NASHVILLE, Tenn. (BP)–Todos nosotros, en alguna medida, hemos experimentado a lo largo de nuestra vida la frustración y el dolor que produce estar sufriendo injustamente por algo, y que se nos añadan más cosas por la cuales debamos sufrir. Esto sin dudas es como “llover sobre lo mojado” o echar más leñas al fuego.
La situación no es nueva. Por el contrario, en la Biblia encontramos muchos ejemplos de este tipo de situaciones que a veces suelen llegar a ser terribles y muy difíciles de soportar. Incluso en ocasiones, se llega a dar el caso de que hayamos trabajado con dedicación y sacrificio, logrando hacer grandes contribuciones al desarrollo de un proyecto, empresa o compañía, y que haya sido un aporte continuo, realizado durante años. Sin embargo, de pronto llega un nuevo jefe, que nada sabe de lo que hemos hecho y que no está interesado en conocer la historia. En muchos casos, no solo ignora las contribuciones hechas por nosotros en el pasado, sino que de manera intencional y deliberada se propone hacernos la vida amarga y difícil en el futuro.
Este también fue el caso del pueblo de Israel. En el libro de Éxodo capítulo 5 se nos narra una historia que a muchos de nosotros nos resulta familiar, por ser muy semejante a nuestra propia experiencia. Moisés y Aarón se habían presentado ante Faraón para pedirle que le permitiera al pueblo de Israel salir al desierto para celebrar fiesta. Pero Faraón no había conocido a José y al parecer, no estaba interesado en conocer los hechos del pasado. Hoy también vivimos días en los que parece que la gente tiende a padecer de “amnesia social” olvidando lo que hicimos ayer en su favor. Cada día vemos más cómo la gente olvida lo que hicimos por ellos pero sin embargo recuerda y amplifica lo que pudieran considerar ofensas.
Faraón se negó a darle al pueblo la libertad que Dios le estaba pidiendo por medio de Moisés y no solo mantuvo la carga que había puesto sobre Israel, sino que la incrementó. El monarca no solo ordenó que los hijos de Israel siguieran haciendo ladrillos, sino que ahora también salieran al campo a buscar la paja para hacerlos y que no se redujera la cantidad de ladrillos que tenían que hacer. ¿Le suena familiar? ¡Más ladrillos y ahora sin darles la paja! ¡Más trabajo con menos recursos! ¡Más ganancias para los dueños, con menos recompensa para los que las producen!
Eso no solo era mantener el abuso, sino incrementarlo. El pueblo de Israel no había sido tomado cautivo como esclavo por Egipto en alguna guerra. Jacob y sus hijos habían venido a reunirse con José que Dios había llevado a ser uno de los funcionarios de más alto rango en la corte de Faraón. Con el tiempo, Dios bendijo ricamente a su pueblo que creció y se multiplicó en gran manera. Pero también hubo cambios en el gobierno. Un nuevo Faraón se levantó en Egipto y este se sintió amenazado por el pueblo de Israel y comenzó a oprimirlo. ¿Le resulta acaso familiar?
Vivimos en un mundo lleno de injusticias. La historia se repite cada día. Muchas veces los justos sufren por el temor de los más poderosos y por la envidia de otros. Sin embargo, hay buenas noticias. En el caso del pueblo de Israel, Dios le dijo a Moisés: “… ahora verás lo que yo haré a Faraón…” Éxodo 6:1a.
Si su historia es en cierta forma parecida a la que vivía en esta ocasión el pueblo de Israel, no tengo dudas en decirle que confíe en Dios y clame a Él. A su tiempo, usted también verá lo que su Señor hará a ese que se ha convertido, tal vez, en una especie de Faraón para usted.
Dios nunca olvida a sus hijos y le hace justicia a aquellos que los oprimen. No importa en qué forma lo hagan; ya sea de manera física o emocional. Por eso, cuando alguien le eche leñas al fuego para hacer más difícil nuestra situación, debemos doblar nuestras rodillas y alzar nuestras manos a Dios para clamar a nuestro Rey y Señor con la absoluta seguridad de que Él va a obrar de la misma manera en que lo ha hecho siempre.
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Oscar J. Fernandez es el editor jefe de LifeWay Español para Adultos de Leadership & Adult Publishing, LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn.
