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EDITORIAL: Indigencia


NASHVILLE, Tenn. (BP) — Hace dos semanas, sentado en la sala de mi casa recibí la noticia de un tío que había experimentado un derrame cerebral. Lo tenían en terapia intensiva. Por varias horas no se notó ninguna reacción positiva. La voz del familiar que me lo comunicaba por teléfono trasmitía dolor y quebrantamiento. La trágica noticia me estremeció. Durante días agonizamos en la espera de una reacción. La vida de este ser querido podía terminar en cuestión de minutos u horas. Hay momentos y situaciones que nos estremecen. Nos hacen ver las cosas con la perspectiva correcta. Nos ayudan a reflexionar en lo frágil que es la vida.

Las luchas y dificultades son parte de este mundo. Las tormentas pueden llevarnos a los pies de la cruz o pueden sacar lo peor de nosotros mismos. A pesar que no es nuestra preferencia, en muchos casos las tormentas son la tierra que Dios usa para ayudarnos a crecer.

“Dios está en control” es fácil de decir, especialmente cuando es otra la persona la que está enfrentando la crisis. Reconocerlo y vivirlo es algo totalmente diferente. Nos preocupamos cuando sentimos que la situación no es manejable. Cada uno de nosotros quiere sentir la capacidad de “controlar” nuestras propias situaciones. En realidad, cuando reconocemos nuestra insuficiencia ante Dios es cuando comenzamos a experimentar Su gracia y paz. Nuestra necesidad e indigencia es lo que Dios muchas veces usa para llevarnos hacia El.

Pablo nos exhorta en Col. 2:6 “Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El.” Necesitamos darnos cuenta que no podemos ganar las dádivas de Dios a través de nuestros propios esfuerzos. O las recibimos como un regalo o simplemente no las tenemos. La mayor bendición espiritual que recibimos es llegar a la certeza de que estamos desvalidos, destituidos. Hasta que no lleguemos allí, le bloqueamos a Dios Su capacidad de actuar. Dios no puede hacer nada por nosotros mientras pensemos que somos suficientes y que podemos con nosotros mismos. Tenemos que entrar en su reino a través de la puerta de la indigencia. Hemos sido destituidos de Su gloria. A Dios no le gustan los autosuficientes. De hecho, aborrece la arrogancia. Mientras que creamos que somos “ricos,” especialmente en el área del orgullo o de la independencia, Dios no puede hacer nada por nosotros. Es sólo cuando tenemos hambre espiritual y sed de El que recibimos del Espíritu Santo.

Son los momentos como el descubrir la necesidad de un ser querido los que nos llevan a Él. Buscarle en oración y entregarle la vida de este tío fue abrir la puerta para que reconociera mi necesidad y Dios comenzara a actuar. ¡Oh, bendita necesidad que nos lleva a Jesús!

Él toma lo que está “más allá” de nosotros y lo sitúa “dentro” de nosotros. Cuando nos preocupamos por algo es porque precisamente eso no se lo hemos entregado totalmente a Él. Rendírselo por completo es nuestra mejor decisión y el inicio de descubrir su gracia. Esto es andar en el Espíritu. Inmediatamente, una vez aquello que estaba “más allá” llega y viene a ser puesto “dentro” de nosotros mismos. La paz que en un momento nos roba la tormenta llega cuando comenzamos a poner nuestros ojos en Aquel que es el comienzo y el fin de todo. El tío aun sigue bajo vigilancia médica. Ha salido del hospital. Todavía está recuperándose. Esperamos resultados de muchos exámenes que le han realizado. Oramos por él.

En el mundo físico, los indigentes son personas que carecen de vivienda adecuada y de ingresos propios, que viven en una situación de pobreza y marginación social. En pocas palabras, personas necesitadas. En el mundo espiritual, la indigencia es el reconocimiento de que somos seres extremadamente necesitados de Dios, pobres en espíritu. Necesitamos de Dios, su perdón, su fuerza y su gracia para vivir cada día.

La indigencia espiritual abre las puertas a la suficiencia del Dios todopoderoso. Cuando nos vaciamos de nosotros mismos y dejamos a Cristo vivir a través de nosotros es cuando andamos en la luz del Reino. De lo contrario, andamos llenos de nuestro ego y de nuestros pecados. Cristo ama al indigente.
Fraternalmente en Cristo,
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol.

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  • Por Luis R. López