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EDITORIAL: La piedra


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
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NASHVILLE, Tenn. (BP) — Sentado en una tienda de café escuchaba atentamente a mi amigo hablar de su sufrimiento con cálculos renales. Las piedras en la vesícula (cálculos biliares) son frecuentes en las personas. Miles han sufrido o están sufriendo de estas piedritas molestas que se forman dentro de la vesícula. Pueden ser tan pequeñas como un grano de arena o tan grandes como una pelota de golf. Los síntomas son variados y dolorosos. Las causas de su formación parecen ser múltiples. Estas van desde la química heredada hasta la dieta alimenticia. Lo cierto es que se forman piedras que pueden provocar un bloqueo del sistema de drenaje, la acumulación de bilis en la vesícula o el hígado hasta la pancreatitis. Las piedras bloquean el paso.

Después de la muerte de Jesús, su cuerpo fue puesto en una tumba y una piedra la sellaba. La tumba estaba bloqueada. Las entradas bloqueadas constituyen un problema si usted se dispone a entrar por ellas. Una piedra obstruía el camino. Ese fue el problema de las mujeres cuando muy de mañana fueron al sepulcro aquel primer día de la semana para ungir el cuerpo del Señor. Lucas 24:2. He aquí personas que querían servir a Jesús, pero sabían que encontrarían obstáculos para hacerlo. Al rayar el alba, estas damas vinieron al sepulcro. Se despertaron muy temprano. Hay un dicho antiguo que dice “el que se levanta temprano, recoge agua clara.” ¿Qué estaban pensando estas mujeres? ¿No sabían que había una piedra que sellaba al sepulcro? Cuando llegue al cielo, se lo voy a preguntar.

La Biblia dice que estas mujeres traían especies aromáticas que habían preparado para ungir el cuerpo del Señor. ¿Qué pensaban cuando preparaban estas especies? ¿Cómo llegarían a ungir el cuerpo si había una piedra? ¿Para qué hacer todos estos arreglos si no iban a poder ungir el cuerpo? Esto no parece práctico, mucho menos lógico. A veces podemos ver las circunstancias a nuestro alrededor como problemas u oportunidades. Andar en fe requiere mirar más allá de las circunstancias. ¿Estaban estas mujeres enfocadas en la piedra o en Jesús? No lo sé. A veces podemos estar más enfocados en “la piedra” que en Aquel que es capaz de moverla. Podemos vivir calculando el tamaño de la piedra, estimar su peso y contemplarla hasta quedar paralizados por ella. ¿Cuál es tu piedra en estos días?

En nuestro paso por este mundo, nos damos cuenta que es un camino con piedras, algunas pequeñas otras más grandes. Estas pueden hacernos sufrir, caer y paralizarnos. Pienso en mi amigo y su cálculo renal. Muchas veces, nos preocupamos y hasta nos roban el gozo de la salvación. He aquí personas que querían servir a Jesús y encontraban obstáculos para hacerlo. ¿Alguna vez se ha sentido así?

El enfrentar obstáculos es parte de esta vida. Esa piedra era un obstáculo. ¿Le ha dado Cristo una pasión por algo y de repente siente como que si una gran piedra lo detiene? ¡Aprendamos de estas siervas! No deje que el gozo del Señor se pierda en su vida cuando encuentre piedras en su peregrinaje. Dios está con usted. Concéntrese en servirle. Ya sea que Su poder las remueva o no en el momento que usted considere preciso, Cristo ya venció. Con su resurrección ha removido la piedra de la muerte y el pecado. Presumo que en lo más profundo de su ser, la fe tambaleante de estas mujeres les hacía pensar que algo sucedería. ¿Habrá mirado Dios su fe débil, frágil pero arraigada en Cristo al remover la piedra?

La pregunta clave no es ¿cuál o cuán grande es tu piedra en estos días? Esto es fácil de hacerlo. Más bien, debemos considerar cuán grande y poderoso es nuestro Dios. La resurrección demuestra el poder de Cristo sobre nuestras debilidades. ¿Recuerda cuán débiles, tristes, perdidos y atemorizados se encontraban los discípulos después de la crucifixión? Una semana antes, el domingo de ramos, estos se sentían jubilosos, esperanzados y fuertes. Aquella mañana de resurrección encontró a los primeros discípulos asustados como a niños que se habían perdido en las calles. Estaban encerrados bajo puertas con llaves. Estas mujeres caminaban rumbo a la tumba bloqueada por la piedra de su debilidad. Para su sorpresa, la piedra fue removida. El poder de la resurrección lo hizo. Su debilidad fue transformada en fortaleza. La resurrección puso en los seguidores de Cristo un poder ilimitado a su alcance: El regalo del Espíritu Santo.

Su resurrección también nos dio poder sobre el pecado. ¿Cómo entraríamos por la puerta del perdón? Estaba bloqueada por el efecto de nuestra culpa. ¡Qué piedra tan grande! Cristo con su resurrección la removió! ¿Y qué tal de la piedra de la muerte? Si no hay resurrección, los muertos han perecido sin esperanza. Toda la fe es vana, vacía e inútil. Entraríamos por la puerta de la vida, pero la muerte tendría bloqueada la salida terrenal. ¡Esta sí que es un piedrón! Con su resurrección, Cristo conquistó el poder sobre la muerte. ¡Aleluya! La resurrección abre la puerta a esa vida eterna.

La resurrección tiene que ver con todos. Mi muerte, su muerte, la muerte de sus seres queridos, la muerte de sus amigos, la muerte de cada ser humano. Tiene que ver con mi vida, su vida, la vida de sus seres queridos, la vida de sus amigos, la vida de todo aquel que se arrepiente para salvación. Oía a mi amigo compartir que el dolor había cedido. La piedra removida. ¡Qué alivio escucharlo! Las buenas nuevas son que la resurrección ha removido la piedra de nuestra debilidad y nos ha dado poder para vivir victoriosamente para la eternidad. Esa es nuestra esperanza.

Porque El vive,
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. www.LifeWay.com/espanol

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  • Luis R. López

    Luis R. López es Director Asociado de Misiones y Trabajo Étnico de la Asociación Bautista del Condado de Robertson en Tennessee.

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