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EDITORIAL: ¡Celebra al Cordero, proclama Su amor!


NASHVILLE, Tenn. (BP)–Nos preparamos para celebrar la Pascua. A todos nos gustan las celebraciones. Especialmente cuando estas tienen un significado personal y especial. Celebramos cumpleaños, aniversarios, logros especiales, mejorías de salud, recuperaciones y muchas cosas más. Podemos tener muchas razones para celebrar. Pero cuando la celebracion nos recuerda que somos nosotros directamente los beneficiarios de un sacrificio perfecto, santo e inmerecido, la celebración tiene mucho más significado.

Para Aquel, de quién no soy digno de lavar sus pies, nada era más importante y serio que la copa de mi redencion. Aún sabiendo el dolor y el sufrimiento que esto implicaría, esa copa de redencion señalaba el nuevo pacto que sería escrito con Su propia sangre. Estoy eternamente agradecido y soy deudor. Agradecido porque Su cuerpo sería golpeado y quebrantado para que el pan de Su vida pudiera llegar a la mía y a la de tantos otros. Estoy lleno de gratitud porque el Cordero fue inmolado para que me pudiera sentar en su mesa. Estoy agradecido por el vino de su sangre que sería derramado como ríos de agua viva en esta vasija rota y frágil desde el día que le conocí.

Esa noche de Pascua era la noche perfecta de todos los tiempos. Esa noche, las tres comidas simbólicas, el pan sin levadura y las hierbas amargas encontraban el centro del trama divino y la humanidad en la cruz del Calvario. Ese fin de semana fue un tiempo realmente santo. Para el judío, esta fiesta era un recuerdo de su liberacion. Para nosotros, esta época santa nos permite enfocar nuestra atención y reflexionar en el cordero de la Pascua. El Cordero que nos limpia de pecado y nos da la salvación. La Pascua fue cumplida y nuestra liberación obtenida. Pablo lo dice así “Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5.7).

Estoy persuadido que esa copa fue también la copa simbólica a la que Cristo se refirió solo una hora después en Getsemaní, cuando le pidió al Padre que quitara de Él esa copa. La Pascua nos recuerda la expresión más grande de amor que el mundo ha conocido. El es mi Pascua, tu Pascua y el centro de la celebración.

En la primera Pascua, las hierbas amargas simbolizaban la amargura del sufrimiento y la esclavitud. Representaban la amargura de la muerte y de la sustitución con un cordero inocente. Esas hierbas amargas tenían como propósito llenar los ojos de lágrimas al recordar el dolor de la esclavitud. Hoy, nosotros al recordar el amor tan grande del Cordero, que quita el pecado del mundo, podemos echar una mirada atrás y recordar cómo eramos antes de conocer a Cristo personalmente. Nuestros ojos seguramente se llenan de lágrimas de gratitud por lo que El ha hecho con y por nosotros. Mi copa está rebosando. ¡Hoy quiero celebrarlo a El!

Éxodo 12.1-14 relata la institución de la Pascua como celebración. El v.14 dice “Y este día será memorable para ustedes.” Cuando muchos andan buscando buenas noticias, buscan historias reales de cosas que valen la pena celebrar. Tratan de encontrar significado a las cosas que están a su alrededor mientras comen panes que no los sacian totalmente. Beben vinos y bebidas que no satisfacen y se recuestan en hierbas amargas de un mundo cruel.

Oh, Cordero perfecto de la Pascua no permitas que te quedes en el vasto y lejano recuerdo. Dímelo otra vez y recuérdame la santa historia. Aviva las brasas de mi corazón y recuérdame como era vivir sin ti en Egipto. A este cautivo has libertado, en esta fiesta quiero celebrarte de todo corazón. ¡Ayúdame a proclamar Tu amor!
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol

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