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La confianza en Dios lleva a la sanidad de la pornografía


NASHVILLE, Tenn. (BP)–Dos mujeres que han tratado con la adicción a la pornografía de sus esposos dijeron que la clave para restaurar sus matrimonios la encontraron en su propia confianza en Dios.

Renee Crosse está casada con Clay Crosse, quien canta la canción título del proyecto “Somebody’s Daughter,” (La hija de alguien) un recurso en CD y DVD para ayudar a las parejas a sanar de los estragos de la pornografía.

“Para mí fue impactante darme cuenta que esto era un problema, una lucha para él, porque estaba completamente escondido. Realmente yo no sabía lo que estaba sucediendo,” le dijo Renee a Baptist Press, al relatar cómo se sintió cuando en 1998 supo de la adicción de su esposo.

Clay le pidió a Renee que lo perdonara y que orara por él en lo que él buscaba restauración y renovación de la pureza, pero en ese entonces ella no sabía dónde buscar ayuda para ordenar sus sentimientos.

“Al principio estaba centrada en mí misma, como si todo se tratara de mí,” dijo ella. “Le estaba pidiendo a Dios que me ayudara porque estaba herida.”

Luego descubrió el libro de Stormie Omartian: “El Poder de la Esposa que Ora” y pudo cambiar el enfoque de sus oraciones de ella a su esposo.

“Oré por él, que Dios hiciera de él un hombre de integridad y pureza y que Dios le cuidara los ojos y los pensamientos y que Dios lo hiciera un fuerte hombre de Dios,” dijo. “Cuando comencé a orar por mi esposo, algo cambió dentro de mí, y me quitó mucha de la amargura y del enojo que yo tenía hacia el problema y hacia Clay.”

Cuando el proceso de sanidad comenzó, Renee tuvo que re-enseñarle a su mente a dejar de vigilar si él tenía pensamientos impuros sobre otras mujeres y en vez de eso orar por él para que respondiera a las tentaciones apropiadamente.

“Eso puede consumirte, y lo hizo conmigo por un tiempo,” dijo ella. “Yo pensaba: ‘OK, Clay está viajando. Está en un aeropuerto. Va a ver todas esas revistas.’ Y no las esconden. Aunque no son revistas de pornografía, las portadas de las revistas para hombres son sucias.”

“Tú piensas: ‘OK, él va a ver eso. ¿Ahora qué va a pasar?’ O: ‘Él va a estar en un avión y una supermodelo se va a sentar junto a él.'”

“Esos pensamientos me consumían, pero de nuevo, la oración,” dijo. “Si íbamos en el carro y veíamos una valla de anuncios, en lugar de molestarme o enojarme con Clay, comenzaba a orar y a decir: ‘Dios haz que sea borroso para él, que ni siquiera vea eso,’ y ‘Dios, cuando él esté en el aeropuerto, ayúdalo a que fije su mente en ti, y aunque esas revistas estén allí, Señor, protégelo y haz que él ni siquiera las vea.'”

Renee dijo que el divorcio nunca fue una opción en su matrimonio porque cada persona tiene asuntos en los que necesitan la ayuda de Dios y la pornografía era solamente algo que ella y su esposo tenían que superar juntos.

“Muchos de nosotros, especialmente las parejas jóvenes hoy en día, van al matrimonio casi con una mentalidad de arrendatario,” dijo ella. “No es como si fueran a comprar una casa sino como que fueran a arrendarla. Si no funciona, se van a otro lugar, o si hay reparaciones que necesitan ser hechas, alguien más va a componer eso.”

“En vez, debemos ir al matrimonio con una mentalidad de dueño: ‘Estamos invirtiendo en esto, y esto es algo que va a ser nuestro. Si hay reparaciones que se necesiten hacer, no importa cuán costosas sean, vamos a esforzarnos y ver esto hasta el final,'” dijo.

John, el esposo de Shelli Mandevilleera era adicto a la pornografía, y el proyecto la Hija de Alguien comenzó cuando su amigo Steve Siler lo ayudó a encontrar una salida de la trampa. Mandeville y Siler escribieron la música del álbum, y Shelli cantó una de las pistas.

