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Voluntarios ayudan a enterrar a las víctimas del huracán en Nicaragua


RICHMOND, Va. (BP)–A las 8 a.m. del 6 de septiembre, un grupo de creyentes nicaragüenses y voluntarios bautistas del sur provenientes de Florida y Georgia acompañaron a Jim Palmer, misionero de la Junta de Misiones Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés), a un cementerio en Puerto Cabezas, Nicaragua, para enterrar los cuerpos de las víctimas del huracán Félix.

Palmer tenía el único tractor que funcionaba en la región, así que la alcaldesa de Puerto Mayor, Nancy Elizabeth Enríquez, le pidió que cavara una trinchera de 70 pies para el entierro masivo. Pero aún a las 10 p.m. no habían llegado los cuerpos.

Palmer y Dan Titus, un miembro de la Iglesia Bautista Crestview en Marrieta, Ga., estuvo preguntando y le dijeron que los 14 cuerpos estaban siendo identificados. Titus, un agente funerario, se ofreció para envolver los cuerpos en preparación para el entierro.

Más tarde ese día, Palmer recorrió la fila de cuerpos junto con una joven india miskita. Aunque conocía muy bien a su tío y a su hermano en vida, se confundió al intentar identificarlos entre los cuerpos hinchados.

“Nunca es fácil lidiar con la muerte,” dijo Palmer. “Creo que lo que más me afectó fue la angustia de las familias, que no pudieran identificar a sus seres queridos. Pensaron que sería fácil, pero no fue así cuando llegaron ahí y no los podían distinguir.”

Para las 2 a.m., Palmer, los creyentes nicaragüenses y los voluntarios estadounidenses pudieron enterrar los 14 cuerpos y tener un breve servicio fúnebre para los que vinieron al cementerio a identificar a sus seres queridos.

Este funeral en la madrugada fue el primero de muchos entierros masivos, resultado del huracán Félix. Esa misma mañana se enterraron 40 cuerpos más. Éstos figuran entre las más de 130 muertes reportadas luego de que el huracán destruyó edificios, dejando sin hogar a miles en la costa este de Nicaragua.

Los voluntarios que representaban a la Iglesia Bautista Salem en Salem, Fla.; la Iglesia Bautista Rocksink en Old Town, Fla.; la Primera Iglesia Bautista y la Iglesia Bautista Crosspoint de Perry, Fla.; y la Primera Iglesia Bautista de Perry, Ga. ya tenían planeado un viaje misionero a Puerto Cabezas.

Habían considerado regresar a Managua, Nicaragua, para evitar la tormenta. Pero al saber que Palmer y su esposa Viola planeaban quedarse en Puerto Cabezas, el equipo decidió sobrellevar la tormenta junto con ellos y proveer ayuda de inmediato para el pueblo miskito una vez que ésta hubiera pasado.

“El ministerio que refleja la encarnación significa que estás ahí con la gente,” dijo Palmer, “…que caminas con ellos y lloras con ellos, y te gozas con ellos. Así es como yo creo que el verdadero ministerio sucede y se forman relaciones.”

Al decidir quedarse en Puerto Cabezas, los voluntarios pudieron limpiar los caminos para que pasaran los vehículos de emergencias; repararon el techo de la casa de Palmer, el cual había sido dañado por la tormenta; entregaron agua purificada en las comunidades remotas; y ayudaron con las necesidades del área después del desastre, dijo Palmer. Muchos de estos grupos también se dirigían para hacer los proyectos que ya tenían planeados en beneficio del pueblo miskito.

Titus está trabajando junto con un grupo proveniente de la Iglesia Bautista Universitaria en Fort Worth, TX, la cual tenía planeado algunos proyectos de construcción. Anteriormente, Titus y su esposa Amanda pasaron dos años como voluntarios en la obra en el noreste de Nicaragua.

Un grupo proveniente de la Iglesia Bautista Heatherwood en Newman, Ga., también tenía planeado algunos proyectos de construcción pero cambió sus planes para apoyar los esfuerzos de socorro. Una brigada de los Hombres Bautistas del Sur preparados con motosierras ya está en el sitio, y son una de las cinco brigadas que el equipo de esfuerzos de socorro planea enviar al área afectada.

Dos grupos de pastores nicaragüenses están evaluando los daños en las zonas más golpeadas al norte de Puerto Cabezas. La extensión de los daños del huracán Félix cubren 25,000 millas cuadradas.

Los huracanes Félix y Dean causaron estragos en gran parte de América Central y los misioneros de la JMI junto con los creyentes locales se han unido para ofrecer, en el nombre de Cristo, una variedad de esfuerzos socorristas.

En México, los creyentes nacionales combinaron los fondos de la JMI y los de otras agencias de auxilio para distribuir alimentos a cerca de 17,000 personas afectadas por el huracán Dean. También distribuyeron 10,000 litros de agua en las comunidades remotas y suficiente plástico para cubrir los techos dañados de 8,000 casas.

Los misioneros solicitan su continuo apoyo en oración por los que han perdido su casa o seres queridos debido a estas tormentas.
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Kristen Hiller es una escritora con la Junta de Misiones Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés) de los bautistas del sur.

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  • Por Kristen Hiller