitado que no tenemos tiempo para hacer algo. Nuestros calendarios están llenos de reuniones y actividades. Nuestro tiempo en la iglesia y con la familia no varía mucho. Hacer, hacer y siempre hacer parece ser el único propósito de nuestras vidas. Hemos olvidado apartar un tiempo cada día para estar en comunión con el Padre. No como una tarea que debemos cumplir, sino como un deseo y necesidad de nuestra alma. Pienso con toda honestidad que el cristianismo moderno no está produciendo la clase de cristianos que el mundo espera que seamos. Vemos a mucha gente entrar y salir de nuestras iglesias sin que sus vidas muestren el más mínimo indicio de cambio o transformación. Esas personas están fallando por no practicar la vida en el Espíritu y la única manera de ganar el terreno perdido es doblegándose ante Cristo y reconociéndole a Él como el Señor de sus vidas.

Jacob tuvo un encuentro con Dios en Peniel que cambió su nombre y su vida. ¿Ha tenido usted un Peniel?
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Dr. Óscar J. Fernández es Senior Team Leader, publishing en Adult Ministry, en LifeWay Church Resources Division, LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y un estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores en 45 países.

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  • Óscar J. Fernández