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EDITORIAL: Terremoto Cultural


KANSAS CITY, Mo. (BP)–Al crecimiento explosivo que experimentó los Estados Unidos en los años 1946-1964 se le conoce como el “baby boom generation.” La población en la década del 1950-1960 creció a 28.4 millones de habitantes. Treinta años más tarde (1990-2000) la población creció a 32.7 millones. Esta década fue aun mayor al crecimiento experimentado en los anos de 1960. De acuerdo con el censo cada año de ahora hasta el año 2050 los hispanos añadirán el mayor número de personas a la población. Es más, el censo reporta que para el año 2020 la población hispana añadirá mas personas a la población que todos los otros grupos étnicos juntos.

La población de los Estados Unidos está creciendo, está envejeciendo y será más diversa de lo que es hoy. Estamos experimentando un terremoto cultural, nunca antes visto, que impacta la fibra cultural, religiosa y lingüística de los Estados Unidos de Norteamérica.

En los próximos años de este siglo veremos los grupos étnicos aumentar la proporción de la población total mientras que la población no hispana va a disminuir al 72 por ciento de la población. La transformación cultural será aun más pronunciada para el año 2050 cuando la población no hispana menguará hasta el 52 por ciento de la población. En contraste, el porcentaje étnico aumentará considerablemente: afroamericanos (16%), hispanos (23%), y asiáticos (10%).

Este terremoto cultural tendrá implicaciones en la iglesia cristiana. Aquí quiero compartir mis observaciones:

— Primero, la importancia lingüística. Vamos a tener que buscar diferentes maneras de comunicar el evangelio en un idioma que sea relevante a una población diversa cultural y lingüísticamente.

— Segundo, la importancia religiosa. La realidad es que el mundo literalmente esta entrando a los Estados Unidos. Estas personas traen con ellos diversidad cultural, lingüística y de religión. Muchas de estas costumbres chocarán con la manera que nosotros vemos la iglesia. Por ejemplo, en los Estados Unidos es muy normal asistir a un culto de adoración vestido en jeans, con sandalias, y camiseta y comenzar el servicio de adoración a tiempo. Sin embargo, para muchos de estos de otras culturas el modo aceptable de adorar a Dios es vestido con saco y corbata y el comenzar una hora tarde también es aceptable.

— Tercero, la importancia cultural. La cultura influye mucho y ayuda a definir el tipo de adoración, estilo de música, predicación y la presentación del evangelio.

— Cuarto, necesitamos entender que el evangelio es para toda persona y todo momento y no es un evangelio solo para las personas del Occidente (Hechos 10). Muchos, como yo, que crecimos o hemos nacidos en los Estados Unidos lucharemos buscando aquellas cosas que son fundamentales para la fe y aquellas cosas que no son de importancia para la fe. Esto es algo más fácil de decir que de practicar.

— Quinto, tendremos que conocer la Biblia. Muchos Bautistas del Sur conocemos algo de la Biblia, salvación y la iglesia pero no podemos integrar la enseñanza bíblica a las necesidades del pueblo. En contraste, encontramos una nueva generación de jóvenes que tienen bastante conocimiento de las religiones del mundo y presentan argumentos explicando porque creen ellos lo que creen.

Nosotros estamos regresando a la enseñanza bíblica del “sacerdocio de todo creyente.” No solo es la responsabilidad del misionero hacer el trabajo misionero sino es nuestra responsabilidad como cristiano ser misionero donde quiera que yo viva.

Una cosa básica que debo hacer es aprender todo lo que yo pueda del trasfondo cultural de la persona que quiero alcanzar. No es suficiente el memorizar una presentación evangel?stica. En estos días tenemos que comunicar el evangelio en modo de diálogo. Esto es algo nuevo para nuestra cultura. Si queremos realmente alcanzar a toda persona con el evangelio necesitamos aprender a compartir el evangelio con otras culturas diferentes a la nuestra.
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Gustavo Suárez es profesor de iniciación de iglesias y director del centro Nehemías para Iniciación de Iglesias en Norte América en el Seminario Bautista Teológic de Midwestern.

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  • Por Gustavo Suárez