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EDITORIAL: La escatología sí importa


GRAPEVINE, Texas (BP)–Hace treinta años le pregunté a un grupo de estudiantes universitarios qué libro de la Biblia quisieran estudiar en el estudio bíblico que tenía en mi casa semanalmente. En ese entonces, y en las otras dos o tres veces que hice la pregunta ante una iglesia o un grupo de ella, claramente el libro del Apocalipsis era el ganador. Dejé de hacer esa pregunta porque no quería enseñar el libro de Apocalipsis cada año por el resto de mi vida.

Pienso que la respuesta pudiera ser diferente si hiciera esa pregunta el día de hoy. El estudio del fin del mundo es mucho trabajo y requiere la interpretación de algunos fantásticos pasajes donde hay dragones y gigantes y ruedas dentro de ruedas y grandes batallas donde algunas de las armas semejan saltamontes. Escuchar a un maestro que aplica estas visiones a eventos pasados y futuros suena muy irrelevante para el oído moderno. Preferimos hablar sobre el aquí y ahora. ¿Cómo vivo yo? ¿Cómo puedo servir a Dios? ¿Qué dice la Biblia sobre la paz y la justicia y las misiones para mí?

Esos son los Evangelios, ¿verdad? Si dejamos de lado todas esas cosas sobre el Infierno, y nos saltamos hasta llegar a Mateo 24 y 25, las enseñanzas de Jesús (las partes en tinta roja) parece rascarnos en donde la mayoría de nosotros tenemos comezón.

Pero ¿qué hay de 2 Timoteo 3:16? Jesús también escribió esa parte. ¿Realmente creemos que toda la Escritura es “útil”? Eso parecería incluir las visiones de Daniel, Ezequiel, y Juan. Estos pasajes son más difíciles, claro está, ¿pero acaso eso nos libra de ellos? De hecho, las partes más difíciles de la Escritura también son oportunas y prácticas: especialmente si consideramos el contexto y la intención, a veces declarada, de los mensajes. Si trabajamos en ellos, los pasajes de las Escrituras relacionados con el entendimiento de los últimos tiempos tienen un mensaje para los creyentes e iglesias de hoy.

Tomemos 1ª de Tesalonicenses 4:13-18, como un ejemplo fácil. En medio de la persecución, la iglesia tesalonicense preguntó sobre los creyentes que habían muerto antes de que Cristo regrese. “¿También irán al cielo las personas que amo y que creyeron en Jesús?” es la pregunta que pudiéramos inferir tomando en cuenta la respuesta de Pablo. Les responde con una promesa de que no sólo irán al cielo si no que resucitarán primero, justo antes de ser “arrebatados” para reunirnos en las nubes. Y sí, “arrebatarnos” se traduce en latín con la palabra rapio, la cual forma la base de la palabra castellana “rapto,” que significa “arrebatar.” La Biblia sí enseña que habrá un rapto de creyentes, en ese momento. Pablo les dice (y Dios también) que nos “alentemos unos a otros con estas palabras.”

Mientras Pablo continua su discusión sobre el final de los tiempos en el capítulo 5, nos alienta a velar y estar sobrios –protegidos de la tentación con la coraza de la fe, el amor, y la esperanza de la salvación. Y de nuevo dice que debemos animarnos y edificarnos unos a otros con estas enseñanzas escatológicas. Muy práctico, creo, especialmente para aquellos que están enfrentando persecución o las batallas de la vida en un mundo corrupto. Algunos de nosotros vivimos en persecución y todos nosotros vivimos en un mundo caído y de desilusión.

La visión de Juan en Apocalipsis tiene un contexto similar al de sus primeros lectores. En medio de ello se nos asegura que el pecado será juzgado y vencido, que los creyentes y las iglesias serán alabados y recompensados por su fidelidad a Cristo, y que incluso los eventos más horribles de la historia ocurren bajo la soberanía de Dios. Hay días en nuestras vidas cuando estas exhortaciones a la fidelidad y la promesa de victoria de Dios sobre el mal se convierten en algo útil para nosotros.

Las visiones de Daniel y Ezequiel contienen un mensaje de aliento en cuanto a la restauración de un Israel derrotado. También tenemos ahí una revelación del carácter fiel de Dios. En medio de la derrota, Dios muestra que todavía cumple Su palabra a su pueblo. Dios se muestra a sí mismo como el Señor y juez de las naciones y reinos, incluso de aquellos reinos por formarse en nuestra época. Nuestra esperanza de ir al cielo se basa en el carácter e integridad de Dios. Ya que Él ha cumplido su promesa, sabemos que cumplirá su palabra para aquellas cosas que aún no han sido vistas. La seguridad de nuestra salvación y una confianza segura en Dios son partes necesarias de la vida cristiana. La justicia de Dios también es un elemento importante para entender nuestra salvación y santificación. El mensaje escatológico de la realidad de la promesa que hizo Dios de recompensar y castigar en última instancia es importante para nuestra interpretación de los eventos y ministerios de cada día porque la justicia divina nunca estará completa.