Casi como Renee, la primera reacción de Shelli fue la incredulidad.

“La primera pregunta es: ‘¿Por qué no soy lo suficientemente buena? ¿Qué está tan mal en mí que él prefieres esto?'” le dijo ella a BP. “Me sentí usada, barata, fea, sentí todas estas cosas negativas al principio. No quería dormir en la misma cama con él, me asqueaba y no quería que me tocara. Ni siquiera quería estar cerca de él.”

“Sentía vergüenza también, y sé que él sentía vergüenza, y eso lo hacía peor — primero mi enojo y la frustración por todo y además no me sentía deseada ni amada,” dijo Shelli.

Antes de que se revelara la adicción a la pornografía, Shelli se consideraba la esposa perfecta y estaba orgullosa, dijo. Además trataba de controlar la relación.

“Trataba de llevar los pantalones, por así decirlo,” dijo Shelli. “Eso emascula a un hombre, y yo no lo facultaba a ser fuerte. No me daba cuenta.”

Cuando se sentía disminuido por su esposa, John se volvía a la pornografía donde podía fantasear acerca de ser cualquier cosa que quisiera ser, dijo ella. Una vez que supo de su adicción y se dio cuenta que él quería ser restaurado, una de las cosas que ella tuvo que hacer fue resistirse a culparlo a él de todo.

“Tuve que darme cuenta de comportamientos y patrones con los que yo contribuía y no sabía,” dijo ella. “…Así que Dios tuvo que llevarme a ver toda la basura que había en mi corazón también, y tenía que cambiar si quería ver un cambio en él porque somos uno y nos relacionamos cada día. Tiene mucho que ver con cómo lo trato y mi actitud y mi corazón en toda la relación.”

Cuando ella se acercó a Dios, aprendió algunas lecciones e implementó algunos cambios de comportamiento que ayudaron a su esposo a encontrar la sanidad.

“Tuve que cerrar la boca muchas veces cuando no quería, y realmente pasarle las decisiones a él y no sentir que necesitaba estar segura de que él estuviera haciendo la decisión correcta,” dijo Shelli. “Tampoco criticar o esperar a que él cambiara o ‘¿cuándo vas a mejorar?'”

Cuando John vio que Shelli se estaba haciendo responsable de parte del rompimiento del matrimonio y que estaba aceptándolo por lo que él era, comenzó a cambiar positivamente, dijo ella.

Shelli aprendió a permitirle a Dios llenar los vacíos en su matrimonio donde ella no pensaba que su esposo estuviera llenando sus necesidades, y ella aprendió mucho a morir a ella misma.

“Tú piensas: ‘Tengo derecho a estar enojada. Tengo derecho a odiarte. Tengo derecho a dejarte. Me has sido infiel en el corazón,'” relató Shelli. “Pero el Señor me mostró cómo yo necesitaba entregar esos derechos si quería reconciliarme y hacer que este matrimonio funcionara.”

“Puedo ser autosuficiente y quedarme en el enojo y el dolor, y la recuperación de alguna manera se detiene en ese lugar y no avanzas más. Y andas llena de amargura en el corazón,” dijo ella.

Shelli dijo que el divorcio no debe ser una opción cuando el cónyuge que ha usado pornografía quiere dejarla y salvar el matrimonio.

“Tanto como yo quería divorciarme de mi esposo, quería seriamente irme — si están en el camino y están tratando de mejorar, creo que esa no es una opción,” dijo ella.

Renee insta a la gente a visitar holyhomes.org, un sitio web que ella y Clay han lanzado, y ella dice que contesta e-mails cuando las mujeres escriben a [email protected].
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Erin Roach es escritora del personal de Baptist Press. Para obtener más información sobre el recurso en CD y DVD “Somebody’s Daughter” (La Hija de Alguien) para ayudar a las parejas a sanar de los estragos de la pornografía, vaya a www.musicforthesoul.org.

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  • Por Erin Roach