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El vodka no podría ser un buen aliado para los misioneros que sirven a los musulmanes lezgi


NOTA DEL EDITOR: La Ofrenda de Navidad Lottie Moon suplementa las donaciones al Programa Cooperativo para así apoyar a más de 5,600 misioneros bautistas del sur que comparten el Evangelio en otros países. Este año, la meta de la ofrenda son $175 millones. El tema de la ofrenda Lottie Moon 2009 es “¿Quién falta? ¿Quién irá?” y se enfoca en vencer las barreras que impiden que se escuche y se acepte el Evangelio en varias partes del mundo y en la misión que la Gran Comisión nos dio a todos los cristianos para “id y haced discípulos a todas las naciones.” La Semana de Oración por las Misiones Internacionales 2009 está programada del 29 de noviembre al 6 de diciembre. Puede encontrar recursos en inglés sobre la ofrenda yendo a www.imb.org/offering y en español yendo a www.hispanos.imb.org/lottie.

RICHMOND, Va. (BP)–Carl Stroller* no bebe vodka. Pero su ministerio pudiera no ser el mismo sin éste.

Stroller y su esposa Amy* son misioneros bautistas del sur que dejaron su tierra natal en Carolina del Norte hace 10 años para compartir el Evangelio con el pueblo musulmán conocido como lezgi.

Más de 600,000 lezgi viven entre las cimas nevadas de las Montañas del Cáucaso, ubicadas entre los mares Negro y Caspio. La mayoría son pobres, según los estándares occidentales, sobreviviendo como granjeros y pastores. Aunque su cultura es islámica, la creencia en Dios de los lezgi tiene raíces profundas en el animismo (alabanza de espíritus). Muchos han escuchado el nombre de Jesús, pero sólo lo conocen como un buen hombre que hizo cosas buenas.

En terrenos rocosos como este, Stroller dice que compartir la verdad de Cristo exige paciencia para construir relaciones fuertes. Cuando no está involucrado en proyectos de desarrollo comunitario, -como la enseñanza del idioma inglés- la mayoría del tiempo Stroller habla sobre Dios mientras otros beben una botella de vodka.

El alcohol, al igual que el animismo, está fuertemente ligado a la sociedad lezgi. El compartir un trago con un vecino, amigo o compañero de trabajo es un evento cotidiano—durante las comidas, en el trabajo, después del trabajo. La influencia rusa ha hecho que el vodka sea el licor preferido, sin mencionar que es el fuego que inflama las llamas del alcoholismo.

Pero el deseo que tienen los lezgi por beber tiene un detalle de valor redimible—presenta una oportunidad para que Stroller explique por qué él no bebe.

“Rechazar una bebida siempre es una respuesta rara para ellos,” dijo Stroller. “No pueden creer que alguien no quiera beber, pero a menudo lleva a la oportunidad para … compartir tu testimonio y lo que Dios ha hecho en tu vida.”

“Lo más cómico es lo que ellos consideran como alcohólico y como no alcohólico. Yo no tomo vodka … y me traen una cerveza o vino. Entonces vamos de regreso a mi testimonio acerca de por qué no bebo.”

“Si no tengo la oportunidad de compartir…es porque no aproveché la oportunidad.”

Pero la oportunidad no necesariamente indica apertura para el Evangelio, y el compartir no garantiza la salvación.

A pesar de tener ya una década trabajando entre los lezgi, los Stroller no pueden decir con toda seguridad que han llevado a una sola persona a la fe salvadora en Cristo. Ha sido un peregrinaje difícil, lleno de penas, amargas desilusiones— incluso traiciones.

“Al inicio pensamos que estas personas sólo necesitaban escuchar el Evangelio y que luego vendría a la fe. Nunca anticipamos que serían tan obstinados ante las Buenas Nuevas,” dijo Stroller. “Aunque tienen una mentalidad espiritual, típicamente no expresan mucho interés en el Evangelio. Sus ojos han sido cegados de verdad.”

Stroller recuerda que compartió el Evangelio con un joven lezgi que aparentemente aceptó a Cristo pero después comenzó preguntarle sobre los “beneficios” de la salvación. Con el tiempo descubrió que la conversión del jovencito estuvo motivada por una historia que vio por la televisión acerca de las iglesias que aparentemente estaban sobornando a la gente para que se hicieran cristianos. En una ocasión un hombre se dio cuenta de que su profesión de fe no iba a redituarle algo, así que renunció a Jesús y dejó de ver a los Stroller.

Amy cuenta una experiencia similar. Hace varios años compartió a Cristo con una mujer lezgi que estaba casada con un esposo alcohólico abusivo. Amy, junto con otros creyentes locales, intentó ayudar a la mujer. Ella dijo que aceptó a Cristo e incluso hasta fue bautizada. Pero Amy pronto se dio cuenta de que esta mujer los estaba utilizando — mintiendo a la iglesia y tomando dinero prestado aunque no tenía la intención de pagarles.

“Todos los otros vecinos que yo había evangelizado en el pasado habían escuchado que esta mujer se había hecho cristiana,” dijo Amy. “Pensaron que ella era un modelo acertado de una creyente, y ya no querían tener nada que ver con Jesús. Ella les dio una buena razón para rechazar a Cristo.”

Pero situaciones como estas no cuentan toda la historia. Dios ha bendecido a los Stroller con algunos éxitos entre los lezgi, incluyendo el haber comenzado una pequeña casa culto que ha crecido de ser un grupo de 5 a contar con 15 personas. Desde entonces, la persecución los forzó a que la iglesia de dividiera en dos partes para llamar menos la atención, pero continúa creciendo a pesar de la frialdad de los lezgi ante el Evangelio.

“¿Cómo nos sobreponemos [de las penas]? Siendo fieles al objetivo,” dijo Stroller. “Seguimos obedientes al mandato de nuestro Señor para hacer discípulos en todas las naciones. Creemos que Él tenía en mente a los lezgi cuando dio el mandato — por eso estamos aquí.”
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* Los nombres reales han sido cambiados. Don Graham es un escritor de la Junta de Misiones Internacionales.

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  • Por Don Graham