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EDITORIAL: ¿Que es un hombre verdadero?


SAN ANTONIO, Texas (BP)–¡Aquí, nomas mis chicharrones truenan!

Este y otros sentimientos similares tienden ilustrar el fenómeno machista entre el hispano. Pero, en su libro “Hombres y Machos,” Alfredo Mirandé advierte que el ser “macho” no es algo simple de entender. Para muchos el machismo glorifica la virilidad sexual y la fuerza bruta, pero lo hace al costo de hacer menos las cualidades internas del honor, la dignidad, el orgullo, y la responsabilidad propia. En un estudio más sensitivo al tema el folklorista Vicente T. Mendoza reconoce que el machismo en realidad es una moneda de dos lados. Nota Mendoza que “el comportamiento de un machismo genuino es caracterizado por valentía verdadera, generosidad, estoicismo, heroísmo y ferocidad; el machismo falso simplemente usa estas mismas características para enmascarar la cobardía y el temor.”

Sin duda la imagen del macho entre los hispanos es complicada, y no ayuda cuando se torna en una caricatura que tiene poca relación a la realidad. Cuando esto sucede el hombre hispano, tan diverso como lo es, es definido por proyecciones populares que ofuscan los atributos de lo que es ser verdaderamente un hombre. Felizmente podemos tornar un modelo más fijo y fiel a nuestra naturaleza.

La Biblia sobrepasa las distinciones culturales cuando revela que todos somos creados a la imagen de Dios (Génesis 1:26-27; 9:6). Muchos han intentado definir el significado de esto. ¿Hablará de la dignidad del ser humano? ¿Se refiere a la posibilidad de tomar decisiones autenticas? ¿Será la referencia a la inmortalidad del alma? Sin duda, todo esto es parte de lo que significa ser creado con algo de lo divino imprimido en nuestro ser. Pero, ¿tenemos que conformarnos solo con abstracciones? Colosenses 1:15 nos dice de Jesús que “él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” En este breve texto encontramos dos líneas de investigación que nos pueden ayudar entender el perfil bíblico del hombre verdadero.

En primer lugar, decir que Jesús es la imagen del Dios invisible es reconocer que él revela el modelo y patrón perfecto del cual todos somos ejemplares faltosos. Al estudiar los detalles de su vida vemos la imagen de Dios en todo su apogeo. Esto es importante pues los evangelios demuestran la imagen de Dios ilustrada en la vida concreta de Jesús. Un ejemplo satisface. Cuando Jesús pregunta a sus discípulos “¿Quien decís que yo soy?”, los primeros tres evangelios registran tanto la ocasión y contexto como la respuesta (Mateo 16:13-20; Marcos 8:27-30; Lucas 9:18-20). Marcos enfatiza que la pregunta se hizo mientras Jesús y sus discípulos recorrían las aldeas de Cesárea de Filipo. La pregunta se hace en plena vista de la tradición religiosa, la filosofía helenista, y la fuerza política que esa región representaba. Mateo de su parte enfatiza que fue Dios Padre quien comenzó la obra reveladora en Pedro. Y Lucas da énfasis a la oración intercesora de Jesús por sus discípulos. Al primer vistazo parecen ser solo detalles, pero nos consta entender cómo estos tres puntos de vista describen algo de la imagen de Dios en Jesús.

En Marcos fácilmente podría Jesús haber mantenido a sus discípulos en la ignorancia de los pueblos pescaderos de Galilea, pero no lo hizo. En Mateo, Jesús primero apunta al trabajo del Padre antes de resaltar su propio esfuerzo con los discípulos. Y Lucas enseña que Jesús oró antes de hacer la pregunta decisiva acerca de su persona. Los tres evangelios en conjunto demuestran que Jesús es un hombre que sabe quién es, que valoriza el esfuerzo anterior y de otros, y que es capaz de invertir sus fuerzas para el avance de sus seguidores. La pregunta es dirigida hacia elevar el entendimiento de sus discípulos. En todo esto no hay evidencia alguna que Jesús teme la pérdida de prestigio. Este breve evento revela algo perdurable de lo que es ser un hombre creado a la imagen de Dios.

La segunda parte del texto es tan importante como la primera: Jesús “es el primogénito de toda creación.” Esto no significa que él es el primer ser creado. Al contrario, el apóstol Pablo clarifica que la primogenitura afirma su soberanía sobre todo lo creado (Col. 1:18), e irónicamente, es esto lo que hace nuestra autenticidad posible. Los potentes del mundo ejercen la soberanía para “señorear” sobre otros. Y ciertamente decir que Jesús es nuestro primogénito es reconocer que él tiene derecho sobre nosotros, pero, ¿hacia qué fin? Romanos 8:29 dice que la intención de Dios por nosotros es ser “…hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él (Jesús) sea el primogénito entre muchos hermanos.” Jesús ejerce su primogenitura — su soberanía — no con el fin de oprimirnos, sino con el fin de reconstruir algo que perdimos y que consecuentemente nos ha dejado espiritualmente y moralmente fracturados.

El perfil bíblico de un hombre verdadero es de una persona — cualquier persona — que se somete bajo el señorío de Cristo para recobrar la imagen de Dios en él. Todo esto va envuelto en ser transformados a la gloriosa imagen de nuestro Señor Cristo Jesús (Romanos 6:5-11; 2 Corintios 3:18; Efesios 4:20-24). En este tiempo cuando festejamos nuestros padres tomemos el desafío de ser moldados al perfil del hombre genuino en la persona de Cristo Jesús.
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.

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