Es un error tener demasiadas esperanzas en las cosas de este mundo, incluso si nos esforzamos por mejorarlas. Pablo nos dice en 1ª de Corintios 15:19 que nuestra esperanza en el cielo es esencial para la vida cristiana. Nos preocupamos por la tierra porque es de Dios. Tratamos a la gente con amor y compasión porque Dios nos ha amado y nos ha ordenado que así lo hagamos. Somos unos ciudadanos activos e involucrados (en aquellos países en que se permite) porque la libertad es también un asunto de mayordomía para el bien de todos. Y así por el estilo con otras obras buenas y santas. No hacemos estas cosas porque este mundo es nuestra casa perfecta y permanente. Nuestra casa ya es perfecta, pero no está aquí. Cuando la Biblia nos cuenta sobre nuestro hogar perfecto a través de una visión o un sermón de Jesús, o una carta de Pablo, debemos estar muy interesados. Dios lo ha considerado como algo de beneficio e interesante.

La Biblia también nos habla de Dios en los pasajes escatológicos. Ya mencioné su fidelidad y su justicia pero también tenemos visiones del cielo de Dios, las profecías de Dios como guerrero, las promesas relacionadas con la liberación de nuestra salvación, más implicaciones de su santidad, más sobre su creación y más sobre tantas cosas que añaden a nuestro conocimiento y entendimiento del Dios infinito.

¿Qué uso práctico podemos derivar de las narrativas históricas en la Biblia si no es la revelación del Dios mismo a través de eventos pasados? Claro, pudiéramos estar interesados (y deberíamos) en lo que ya pasó, pero ciertamente debemos interesarnos por saber lo que hizo Dios para así poder conocerlo mejor. En algunos casos se nos dice el por qué de las acciones de Dios, y en otros se nos deja con la duda de las mismas acciones. Aunque siempre aprendemos algo sobre Dios, cualquiera que sea el caso.

Es lo mismo con los pasajes que claramente se refieren a la obra de Dios que ha de suceder. Los esfuerzos por entender estos pasajes profundizan nuestro entendimiento de Dios porque proveen más información acerca de lo que Dios ha hecho/está haciendo/hará. Nos perdemos algo importante si sólo leemos o predicamos o enseñamos pasajes de la Biblia seleccionados al azar. Nuestro entendimiento tendrá tantos huecos como sea nuestra interacción con la revelación de Dios.

¿Qué hay acerca de todos esos puntos de vista sobre el reino milenario de Cristo o la cronología para la gran tribulación? Confesaré que a veces me parecen tediosas las discusiones sin fin sobre las doctrinas debatibles como la escatología y el calvinismo—especialmente cuando estoy con alguien que está convencido del todo sobre un punto en el que Dios no es absolutamente claro. Pero, no cualquiera cuya lectura de las Escrituras le lleve a una interpretación sobre el fin del mundo se está graduando con una especialidad en Escatología, por así decirlo. En realidad, no se puede leer profecía bíblica (y así será si lees toda la Biblia) sin formarse una opinión acerca de lo que pudiera estar diciendo. Eso es lo que representan estos puntos de vista, un esfuerzo por entender lo que Dios está diciendo. Lo repito, eso es algo que le importa a cualquier persona de cualquier edad. No se requiere un grado de seminario o una pila enorme de libros, pero lo que se requiere es pensar y estudiar la Biblia. ¿Qué de malo hay en eso?

Un renacimiento de la predicación expositiva, un aumento en el conocimiento bíblico, una mayor familiaridad con la doctrina bíblica—estas cosas naturalmente darán como resultado discípulos mejor preparados para darle su lugar al estudio de las cosas por venir. La escatología no lo es todo, pero tampoco es nada. Es una parte entretejida en el todo del consejo de Dios. Las iglesias no pueden enseñar sistemáticamente la Palabra de Dios sin llegar a la escatología en los lugares apropiados y en la cantidad apropiada. Tampoco podemos esperar darle a la escatología, o a cualquier otra doctrina bíblica, un énfasis apropiado sin comprometerse a enseñar todo lo que Dios nos ha ordenado. Es un síntoma de un problema mayor que tantos miembros de las iglesias sepan tan poco o tengan tan poco interés en una doctrina de la cual la Biblia dice tanto.
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Gary Ledbetter es el director del Southern Baptist TEXAN, publicación de noticias de la Convención Bautista de Texas, en el sitio Web en texanonline.net.

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